El año largo que media entre la segunda y la tercera edición ha sido testigo de un acontecimiento estelar para nuestro trabajo: el día 6 de octubre de 2002, en la Plaza de San Pedro, el Autor de Camino ha sido inscrito en el elenco de los Santos por S. S. Juan Pablo II. Con este motivo, Mons. Javier Echevarría, Obispo, Prelado del Opus Dei, declaraba un Año Mariano de acción de gracias para toda la Prelatura, en el que estamos. Ha sido ésta –la canonización– una de las más grandes alegrías mientras trabajaba en la revisión de la edición crítica, y ha tenido una sencilla e inmediata consecuencia en esta edición: el lector encontrará «San» Josemaría donde antes se nombraba su condición de «Beato».
Es esta tercera una edición «corregida y aumentada», según la expresión clásica. Durante ese curso 2002-2003 he podido hacer una lectura sosegada y «todo seguido» del texto, que en realidad no pude hacer al preparar las ediciones anteriores. Ya se comprende que abordar así un libro de este tipo y de estas proporciones es, para el autor, una forma de repensar el libro mismo, de relacionar mejor sus partes y de tener en cuenta textos y contextos no suficientemente atendidos o no acertadamente valorados. A la vez, iba estudiando las primeras recensiones que han ido apareciendo en las revistas científicas, y el conjunto de intervenciones sobre el libro publicadas por Rialp (En torno a la edición crítica de ‘Camino’. Análisis y reflexiones. Textos recogidos y presentados por Constantino Ánchel, Rialp, Madrid 2003).
Pero sobre todo, como anuncié en la nota editorial a la segunda edición, he sopesado con calma y con orden los materiales aportados por la abundante correspondencia de la que allí hablaba y que ha continuado llegando durante todo este año: unas «comunicaciones» llenas de datos, observaciones, sugerencias y puntos de vista con frecuencia de alto valor crítico. Siempre que el contexto daba pie he procurado dejar constancia del nombre de mi interlocutor. Otras muchas veces, no era posible sin recargar de manera inadecuada el texto. Quede aquí, pues, reconocida la atención, tan rigurosa, con que este libro ha sido leído por tantas personas: hombres y mujeres, sacerdotes y laicos, religiosos y religiosas, académicos y profesionales de todo tipo. Una mención especial merecen, en este sentido, los doctores Esteban Iraburu (Pamplona), Ana Van Huylenbroeck (Gante), Alfredo Méndiz y Julio Diéguez (Roma), y el ingeniero José Buzzo (Montevideo): la lectura que han realizado del libro, al servicio de esta tercera edición, ha sido sistemática y estimulante para el autor. A todos, ahora en conjunto, va mi admiración y el agradecimiento que les he ido manifestando al responder personalmente a sus escritos.
El resultado de este trabajo “interdisciplinar”, al compulsar de nuevo fuentes y testimonios y disponer de otros que no conocía, ha sido reconsiderar numerosos lugares del libro, cuyo texto se ha ido enriqueciendo –ojalá fuese así– con la profundización crítico-histórica de los correspondientes puntos de Camino. A la vez, he de comunicar al lector que la estructura y secuencia del libro, y lo mismo sus fundamentales propuestas hermenéuticas, permanecen inalteradas. Nada he pensado o leído que me lleve a cambios en esta línea. Las novedades que el lector encontrará en esta nueva edición se mueven, en efecto, en un plano más bien “sectorial” –puntos concretos de Camino– y en el campo de los subsidia scientifica: bibliografía, más acribia en las citas y referencias, rigor extremado en el aparato crítico, etc.
Al hacer esta reelaboración he suprimido todas las remisiones internas a páginas del libro –la paginación está profundamente modificada en esta tercera edición– y se remite siempre a los puntos (p/) de Camino, a los comentarios a esos puntos (com/) y a las notas a pie de página (nt). De esta forma las referencias valen para cualquier edición del libro.
A este propósito, una novedad de la tercera edición. No se ha modificado la numeración de las notas de las ediciones anteriores, a pesar de ser numerosas las notas agregadas durante la revisión del texto. Las nuevas notas no hacen correr esa numeración, sino que se designan con el mismo número de la nota precedente más una letra (a partir de la b). Así, dos notas nuevas después, por ejemplo, de una nota 19 serán 19b y 19c. Lo cual, dicho sea de paso, puede guiar en parte al lector interesado en localizar las zonas reelaboradas.
Mi agradecimiento, finalmente, a la atención y a las facilidades con que Rialp y su excelente equipo de ediciones ha seguido todo este trabajo. Me parece admirable cómo han sabido plasmar tipográficamente la composición ex novo de un libro tan complejo. Lo cual, bien lo saben ellos, no hubiera sido posible sin la presencia sobre el terreno del Dr. Ánchel, experto en estas cuestiones, que ha hecho, además, la reconversión de los índices a la nueva paginación.
Termino expresando mi deseo de que esta tercera edición crítica de Camino no se distancie mucho en el tiempo de los próximos volúmenes de las «Obras Completas» que el «Instituto Histórico Josemaría Escrivá» tiene previstos para próxima publicación.
Pamplona, 8 de diciembre de 2003.
Pedro Rodríguezprodriguez@unav.es