"Montserrat y la Merced marcaron la vida de San Josemaría"

Josep Masabeu, autor del libro "Escrivá de Balaguer en Cataluña, 1913-1974. Huellas de San Josemaría", editado por Publicaciones de la Abadía de Montserrat, explica los motivos que le han llevado a dedicar varios años de su vida a esta investigación; destaca la historicidad de lo que en él se explica, apunta las principales aportaciones y desvela qué es lo que todavía no se conoce.

La entrevista se realizó en la sede de la Oficina de Información de la prelatura del Opus Dei en Cataluña, situada en la calle Ausiàs Marc de Barcelona.

Llegamos a la Oficina de Información del Opus Dei en Cataluña y Andorra, en la calle Ausiàs Marc de Barcelona. Afuera todavía hay las nubes que nos han acompañado en la visita a algunos de los lugares donde estuvo el protagonista del libro. Antes de empezar, un café rápido, llenar dos vasos de agua y pulsar el botón rojo de la grabadora.

Para mí es una persona muy cercana y quise explicar exactamente qué pasó. Yo lo conocí en 1972

¿Por qué este libro?

Me parecía que las estancias en Cataluña de san Josemaría eran suficientes como para hacer un libro específico, y más teniendo en cuenta que estuvo en Cataluña en un contexto histórico muy determinado. Además, para mí es una persona muy cercana y quise explicar exactamente qué pasó. Yo lo conocí en 1972, coincidí con él, y además le tengo mucha devoción.

¿Cuándo comenzó a trabajar en el libro?

Esto comenzó en 2005. Fue cuando me puse serio. Había buscado cosas, había encontrado documentación, pero dije: bueno, empezamos. Hay que decir que yo no trabajo de esto, trabajo en Braval y el libro se ha ido haciendo por las tardes, las noches, los fines de semana, durante las vacaciones. Ha sido un proceso largo de casi ocho años de búsqueda de información. No se partía de cero, pero ha sido laborioso.

[LEVANTA EL DEDO] EH! EN MI LIBRO NO HAY COSA MEDIO INVENTADA, ¡CUIDADO! ES UN LIBRO HISTÓRICO CONTRASTADO. EL TRABAJO PIVOTA SOBRE LAS 37 ESTANCIAS DE LAS QUE TENEMOS CONSTANCIA

Vamos, que no ha sido fácil.

En cierto sentido también ha sido fácil, porque todas las personas a las que he acudido para entrevistar me han ayudado. Algunas personas ha sido más difícil de encontrar, pero nadie me ha dicho que no le interesaba, que no quería ayudarme o que me mandara a paseo. Nadie me ha colgado el teléfono, y eso que algunas personas las he entrevistado después de haber encontrado su teléfono en la guía telefónica. Tras explicarles lo que quería me decían que no eran la persona que yo buscaba, pero que era un familiar. Y ya tenías el hilo para ir tirando de él.

Y, ¿qué entrevistas ha tenido que hacer?

Hay un grupo de personas que vivieron los hechos, como don Benito Badrinas, que ya ha fallecido, don Ferran Blasi o Ignasi Forcada, o Rosa María Pantaleoni, personas que pidieron la admisión al Opus Dei durante los primeros años de la labor del Opus Dei.

Hay otro grupo de personas que son hijos o nietos de los que vivieron los hechos, como es el caso de Blanca Puig Montagut. Ella es la nieta de Concha Suelves, la dueña de una casa donde vivían algunos refugiados, y donde san Josemaría celebró la primera misa cuando estuvo aquí en octubre de 1937, antes de cruzar los Pirineos. Esto lo sé porque Blanca Puig me lo explicó. O Pilar Albareda, una de las sobrinas de don José María Albareda que aún vive. Albareda era una persona muy cercana a san Josemaría...

Los protagonistas son sus padres o abuelos, pero ellos también estaban y se acuerdan porque lo han oído contar a sus familias.

Se conserva una foto del 13 de abril de 1943 de san Josemaría desde el mirador de Miramar, en Montjuïc, con la estatua de Colón al fondo.

Las biografías de santos en ocasiones pueden tender a explicar hechos fantásticos.

[Levanta el dedo] Eh! En mi libro no hay ninguna cosa medio inventada, ¡cuidado!

Pero existe este peligro, ¿no?

Es un libro histórico contrastado. El trabajo pivota sobre las 37 estancias de las que tenemos constancia. Puede haber cuatro o cinco estancias más pero no he encontrado ningún documento que lo corrobore, y por lo tanto no aparecen en el libro. También enumero los 130 lugares donde estuvo, todo perfectamente contrastado.

Al igual que pienso que estuvo en otros lugares, pero ni siquiera te los diré, aunque estoy convencido de que así fue a pesar de no haber pruebas. He buscado testigos directos, y también utilizo los testigos de muchísima gente que escribió sus recuerdos en 1975, cuando san Josemaría murió y Mons. Álvaro del Portillo, que le sucedió al frente del Opus Dei, pidió que la gente escribiera sus recuerdos sobre san Josemaría.

He utilizado muchos de estos recuerdos para documentar las estancias. De cada una de las cosas que cuento se podrían explicar muchas más cosas, pero he querido ceñirme a explicar que este día, en este lugar, había esa persona, que dijo tal cosa. Y ya está.

Quien quiera investigar que siga, con mucho gusto le facilitaré la documentación. Sin embargo, he procurado hacerlo llano, por lo que hay 873 referencias con notas a pie de página.

En el libro explica que san Josemaría estuvo 37 veces en Cataluña. Me parecen muchas. ¿Cómo se podrían clasificar?

Las tres primeras veces fue en 1913, 1914 y 1915. Fue cuando tenía 11, 12 y 13 años y debía examinarse de los primeros cursos de bachillerato en el Instituto de Lleida, con sus compañeros de los Escolapios de Barbastro. También hay una estancia muy concreta de 1924, en la que estuvo unos días por aquí.

A continuación ya nos situamos en la estancia más larga en Barcelona que es antes de iniciar el paso de los Pirineos, en 1937, que prácticamente está explicado día a día. Es la aventura de la evasión de la zona donde había persecución religiosa pasando por Andorra hasta llegar a Francia y entrar en la otra zona de España. En concreto, en este caso fue desde el 10 de octubre de 1937 que llegó a Barcelona hasta el 2 de diciembre que se fue a Andorra. Un tercer grupo son los viajes que hizo a Barcelona para empezar e impulsar la labor apostólica. Esto empieza el 30 de diciembre de 1939 con un viaje de un día con Álvaro del Portillo.

Masabeu señala una foto del 27 de febrero de 1972, en la que san Josemaría sale de visitar las monjas clarisas del Monasterio de Pedralbes.

Esto es el inicio del Opus Dei en Cataluña.

Llegaron por la mañana desde Zaragoza, y se marcharon a las nueve de la noche en tren hasta Valencia. En menos de 12 horas estuvieron viendo algunas personas que ya conocían de antes y así comenzó el Opus Dei en Cataluña. A partir de aquí hay una serie de viajes a Barcelona, que llegan hasta el 1946. Esta época es cuando comienza a funcionar el centro llamado El Palau, que ahora es el centro más antiguo de la Prelatura. Hay otra estancia que es en el 1946, cuando vino a Barcelona para viajar hacia Roma para conseguir la aprobación pontificia. Y luego hay una estancia muy interesante del 1948 cuando viene para conseguir dinero para finalizar la construcción del Colegio Mayor Monterols.

A partir de entonces las visitas ya no son tan seguidas...

Sí, entre 1949 y 1958, pasa por el aeropuerto del Prat, y algunas personas lo van a ver ya que el avión a Roma hacía escala en Barcelona. En 1958 realiza una estancia muy breve a raíz de la boda de su hermano pequeño.

Después tenemos constancia de los viajes de 1962, 1966 y 1969. Son estancias de pocos días, motivadas por diferentes razones y donde aprovecha para tener encuentros con grupos más o menos reducidos. Finalmente, están los tres últimos viajes de 1972, 1973 y 1974, éstas son estancias más largas. La del 72 formaba parte de un viaje más largo por la península donde tuvo encuentros con grupos más grandes con afán evangelizador. Las dos últimas, aunque también tuvo encuentros y visitas, se produjeron por motivos médicos: una intervención quirúrgica a don Álvaro, su principal colaborador; y la prescripción de descanso que le hicieron los médicos después de un viaje a América Latina. El libro está ordenado cronológicamente con referencias al desarrollo de la prelatura y la vida de san Josemaría.

Sufrían duras necesidades económicas y vitales. Pero esto no impidió su dedicación a confesar, administrar los sacramentos, y de alguna manera formar parte de la iglesia clandestina que hubo en Cataluña durante la guerra

Los 41 días que estuvo en Barcelona preparándose para cruzar los Pirineos debieron ser muy duros.

Sufrían duras necesidades económicas y vitales. Pero esto no impidió su dedicación a confesar, administrar los sacramentos, y de alguna manera formar parte de la iglesia clandestina que hubo en Cataluña durante la guerra. Pasaban mucha hambre. Que eran momentos duros lo ves cuando lees que un perro se comió un cinturón de uno de los del grupo de san Josemaría y una pastilla de jabón, y que estuvo escupiendo espuma un día entero. Comparando las fotografías de antes y después de ir a Andorra te das cuenta de la dureza de la situación. A pesar de todo, decía que hizo todo el bien que pudo.

¿Qué es lo que más le ha impactado de la investigación?

El capítulo 14, que se llama "afianzando una familia". San Josemaría no sólo conocía personalmente a cada uno de los que participaban en la labor y convivía con ellos en todas las situaciones cuando venía en Cataluña, sino que conocía personalmente a sus familias y estuvo en casa de todos ellos visitando los padres de todos los que en aquel momento eran del Opus Dei. Tenían una relación personal.

Es sorprendente ver cómo, en las pocas horas que estuvo en Cataluña, pudo ver a tanta gente. ¿Cómo lo conseguía? ¿Cómo se crea el cariño? Estando. Es lo que más me ha impresionado de todo el libro.

Masabeu en el Mirador de Sarrià de Collserola, donde también estuvo san Josemaría.

De las estancias que ha estudiado, ¿cuáles considera que son los sitios más importantes en la vida de san Josemaría?

(Piensa) Montserrat y la Merced marcaron la vida de san Josemaría.

Mons. Martí Bonet también lo menciona en el prólogo. ¿De dónde nacía esa relación con Montserrat?

Él comienza la relación con los monjes de Montserrat en 1937, tras el paso de los Pirineos, en el colegio de Nuestra Señora de Meritxell de Andorra. No conoció al abad Escarré allí, pero sí al padre Gusi, por ejemplo. Tiempo después en Pamplona se relacionó con los monjes de Montserrat que habían iniciado un monasterio en el balneario de Belascoain. Allí conoció al abad Marcet y otros. Enseguida tuvieron una gran relación.

Y, ¿con el abad Escarré?

El momento estelar de la relación con el abad Escarré fue en 1940. El abad conocía las críticas al Opus Dei y cuando recibió la bendición abacial por el obispo de Pamplona, Olaechea, aprovechó para preguntarle qué debían decir a la gente que les preguntaba si el Opus Dei era algo bueno. Él veía que el abad Marcet estaba muy tranquilo, pero se decían cosas muy fuertes. El obispo Olaechea, que ya conocía a san Josemaría, le explicó el Opus Dei, pero le dijo que quien había dado la aprobación había sido el obispo de Madrid, Eijo y Garay, y lo invitó a que le escribiera y le preguntara él mismo. Esta es una correspondencia interesante históricamente. El abad le escribió y el obispo le contestó con cosas concretas.

Incluso el abad Escarré le pide a san Josemaría que se traten como hermanos... "mi querido hermano"

A partir de ahí, el abad Escarré y san Josemaría se conocieron personalmente y desde entonces la relación fue fluida. Incluso el abad Escarré le pide a san Josemaría que se traten como hermanos... "mi querido hermano". Esto es algo absolutamente inédito y excepcional en el abad Escarré.

A partir de ese momento, muchas veces san Josemaría visitaba el monasterio de Montserrat y el abad Escarré le iba a ver cuando viajaba a Madrid. Por ejemplo, el día que san Josemaría vino para dejar el Santísimo en el oratorio del centro El Palau, regresó a Madrid en coche con el abad Escarré.

También le gustaban los Aromas de Montserrat (licor inventado por los monjes benedictinos, del Monasterio de Montserrat, a partir de hierbas de la montaña de Montserrat), ¿es así?

El abad Escarré tenía una gran relación con san Josemaría, y también con Álvaro del Portillo. Cuando Álvaro del Portillo, que aún no era sacerdote, en 1943 fue a Roma para presentar los papeles para la aprobación del Opus Dei por parte de la Santa Sede, el abad Escarré se movió para que le facilitaran la entrada a la Santa Sede.

Algo sorprendente es que don Álvaro, entonces un chico de 29 años, a los nueve días de llegar a Roma fue recibido por Pío XII. Esto es absolutamente inaudito. Pues en ese viaje, don Álvaro tenía un encargo del abad Escarré, le había pedido que le comprara unos solideos morados que aquí no los encontraba. Don Álvaro los compró y se los llevó. Cuando salió la aprobación pontificia, el abad Escarré escribe una carta a san Josemaría y le dice que ya ha recibido los solideos que le ha comprado don Álvaro, y que ya le pagará, y que le envía unas botellas de Aromas de Montserrat. San Josemaría le contesta dándole las gracias no sólo por haberse movido para facilitar la entrada de don Álvaro en la Santa Sede, sino también por las Aromas de Montserrat.

Era una profunda amistad la que los unía.

Con el abad Escarré fueron amigos hasta el final. Cuando el abad tuvo que dejar Montserrat, entró en una especie de depresión, estaba encerrado en sí mismo, y vivía en Viboldone, que es un monasterio de monjas benedictinas cerca de Milán. Pero no se relacionaba con nadie, nadie sabía dónde estaba.

Casualmente, Mons. Joan Baptista Torelló, que entonces vivía en Viena, uno de los hombres destacados de la resistencia cultural catalana, se enteró de dónde estaba y le escribió una carta, a la que el abad contestó. A los pocos días Mons. Torelló fue a Roma y le dijo a san Josemaría que había contactado con el abad Escarré. San Josemaría le pidió que fuera corriendo a verle. El abad quedó conmovido de la fidelidad de san Josemaría. Murió al cabo de unos meses en una clínica de Barcelona.

Se conservan muchas cartas entre san Josemaría y el abad Escarré. ¿Qué los unía tanto? ¿De qué hablaban en sus cartas?

Ellos querían la regeneración de la Iglesia, entre otros aspectos concretamente a través de la liturgia. Por ejemplo, san Josemaría siguió punto por punto la construcción del presbiterio de Montserrat tal y como es ahora. Esto el padre Laplana lo explica muy bien en un artículo. Y luego también compartían la idea que la Iglesia tiene que salir adelante con la santificación del trabajo y el protagonismo de los laicos. Eran conversaciones normales, temas donde coincidían tanto el abad como san Josemaría desde espiritualidades diferentes.

No sólo fue una relación personal con el abad, san Josemaría tenía gran devoción a la Virgen de Montserrat.

Siempre tuvo esta devoción a la Virgen de Montserrat. En este punto quiero comentar dos cosas. San Josemaría tenía una diabetes muy dura que se curó de repente el 27 de abril de 1954, y él siempre consideró que era un favor de la Virgen de Montserrat. Y un tiempo después, cuando fue a Viena por primera vez, ante la imagen de María Pöstch de la catedral de esta ciudad la invocó con la jaculatoria Stella Orientis, que es una expresión que no hay en toda la literatura patrística ni medieval.

CUANDO FUE A VIENA POR PRIMERA VEZ, ANTE LA IMAGEN DE MARIA PÖSTCH DE LA CATEDRAL DE ESTA CIUDAD LA INVOCÓ CON LA JACULATORÍA STELLA ORIENTIS [...] EL ÚNICO QUE UTILIZA ESTA EXPRESIÓN EN TODA LA LITERATURA Y EN TODA LA LITURGIA ES MN. CINTO VERDAGUER EN EL VIROLAI

Equivale a Estrella de la Mañana, pero el único que utiliza esta expresión en toda la literatura y en toda la liturgia es Mons. Cinto Verdaguer en el Virolai, cuando dice "de los catalanes siempre seréis princesa, de los españoles Estrella de Oriente". Es la única vez en toda la historia de la Iglesia que sale esta expresión. No sabemos si san Josemaría lo cogió de aquí, pero sí sabemos que san Josemaría había leído Verdaguer.

Ahora hábleme de la Merced. ¿Por qué la visitaba en sus estancias en Barcelona?

A todos los lugares donde iba san Josemaría para empezar la labor, una de las primeras cosas que hacía era ir a rezar a la Virgen patrona del lugar. Ha estado en todos los santuarios y catedrales de todas las provincias y grandes ciudades. Y aquí, en la Merced. La primera visita que tenemos documentada es el 2 de abril de 1940, ya que José María Hernández de Garnica así lo explica en una relación de este viaje. Después, oraba y pedía a los conocidos de Barcelona que rogaran a la Virgen de la Merced por las especiales contradicciones que había.

Una devoción que tuvo durante años.

Pero el momento definitivo fue en 1946, cuando Álvaro del Portillo, que ya era sacerdote, estaba en Roma para conseguir la aprobación pontificia del Opus Dei y se encontró con todas las puertas cerradas. Es cuando le dijeron: "ustedes han llegado con un siglo de anticipación". Pidió a san Josemaría que fuera a Roma para conseguirlo. Aunque san Josemaría tenía la diabetes y el médico le había desaconsejado el viaje, se embarcó en una travesía desde Barcelona.

Antes pasó por la basílica de la Merced a orar por la solución jurídica del Opus Dei. El mismo día por la mañana hizo una meditación en el pequeño oratorio de un centro que lo llamaban la Clínica porque vivían tres médicos, donde repitió aquellas palabras de san Pedro: "Nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido, ¿qué será de nosotros?". Explicó que le pidió a la Virgen de la Merced y dijo que quería hacer un retablo para aquel oratorio presidido por la Virgen de la Merced, que actualmente se conserva en el Colegio Mayor Monterols.

¿Lo consiguió?

Cuando regresó de Roma con la aprobación siempre lo refirió todo a la Virgen de la Merced. Y en octubre volvió expresamente para dar gracias a la Virgen de la Merced. Ahora hay un relieve en el camarín de la basílica donde se explica. Años después, el 23 de septiembre de 1973 en una casa de Premià que se llama Castelldaura dijo que estaba haciendo una novena a la Virgen de la Merced, porque durante los primeros años en Barcelona la Virgen de la Merced era de las pocas personas que le querían.

Cuando visitaba Barcelona, ¿siempre iba a la Merced?

En todos los viajes trataba de ir, pero no exactamente el primer día, iba cuando podía. En las escalas que hacía el avión en el viaje Roma-Madrid o viceversa, encargaba a las personas que lo habían ido a ver que fueran de su parte. Y en muchas cartas dirigidas a las personas de la Obra de Barcelona también se lo encargaba.

En cualquier caso, el lugar de Cataluña donde más estuvo fue Barcelona.

Sí, por ejemplo antes del paso de los Pirineos estuvo más de un mes viviendo en la casa de Rafaela Caballero de Barcelona, un edificio que ya no existe, que estaba en la calle Diagonal esquina con la calle Pau Claris.

Después de Barcelona, ¿dónde estuvo más veces?

En Lleida. Hizo los tres primeros viajes para examinarse. Y después, en 1941 fue dos veces para predicar ejercicios espirituales a sacerdotes y seminaristas. Una de estas veces tuvo que regresar corriendo a Madrid porque había fallecido su madre. Y una última vez, en el 43, pasó camino de Andorra, para la toma de posesión como Copríncipe del obispo Iglesias Navarro. Después ha estado en Girona, en 1966 y en 1972, y en muchos viajes pasó por varias poblaciones con el coche, pero eso no cuenta.

[EL LIBRO] NOS PLANTEA LA RELACIÓN DE CATALUÑA CON UN SANTO QUE VIVIÓ MOMENTOS MUY DESTACADOS DE SU VIDA EN ESTAS TIERRAS

¿Cómo encaja la aportación de este libro en la historia de la Iglesia en Cataluña?

Esto puede quedar un poco pedante que lo diga yo, pero hasta ahora no se había escrito mucho... Me parece que enriquece, porque nos plantea la relación de Cataluña con un santo que vivió momentos muy destacados de su vida en estas tierras. Y, además, san Josemaría siempre se consideró, "más de Lleida que de ningún otro sitio", catalán y aragonés.

Al principio me decía que hay algunas estancias que no se pueden documentar y que no me las diría. Alguna quizás sí...

Hay cosas que no se han escrito o que yo no he encontrado. Por ejemplo, hay un capítulo con las paradas en el aeropuerto de El Prat desde el 1948 al 1954. Yo sólo he podido documentar algunas con testigos, pero sabemos que ha habido cinco o seis viajes más entre Roma y Madrid y no sabemos si todos los aviones hacían escala en Barcelona. No lo hemos podido averiguar. Por ello, en el libro sólo hablo de las estancias de las que tenemos testimonios seguros. Posiblemente investigando más o leyendo más cartas encontraríamos otros lugares, pero yo ahora mismo no sé nada más.

Si algún lector sabe algo más, ¿mejor que se lo calle?

Que me lo diga, que me lo diga, ¡para la segunda edición!