Lola Fisac: leer entre líneas (1937)

Con motivo de la celebración de la fiesta de San Josemaría, reproducimos un artículo publicado en el diario 'El Día' en el que se recuerda la confianza que el fundador del Opus Dei depositó en los primeros fieles. Es el caso de Lola Fisac, natural de Daimiel (Ciudad Real). “Con sólo media docena de mujeres que sé que me seréis fieles, -escribía san Josemaría en los años 40- llenaremos el mundo de luces de Dios, de fuego divino. Tened fe en Dios, y un poco de fe en este pobre pecador”.

La tradición demuestra que muchas veces las grandes gestas que salpican la Historia han surgido del empeño de unos pocos que, gracias a su trabajo, pusieron los cimientos. Y Dios, Señor de la Historia, que podría hacer todo solo, siempre ha querido contar con la colaboración del hombre para sacar sus empresas adelante. Piensa en un puñado de hombres y de mujeres –con nombres y apellidos concretos- y les proporciona las condiciones, las ayudas y los medios necesarios para hacer realidad lo que, en un principio, no parece más que un sueño. Las biografías recuerdan que muchos de estos pioneros fueron tachados de imprudentes, temerarios o soñadores por sus contemporáneos. Pero ellos se mantuvieron firmes en su anhelo y eso les hizo grandes.

Uno de estos adelantados y forjadores de su época fue el Fundador del Opus Dei de quien se cumplen estos días los 29 años de su fallecimiento. San Josemaría Escrivá de Balaguer fijó su atención en esta tierra manchega desde los principios de la Obra, concretamente en Daimiel, donde vivía entonces la familia Fisac.

A la altura de sus 94 años, Lola Fisac, una de las primeras mujeres del Opus Dei, contempla emocionada y agradecida el largo recorrido vivido: desde aquel Daimiel de 1937, donde recibió las primeras referencias sobre el Opus Dei, hasta la Plaza de San Pedro el 6 de octubre de 2002 que acogía en torno a medio millón de personas para la Canonización de su Fundador.

La Obra es hoy una Prelatura personal a la que pertenecen 80.000 personas de los cinco continentes que han hecho suyo el mensaje que difundió san Josemaría y que él mismo resumió en una entrevista : “La finalidad a la que el Opus Dei aspira es favorecer la búsqueda de la santidad y el ejercicio del apostolado por parte de los cristianos que viven en medio del mundo, cualquiera que sea su estado o condición”. Este mensaje ahora suena a conocido, después del Concilio Vaticano II que ha subrayado la misión propia de los laicos en la Iglesia y en el mundo, pero en 1928, cuando Dios inspiró a san Josemaría la fundación del Opus Dei, la propuesta era insólita, cuando no sospechosa. Por éste y otros motivos, aquellas primeras personas que, correspondiendo a una llamada divina, se incorporaron a la Obra y ayudaron muy directamente en los comienzos de su labor apostólica a su Fundador merecen un especial reconocimiento.

Estos hombres y mujeres recibieron la gracia de poder ayudar, con su oración y su trabajo profesional, con su vida cristiana coherente, al Fundador del Opus Dei, ya desde la década de los años treinta. San Josemaría sabía que era Dios el que les había llamado y les había puesto a su lado y, a pesar de su juventud, tenía una confianza absoluta en cada uno. Y es que las historias personales de los primeros fieles de la Obra reflejan bien hasta qué punto Dios sigue invitando a los hombres a colaborar en sus proyectos, sirviéndose de contactos aparentemente casuales, de amistades, de parientes...

Es el caso de Lola Fisac, que conoció el Opus Dei a través de su hermano Miguel. Durante la guerra, ambos, junto con el resto de la familia, se encontraban refugiados en su casa de Daimiel. Hasta allí llegaban las cartas que san Josemaría escribía a Miguel. Para evitar la estricta censura que se impuso durante la contienda, el Fundador de la Obra las enviaba a nombre de Lola quien, a su vez, se encargaba de transcribir los borradores que le daba su hermano.

A través de este método epistolar, Lola va conociendo el espíritu del Opus Dei y, como señalaba en una ocasión, descubre “un camino de entrega que me parecía apasionante” . Atisba la llamada de Dios y, en mayo de 1937, a los 26 años, pide ser admitida en la Obra. Las circunstancias de esos primeros tiempos de vocación son duras: años de guerra, de inseguridad, de miedo y de escasez. Entonces el Opus Dei era una institución recién nacida, con muy pocos miembros –casi todos hombres- dispersos por toda la geografía española. Pero la decisión de Lola es firme: las palabras del Fundador, con el que mantendrá una asidua correspondencia durante esos años de la guerra, le han hecho descubrir un atractivo panorama de servicio a Dios y a los demás, al que dedicará su vida.

San Josemaría animaba a aquellos primeros a soñar en el futuro y les alentaba a pensar que aquel proyecto de Dios daría sus frutos y que lo que entonces veían pequeño, con la gracia de Dios y la correspondencia humana, crecería. ”Con sólo media docena de mujeres que sé que me seréis fieles, -escribía en los años 40- llenaremos el mundo de luces de Dios, de fuego divino. Tened fe en Dios, y un poco de fe en este pobre pecador (...) Habrá hijas mías catedráticos, arquitectos, periodistas, médicos...”.

Hoy, Lola Fisac tiene 94 años y ha podido comprobar en vida, lo que le anunciaba el Fundador. Miles de personas en todo el mundo, hombres y mujeres, solteros y casados, jóvenes y ancianos, participan de las iniciativas apostólicas promovidas por el Opus Dei. El mensaje de san Josemaría continúa ayudando a muchos cristianos a luchar por vivir coherentemente su fe en las circunstancias ordinarias y a santificarse en su trabajo profesional.

Con su impulso se han puesto en marcha, también, numerosas obras educativas y asistenciales: Universidades, como la de Navarra; asociaciones juveniles, como Quintanar; dispensarios; centros de capacitación profesional, como las EFAS de Manzanares, Bolaños, Alcázar de San Juan o Campo de Criptana, etc.

En realidad, todo estaba ya en el corazón y en la oración de san Josemaría, en aquellos lejanos tiempos de 1937: Lola supo leerlo entre líneas en las cartas que llegaban a Daimiel.

Documento de Word : San Josemaría Escrivá y Lola Fisac

Ana Juristo // El Día (Ciudad Real)