Joven, joven

Mauricio Valenciano es un hombre hecho a sí mismo: panadero, obrero y promotor de la industria en su pueblo.

Mauricio Valenciano es un hombre hecho a sí mismo. En el Relato de mi vida cuenta su larga trayectoria profesional.

Hijo de panaderos, durante su juventud emigró desde Albacete a Bilbao para trabajar como obrero en una fábrica. Luego puso un taller de pintura y sacó adelante, desde la nada, diversos empeños profesionales. En el 78 regresó a su pueblo: ”La zona no tenía industria ninguna y la gente, cuando dejó de haber trabajo en el Trasvase, se fue; y el pueblo se quedó medio vacío.

Pensé que tenía que hacer algo para promocionar a los demás. De eso nos hablan mucho en el Opus Dei: de nuestra responsabilidad personal. Nos recuerdan que como cristianos, no podemos mirar hacia otra parte ante los problemas ajenos. No nos dan la solución concreta; nos dicen: reza y decide ante el Señor cuál va a ser tu respuesta, como cristiano, ante esa situación en la que te encuentras.

Estuve dándole vueltas: ¿Qué hago? ¿Qué podemos hacer? Porque por este camino, como siga yéndose la juventud, el pueblo desaparece. Hasta que junto con otros del pueblo decidimos poner una fábrica de embutidos.

Comenzamos como pudimos, entre nosotros, trabajando mucho. Poco a poco levantamos las naves, y nos fue muy bien. Y lo mejor es que esto ha estimulado a los demás: ahora hay siete fábricas en el pueblo, y en los pueblos de alrededor también se van animando. Hacemos un embutido muy rico, y en las otras fábricas, que son de alimentación y de panadería, se ha vuelto a hacer pan de pueblo , ese pan sabroso, de un sabor tan especial, como el que hacían mis padres y mis abuelos”.