Shoah, shalom y Yahveh: son tres palabras hebreas que podemos comprender con facilidad: Holocausto, paz y Dios. Benedicto XVI visitó el Museo del Holocausto. Este gesto recordó su visita a los campos de concentración de Auschwitz y Birkenau, en mayo de 2006. El papa Ratzinger, «hijo del pueblo alemán», como él mismo se presentó, pronunció una frase que quedará para la historia. «¿Dónde estaba Dios en Auschwitz?», le preguntó un avezado periodista. «En la cruz», respondió lacónicamente, pero con una profundidad difícil de sondear. En esta misma línea, el Papa firmó también el otro día en el libro de honor de Yad Vashem las siguientes palabras: «La misericordia de Dios no se ha agotado»[1].
Tema central: la paz
Mientras en Jordania, Benedicto XVI apeló sobre todo a la razón, aquí en Israel ha acudido más bien a la fe común con nuestros «hermanos mayores»
Mientras en Jordania, Benedicto XVI apeló sobre todo a la razón, aquí en Israel ha acudido más bien a la fe común con nuestros «hermanos mayores», como llamó Juan Pablo II a los judíos. El tema central de sus palabras ha sido lógicamente la paz. Frente a quiene apelan a la guerra de religiones, el Papa constató que «algunos querrían hacernos creer que nuestras diferencias son necesariamente causa de división y, por tanto, como máximo [las religiones] deben tolerarse». Por el contrario, añadió, estas diferencias «ofrecen una espléndida oportunidad a personas de diferentes religiones para vivir juntos con profundo respeto, estima, aprecio, alentándose recíprocamente en los caminos de Dios»[2].
Convivencia y comprensión recíprocas. Benedicto XVI ha vuelto a proceder a su modo, dejando de lado las polémicas –por otro lado bastante previsibles– que han querido plantear algunos medios de comunicación. Ha pretendido ir al núcleo de la cuestión. Si antes propuso una «alianza de civilizaciones», ahora parece que añade a esta una alianza de religiones en esa búsqueda incansable de la paz. Por eso la planteó en una clave predominantemente religiosa. El sucesor de Pedro recordó que la paz «es ante todo un don divino» que hay que «buscar con todo el corazón». Luego es un don que hay que pedir a Dios con constancia y perseverancia, al mismo tiempo que se buscan los caminos humanos de la paz.
Si antes propuso una «alianza de civilizaciones», ahora parece que añade a esta una alianza de religiones en esa búsqueda incansable de la paz
Contribución de las religiones a la paz
El Papa-teólogo ha extraído de la Biblia dos palabras. Con la primera ha explicado las condiciones para la paz. Con la segunda ha iluminado el misterio de la Shoah, del innegable Holocausto. Apenas llegó el lunes a tierra de Israel, Benedicto XVI afrontó inmediatamente las cuestiones más controvertidas: primero la paz y la seguridad, luego la Shoah y el antisemitismo. El alcanzar la paz lo ha unido indisolublemente a ese «buscar a Dios» que ya había sido el tema dominante de su memorable discurso de París al mundo de la cultura, uno de los discursos capitales de su pontificado. Quaerere Deum, repetía entonces[3]. La paz viene de la búsqueda de Dios: si vis pacem –podríamos parafrasear el adagio latino–, quaere Deum. Y esta es una tarea esencial de las religiones. «A los líderes religiosos hoy presentes –dijo allí– quiero decirles que la contribución particular de las religiones para la búsqueda de la paz se funda primariamente en la búsqueda apasionada y complaciente de Dios»[4].
Pero también se ha ocupado de los caminos humanos de la paz. Benedicto XVI ha pedido la paz para los judíos y un Estado para los palestinos: «suplicó» a todas las partes implicadas que busquen una solución justa «para que los dos pueblos (Israel y Palestina) puedan vivir en paz en su patria, con fronteras seguras e internacionalmente reconocidas». El Papa aseguró también que la paz y la seguridad «se construye a través de la justicia» y reconociendo al otro «como a mi igual», «como un hermano, como una hermana».
"Probablemente no siempre es políticamente correcto, pero siempre es razonable, profundamente humano"
«La justicia da paz, tranquilidad y seguridad para siempre». Si vis pacem, por tanto, para iustitiam, podríamos continuar parafraseando en contra de toda guerra y violencia. «Suplico a todos los que tienen responsabilidad –seguía el Papa– que exploren todos los caminos posibles para la búsqueda de una solución justa para que los dos pueblos puedan vivir en paz en su patria». Ningún habitante de esta tierra «desea violencia, inseguridad o divisiones para sus hijos», y aseguró que «oye el grito» de los que invocan «justicia, paz, respeto para su dignidad». El presidente de Israel dijo que están negociando la paz con los palestinos y que espera esta llegue «en tiempos breves»[5].
Mientras que el tema de la seguridad –y es esta la segunda palabra hebrea que ha analizado– lo ha desarrollado el Papa a partir de la palabra bíblica betah, que quiere decir seguridad, pero también confianza: la una no puede estar sin la otra. La seguridad nace de la confianza, como la paz de la justicia. Y todo esto acompañado de esa irrenunciable búsqueda de Dios de la que había hablado antes. «Benedicto XVI –comentaba un estudioso de la Biblia– es una de las pocas voces libres que existen en la actualidad. Y por eso va contracorriente. Probablemente no siempre es políticamente correcto, pero siempre es razonable, profundamente humano»[6]. Pero el Papa resulta además profundamente divino, por su continua referencia al Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, es decir, en al Dios de Jesucristo.
Pablo Blanco Sarto
Facultad de teología. Universidad de Navarra
[1] Benedicto XVI reza en Jerusalén por las víctimas del Holocausto, «Diario de Navarra» (12.5.2005).
[2] Cf. Las diferencias religiosas no deben ser fuente de división, asegura el Papa, «Zenit» (11.5.2009).
[3] S. Magister,El Papa en Israel. Primer día, doble sorpresa, www.chiesa.it (12.5.2009).
[4] Discurso XVI en Yad Vashem, (Jerusalén, 11.5.2009).
[5] Reafirmación de la postura a favor de un Estado para los palestinos, «ABC» (13.5.2009).
[6] J.M. García, La gran batalla a favor de la razón, www.cope.es (11/05/2009).