San Josemaría Escrivá de Balaguer constituye, a mi ver, una novedad en la actualidad católica de nuestro tiempo, abriendo un camino a la contemplación que costó mucho hacerse entender. Y sin embargo, dentro de la Iglesia, no significa nada nuevo, ese camino desde el principio está en el Evangelio. Lo que Dios nos pide son adoradores en espíritu y en verdad y ese es el mensaje que propone el Opus Dei, proclamando que la santidad, la vida contemplativa, es posible dentro de las actividades ordinarias del cristiano. No sólo dentro del convento se hace uno santo, también es posible en la calle, en la familia, en el trabajo... ¡en todas las actividades humanas santificables! “Esta es la voluntad de Dios, que seamos santos”.
¿Y que es la contemplación? Pues es igual a acción de gracias, donación, entrega. Algo que mucha gente desconoce, porque ignora lo que son las acciones de gracias, las jaculatorias, el valor añadido que aporta el trabajo al ofrecimiento realizado a través del sacramento del bautismo, de la misma manera que el sacramento del orden permite transformar sustancialmente en cuerpo y sangre de Cristo, el pan y el vino...