Poco tiempo después, algunos miembros del Opus Dei visitaron al obispo para explicarle lo que planeaban hacer con la ermita de Torreciudad. El obispo quedó encantado con la idea y ofreció todo tipo de facilidades para emprender la obra.
Don Florencio Sánchez Bella me dijo: “Vamos a ir a Barbastro para tener allí una entrevista con el obispo de la ciudad, monseñor Flores, en relación con la ermita de Torreciudad, pues se pensaba que era uno de los posibles sitios donde se podría realizar ese sueño de San Josemaría”. En el viaje tuvimos tiempo para hablar, D. Florencio me había dicho que el obispo estaba muy a favor, porque claro, era una ermita que estaba prácticamente arruinada por la guerra y destrozada, y la diócesis no tenía dinero para restaurarla. La idea era no solo restaurar la ermita, sino también construir junto a ella una iglesia grande y lugares para alojar peregrinos. Esto le pareció una idea estupenda.