En Granada...

Somos ecuatorianos. Mi marido se vino a España en el año 2000 para abrirse camino, y yo me quedé en mi país con los niños. Fue lo que más me costó: quedarme allí sola con los niños, aunque yo tenía mi trabajo, y mi madre y mi hermana me ayudaban.

A Dios gracias, tomé la decisión de venirme con mis niños en la primavera del 2003. Aquí en Granada he tenido buenas experiencias: no tuve dificultad para conseguir trabajo y encontré gente buena que me apoyó en todo momento. 

Aunque en Ecuador también está el Opus Dei, yo hasta que vine aquí no sabía nada. Lo conocí porque una hermana de mi marido estaba un día rezando en la Virgen de las Angustias, y una señora le preguntó si conocía gente interesada en participar en unas clases de integración. 

Mi cuñada me lo dijo a mí y yo se lo dije a mis amigas y comenzamos a reunirnos en un centro del Opus Dei todos los sábados: unas veces íbamos quince, otras veinte, y otras veces hasta treinta señoras: gente emigrante de fuera, de mi país y de otros países de América, que no nos conocíamos antes. 

Allí hemos aprendido muchas cosas de formación, sobre la educación de los hijos y la familia. Hemos ido a conocer muchas cosas de Granada y tenemos charlas sobre el modo de preparar la comida, clases de ordenadores y de fe cristiana.

Gracias a Dios, mi marido, mi madre, yo, hemos sido católicos desde siempre: desde que tengo uso de razón voy a Misa todos los domingos y he intentado practicar lo bueno, como enseña la Iglesia. Me ha gustado cumplir con la Iglesia y con los sacramentos. Por eso me ha parecido muy hermoso todo lo que conocido en esta Obra para llevar una vida cristiana.

He visto que aquí alguna gente sólo va a la iglesia cuando tiene un compromiso: bodas, comuniones… Pero luego, se olvidan. Algunas amigas se sorprenden y me preguntan: ¿Cómo? ¿Todos los domingos vas a la Misa? 

Alayos

En esas charlas con señoras nos hablaron del Club Alayos, cuando tenía su sede abajo, al lado del Ambulatorio. Lo vimos y nos gustó. Y desde entonces mi marido y yo asistimos aquí a las charlas familiares y al Triduo de la Navidad, y el niño viene al club desde hace cuatro años. Aquí practica su deporte y va a la catequesis de confirmación.

Mi marido está muy contento con el Club, lo mismo que yo. Cuando veo cómo está la juventud, nos alegra que siga viniendo, porque estamos seguros de que aquí aprenderá muchas cosas buenas.