Este sacerdote de Alustante ha tenido variadas responsabilidades en su diócesis de Guadalajara y mantiene diversos contactos con los medios de comunicación de su entorno. Ha dirigido varios programas de radio y escribe con frecuencia en la prensa local.
Pero esos son sólo algunos aspectos de su vida, en la que debe atender, como tantos sacerdotes españoles, numerosos encargos pastorales. Todas las mañanas, tras celebrar la Eucaristía, se reúne con alguno de los seis departamentos del Consejo de Pastoral parroquial; luego vienen las visitas a los dos colegios públicos del barrio y la atención a las actividades de integración de inmigrantes. Un 12% de sus parroquianos son inmigrantes, procedentes de diversos países. Luego le llega el turno a la atención de mayores... "Me gusta decir que la vida del párroco es lo más parecido a la Medicina general: la catequesis de los niños, un retiro para sacerdotes, el curso de pintura, las treinta y dos comuniones de enfermos que tengo para mañana..."
En este marco nació su libro. "El origen de la primera edición de Oraciones del Cristiano fue la vida misma. En los años setenta muy pocos podían acceder a los estudios medios y superiores y cuando iba a confesar a los soldados del cuartel del Fuerte de San Francisco, al decirle la penitencia –que rezaran una Salve, por ejemplo- me pedían con frecuencia que se la escribiera en un papel, porque muy pocos se la sabían de memoria.
Así fue como se me ocurrió escribir las principales oraciones en un pequeño folleto. La primera edición fue de 2.000 ejemplares. Luego, con el paso del tiempo, lo fui completando, y ahora se ha convertido en un libro breve, dividido en tres partes: oraciones, sacramentos y resumen del Catecismo".
Don Victorio pertenece a la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz, Opus Dei, y es autor de otras obras como "Nos vamos a casar" o "El Bautismo de nuestro hijo", que ocupan puestos destacados en las listas de superventas de contenido religioso; pero su best-seller por excelencia sigue siendo las “Oraciones del cristiano”.
"Es un best-seller –puntualiza- en ejemplares vendidos, pero no en dinero para el autor, porque para afrontar cada nueva edición tengo que pedir un crédito. He aprendido mucho de la generosidad de la gente de Guadalajara: les he visto levantar sus parroquias con su sudor y su dinero en unos momentos en los que no tenían ni sus pisos hechos. Fue muy bonito y edificante ser testigo de ese testimonio ejemplar del que surgieron esta parroquia; la de San Pedro Apóstol, en la que también trabajé; y otras cinco, con una feligresía formada por gente de toda la provincia que llegaba a esos barrios de inmigración de los años setenta y ochenta".
Cuenta que ha recibido numerosas anécdotas de sus lectores, como la de aquel chico de la Alcarria que se embarcó como marinero en un buque mercante rumbo a las antípodas con un ejemplar introducido sabiamente por su madre en su macuto de marinero. Tras un desgraciado accidente en el que murió un compañero, ya cerca de Australia, se dispusieron a hacer en el barco una sencilla ceremonia de despedida. El capitán preguntó si alguien quería decir unas palabras, y el chico sacó el libro. Gracias al él, la tripulación pudo rezar unas oraciones por el alma del marinero fallecido.
Al despedirse, pide “una oración por mi parroquia y por este cura de pueblo que celebró el año pasado las bodas de oro de su ordenación sacerdotal".