La finca de Quintanes se encuentra en la comarca catalana de Osona, cerca de Vic. Tiene una superficie de 200 hectáreas con campos, bosques y prados. El edificio central es una casa solariega del siglo XVIII, rodeada por un entorno natural privilegiado. Dispone de pabellones con aulas, laboratorios y talleres, también hay una residencia para estudiantes, servicio de comedor con cocina propia, gran espacio ajardinado, instalaciones deportivas, piscina, zonas de recreo y una capilla.
El centro imparte ciclos formativos de formación profesional de Grado Medio y Superior, así como cursos no reglados de formación para antiguos alumnos y profesionales del sector. Toni Martorell es su director desde 2009. Él conoce bien qué es y qué quiere ser Quintanes: “la única escuela agraria de Cataluña que ofrece todas las especialidades agrarias: agropecuaria, forestal y jardinería, tres de grado medio y tres de grado superior”. Este es un rasgo distintivo de Quintanes, dado que otras Efas como Fonteboa en Galicia o La Malvesía en Valencia, diversifican la oferta educativa con la ESO y ciclos formativos de otras familias de la formación profesional.

¿Quién forma parte de Quintanes?
Actualmente, la escuela cuenta con 250 alumnos, lo cual significa que todas las plazas que puede ofrecer están asignadas. En cuanto a la distribución geográfica, el 30 % del alumnado procede de la misma comarca de Osona y el 70 % restante de las comarcas cercanas: Ripollès, Garrotxa, Bages, Vallès Oriental, pero también del Empordà, Ulldecona o la Seu Urgell e incluso de Menorca.
Muchos son los alumnos que proceden del entorno rural. Un 60 % aproximadamente de los alumnos que estudian producción agropecuaria o ganadería procede de familias que tienen algún negocio agrícola o ganadero, en cambio de la especialidad forestal y de jardinería-paisajista no se da un porcentaje tan alto y el alumnado es más diverso.
Las familias son quienes han dado vida a la escuela, con una gran implicación especialmente en sus inicios. “Un padre que tiene un hijo en Quintanes, está orgulloso, y si hablas con campesinos de la plana de Vic, la gente que ha tenido vinculación con la escuela, Quintanes lo lleva en el corazón”, dice Xavi Busquets, uno de sus 2.500 antiguos alumnos. Un sentimiento que se ha mantenido según reafirma el actual director.
Un modelo educativo iniciado en los años sesenta
El modelo educativo es un sistema pedagógico importado de Francia en los años sesenta. En aquella época, los jóvenes que vivían en el entorno rural no estudiaban porque tenían que ayudar en su casa en las tareas del campo. Los padres preocupados por dar una educación a sus hijos se implicaron en promover este modelo educativo, las denominadas Maison Familiale Rurale que alternan estancias en la escuela con las prácticas de trabajo. “Dos fieles del Opus Dei, el ingeniero industrial Joaquín Herreros y Felipe González de Canales fueron los promotores en España de estas Escuelas Familiares Agrarias (EFAS). Recogieron los afanes de san Josemaría por la promoción humana, económica y social del medio rural y al conocer el modelo francés vieron que podía encajar para dar solución a esa inquietud”, explica Martorell.

Sin embargo, la realidad del mundo rural ha cambiado bastante en estos años. Actualmente, la población activa agraria en Cataluña se sitúa en torno al 1,2 %, y las explotaciones han pasado de ser muchas y de pequeñas dimensiones a un grupo más reducido, pero de grandes dimensiones.
Esta realidad sociológica ha marcado el camino de las EFAS. Algunas han diversificado la oferta educativa para adaptarse a los cambios, por su parte la apuesta de Quintanes ha sido centrarse en ciclos formativos y profesionales de la familia agraria y en esto “trabajamos, manteniéndonos atentos a la vez a todos los cambios tecnológicos que llevan los tiempos; la escuela debe estar muy activa, por poner un ejemplo, si el sector forestal funciona con drones para controlar las copas de los bosques y controlar incendios, debes disponer de drones y esto implica a la vez tener gente preparada, ingenieros, veterinarios, biólogos, y profesorado bastante joven, algunos antiguos alumnos, todo ello un reto”, comenta Martorell.
La familia Quintanes
La clave del éxito de Quintanes es “el acompañamiento en la construcción del proyecto personal, profesional, intelectual de cada joven. Escuela, formadores, empresa, familia… todos juntos trabajamos con la principal finalidad de formar jóvenes emprendedores”, tal y como sigue explicando Martorell.
En la visita a Quintanes, Xavi Busquets afirma sin dudar que su mejor referente es un labriego y está muy agradecido a la escuela porque toda su formación, según explica, arranca en Quintanes, donde aprendió “la sabiduría del sentido común. Con el acompañamiento personalizado, que recibí desde el primer día, descubrí algo tan fundamental como el valor de formarme humana, profesional y espiritualmente”. Como muestra de la gratitud personal, seguramente es el hecho de que ahora está comprometido en promover Quintanes para que siga siendo un proyecto vivo, sostenible, dado que además está convencido de que “si el mundo rural desaparece, empobrecemos a la sociedad del conocimiento”.
La escuela Quintanes cumple una función de promoción y desarrollo del mundo rural por eso muchos antiguos alumnos actualmente están trabajando en explotaciones agrícolas ganaderas, y estuvieron presentes en las movilizaciones del mundo rural que se produjeron a principios de año en Cataluña con tractores atravesando la Diagonal de Barcelona defendiendo al sector.
La vinculación entre alumnos, y los que ya han terminado los estudios está viva gracias a las prácticas de trabajo que en muchas ocasiones se realizan en empresas de antiguos alumnos o en las visitas de estudios que se realizan en estas mismas empresas. “Recientemente, hemos recibido la visita de un padre que venía a informarse para matricular a su hijo y me comentaba que él era de la promoción 10; también hace poco vino otro chico pidiendo información y recordaba que su abuelo había estado estudiando en Quintanes en la segunda promoción que salió de la escuela”, comenta Toni.
La vivencia de la fe
La formación dada en Quintanes también deja espacio a la fe. En la visita encontramos a Josep Maria Viñolas, sacerdote de la prelatura del Opus Dei e ingeniero técnico agrícola. Él recuerda bien la relación de los santos y el calendario litúrgico y la cosecha, proviene de una familia de ganaderos, que ha vivido los cambios y las reconversiones necesarias del sector agrario para sobrevivir, la explotación familiar es conocida por muchos de los estudiantes de Quintanes con quienes comparte ratos de conversación. Suele ir un día a la semana y cuando va, charla con los alumnos, profesores y abre la pequeña capilla poniéndose a disposición de los alumnos.

Después de las vacaciones, Quintanes abre las puertas para recibir a los doscientos cincuenta alumnos que llenarán las aulas, pero dispuestos a la vez a subirse a los árboles, a poner en marcha los motores y disfrutar del proyecto que los profesores y toda la familia Quintanes ponen al servicio del mundo rural, del territorio cerca de las personas y la tierra.