Despedida a "un siervo fiel"

El funeral por el empresario Senén Bodes Rubio sirvió para recordar su amor a Dios, la familia y el trabajo

"Dale descanso Señor ...", cantó el Coro Manín de Lastres al comienzo del funeral por el eterno descanso de Senén Bodes Rubio, que ofició su hijo sacerdote, Don Manuel, en la iglesia parroquial de San Juan el Real, donde todos los días acudía a misa antes de iniciar la jornada.

Cientos de personas acompañaron en el templo a su viuda, María del Carmen García Argüelles, y a sus diez hijos "en la esperanza cristiana de la resurrección de una persona buena que se hacía querer", recordó el sacerdote al tiempo que parafraseaba a Séneca: "Ser bueno es una obra de arte".

La vida de Senén Bodes la sostenían tres pilares fundamentales: Dios, la familia y el trabajo, y en todos ellos confluía un único objetivo: buscar la santidad, y por eso abrazó al Opus Dei, y a su fundador San Josemaría se encomendó. "Fue un siervo fiel", resumió su hijo desde el altar cuando el coro comenzaba a cantar "Estrella de los mares, cuyo reflejo en mis ojos de niño resplandecieron...".

Senén Bodes fue "un activista" católico, como recordaba ayer en estas páginas el periodista y amigo Esteban Greciet, que repasó su andadura cristiana desde la Juventud de Acción Católica hasta ahora, así como su trabajo como empresario. "Mi padre cuando nos mandaba rezar nos decía que no olvidáramos nunca hacerlo también por sus empleados", recordó Don Manuel.

Senén Bodes había fallecido el pasado domingo en Oviedo después de una larga enfermedad, y y ayer recibió cristiana sepultura, tras el funeral de cuerpo presente, en el cementerio de El Salvador.

Senén Bodes había llegado muy joven a Oviedo procedente de León, igual que otros importantes empresarios de la época, como Nilo del Cano, con el que comenzó en el negocio textil y que ayer asistió al funeral. Más tarde enfocaría su actividad empresarial en el sector hostelero, siendo el fundador de la cafetería-confitería Santa Cristina y de la cafetería Abantos.

Noticia original

Á. Fidalgo

La Nueva España