Nací en Valencia, España, hace unos cuantos años en el seno de una familia de artistas y navegantes. Estudié Bellas Artes, profesión a la que me dedico.
Hace cinco años me subí a un autobús, como tantas veces. Frente a mí estaban dos señoras "habla que te habla". No es que estuviera pendiente de la conversación, pero ese acento... sin duda, ¡era venezolano!
-Buenos días. ¿Son ustedes de Venezuela? -Pregunté. Y comenzó una estupenda conversación como si nos conociéramos de toda la vida. Así son los de la tierra coromotana*. Y así son también fuera de su querida tierra, que tanto extrañan. Pero la perplejidad llegó al decirles que yo me iba a vivir allí: -¿Cómo? Debes irte por trabajo o por amor? - Por las dos cosas- les dije yo.
Sí, me vine a Venezuela a vivir, a echar raíces y a trabajar como una artista más, a hacer mío este país, y a contribuir en la estupenda labor de recristianización que la Iglesia tiene aquí. ¿Que por qué? Porque hacía falta y yo quise.
Un entorno que se desmorona
A todo el "mundo mundial" llegan noticias de Venezuela, de su crítica situación, de la división de un pueblo cálido y "echador de broma", como se dice aquí. Pero el día a día es normal: levantarse, trabajar, comer, relacionarse... Y se reza mucho sencillamente porque hace falta.
Las actividades son las ordinarias aunque el entorno se desmorona. La inseguridad personal y la inseguridad del futuro siempre atenaza los planes... las personas viven con un miedo latente... pero a la par -con una gran confianza en Dios- continúan haciendo lo de siempre... y siguen "echando broma".
Esas actividades cotidianas son las que San Josemaría consideraba "el lugar de nuestro encuentro con Dios", y por eso, en medio del caos sin aparente salida en que se encuentra el país, puede haber una gran fuente de paz y unidad.
Glosaré esta idea con una anécdota: Mi trabajo –como buena artista– siempre ha sido variopinto: mi tiempo se reparte entre el ámbito de proyectos educativos de enseñanza media y superior, y la actividad pictórica: encargos, exposiciones, etc. Hacerse un nombre en otro país no es nada fácil pero, después de unos años en mi nueva tierra me siento como una venezolana más, que tiene que ganarse el pan en medio de una situación política y económica difícil.
Hablar de Dios con naturalidad
Además de en mi ámbito profesional, encuentro otras muchas ocasiones de hablar de Dios con naturalidad. Durante las esperas, por ejemplo, surgen de forma espontánea conversaciones amistosas, típicas en esta tierra, que acaban convirtiéndose en unos interesantes diálogos sobre lo divino y lo humano.
En una de tantas, intentando compartir qué significa ser cristiano en medio del mundo, a mi interlocutora "se le abrió un mar Caribe" al captar que precisamente su trabajo, la vida familiar, esas abundantes dificultades presentes -y las que se temen que vengan-, vividas con amor y sobrellevadas por amor a Dios, nos llevan al Cielo: dormir, trabajar (en mi caso incluso pintar un cuadro), leer el periódico, lavar la ropa, recoger al niño, ir al cine, coger el autobús, comerse una arepa… eso mismo, nada más, lo que todos hacemos.
-¿Cómo?, Me preguntó la señora, repíteme eso de nuevo, me retó. Su cara era un poema. ¿Y lo de ir a Misa?
- Sí, eso es un rato, es el alimento, pero hay que procesarlo durante el resto del día.
Unas semanas después me la volví a encontrar casualmente en la misma sala de espera:
-¿sabes?, me he acordado muchas veces de nuestra conversación y me está cambiando la vida. Lo que antes me suponía un mal humor constante, ahora me supone un medio asequible para ser feliz, hacer felices a los míos, cambiar el ambiente de mi casa e irradiar comprensión a los vecinos y demás personas que no piensan como yo. ¡Y encima Dios me premia!
Sí, el venezolano reza; a su manera, pero reza sin complejos. Y no porque rezar sea un consuelo, sino porque tienen muy claro que su Madre del Cielo no les deja. Porque esta situación no hay hombre que la arregle. Como dicen ellos: ¿Cuál es el rollo?
* (adjetivo aplicado a los devotos de Nuestra Señora de Coromoto, Patrona de Venezuela)