La ONG Braval está situada en el barrio barcelonés del Raval. De hecho su nombre es un juego de palabras entre Barcelona y Raval, que es conocido por su alta concentración de población migrante y un riesgo siempre presente en las familias que allí viven: la exclusión social, la pobreza y la falta de integración y de lazos sólidos con la que es ahora su ciudad.
Por ello Braval es desde su nacimiento un proyecto muy pegado al barrio y a su gente y que buscaba un impacto social a nivel local pero con proyección universal. “El barrio es problemático, pero está tranquilo, ha cambiado para bien, aunque hay problemas, claro. Filipinos, pakistaníes y ciudadanos de Bangladesh son las nacionalidades con más presencia. En otro orden de cosas, se ha hecho mucha limpieza de narcopisos”, explica Josep Masabeu, su actual presidente.
Algunos medios de comunicación como El Debate, Ecclesia o Europa Press se han hecho eco de esta iniciativa social y educativa del Opus Dei, que se propone integrar a estos chicos en la sociedad a través del deporte y el apoyo escolar.
Uno de ellos es Marc, un joven filipino a quien Braval ayudó cuando acababa de llegar a España con 8 años. Empezó a jugar en el equipo de fútbol y a estudiar por las tardes. Allí hizo una red de amigos con los que pasaba un buen rato en un ambiente de ocio, estudiaba y además le apoyaban con todo lo que necesitara, tanto en el colegio como en su casa.
Ahora tiene 24 años, está estudiando Administración y Dirección de Empresas y colabora como voluntario con Braval: “Gracias a Braval, yo estoy donde estoy, acabando la carrera. El aspecto afectivo, que es como muy difícil de tipificar, de sumar y de restar, es lo que hace que al final esto vaya adelante”, explicaba a los medios.
Valores dentro y fuera de la cancha
Cuando esta ONG empezó a andar en 1998, eligieron este barrio precisamente por sus condiciones sociales: querían impulsar la educación, el éxito profesional y humano y la integración de aquellos menores en la sociedad. Por entonces, a penas el 10 % de la población era migrante. Actualmente ese porcentaje se ha elevado al 51 %.
“Partieron de unos equipos improvisados de fútbol en la calle, formados por chicos de varias nacionalidades. Poco a poco empezó a acudir a la asociación una multitud de niños y jóvenes. Hoy, 25 años después, por sus actividades han pasado 1.600 participantes de 30 países distintos, que hablan diez lenguas y profesan nueve religiones”, cuentan en Alfa y Omega. Además, los valores que inculca el deporte son los mismos que Braval quiere transmitir: esfuerzo, perseverancia, compañerismo, trabajo en equipo, humildad, etc.
Precisamente por su vinculación con el Opus Dei, Braval no es una ONG confesional: entre las personas que acuden allí se profesan hasta nueve religiones diferentes y el respecto y el interés mutuo es la tónica habitual. Así lo cuenta su presidente: “Nosotros respetamos todas las creencias, pero no escondemos nuestra identidad cristiana. Viene un sacerdote del Opus Dei un día o dos por semana, y los que quieren hablan con él. Es más, los chavales hablan mucho de religión. Porque casi cada día es la fiesta de alguna religión. ¿Qué fiesta es? ¿Qué celebráis? ¿Por qué comes de esto y de esto otro no? ¿Vienes a mi fiesta? Yo iré a la tuya… Son conversaciones normales entre los chicos", afirma.
Sin embargo, sí que se procura que el espíritu cristiano impregne todo lo que hacen: dignidad intrínseca de cada persona independientemente de sus circunstancias, acogen a todo el mundo sin distinción, inculcan en los chicos un deseo de ser profesionales y responsables con su trabajo y que sean ciudadanos preocupados por mejorar los problemas de la sociedad.
Un proyecto tejido con los voluntarios
Braval sale adelante gracias a sus voluntarios, como es el caso de Marc, que, agradecido por todo lo que recibió en su día, ahora quiere devolverlo con su tiempo.
Así lo explica un artículo de Omnes, citando en una entrevista a su presidente: “Funcionamos exclusivamente con voluntariado. En un año colaboran 160 voluntarios de diversos perfiles, que dedican en Braval 15.000 horas anualmente a ayudar a los demás. Desde el principio hemos tenido 1.010 personas voluntarias. Estamos orgullosos de tener ya voluntarios procedentes de los jóvenes que habían participado en los programas. Ellos mismos se han vuelto solidarios”.
De los 1.600 chicos que han ayudado a lo largo de estos 25 años, han obtenido un 90 % de éxito escolar en la ESO, 220 han hecho bachillerato, 310 ciclos formativos, 27 han terminado los estudios universitarios y 580 trabajan con contrato, habiendo resuelto todos los trámites legales y administrativos.