"Más que una seña de identidad, a mí me gusta decir que la capilla de adoración perpetua de nuestra parroquia es un tesoro. Todo comenzó por iniciativa del anterior párroco hace ya cinco años, tal vez con idea de mantener la adoración eucarística durante un tiempo... y ya llevamos cinco años, 24 horas al día, 365 días al año. Es una maravilla ver cómo la gente viene a rezar, a acompañar al Señor... Los momentos de más concurrencia son el anochecer y el amanecer. También está viniendo últimamente mucha gente a mediodía: trabajan por aquí y a la hora de comer, toman algo rápido y luego se acercan a rezar".
Don José Carlos es también capellán de la Facultad de Filosofía de la Complutense y de una residencia de ancianos; es socio de la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz y, desde luego, "no me aburro, no. Apenas atiendo mi cuenta de Facebook. En la parroquia tenemos una comunidad neocatecumenal, un grupo de renovación carismática, catequesis de Comunión, post-Comunión, Confirmación, cursos para novios...; también atendemos un comedor de personas mayores en el que comen caliente a diario 25 personas; distribuimos mensualmente más de 300 lotes de alimentos a familias necesitadas; hay una asociación de mayores muy activa y con numerosas actividades, reuniones de alcohólicos anónimos y ludópatas anónimos..."
Le preguntamos por el impacto de la crisis económica entre sus feligreses y nos comenta que "las cuatro mil personas que pertenecen a esta parroquia son sobre todo gente mayor, entre la que tal vez se nota menos una crisis; pero desde luego se nota. Por ejemplo, este mes hemos dado 312 lotes de comida que nos facilita el Banco de Alimentos, y en el mismo mes del año pasado sólo nos solicitaron 14".
"Me gusta explicar -continúa para reconducir la conversación hacia lo que tiene en la cabeza- que la parroquia está para que la gente descubra que la Iglesia es una familia en la que se les acoge y se les cuida uno por uno, no por lo que tienen si no por lo que son. Es una maravilla presenciar cuando una persona descubre a Jesucristo, y eso sucede a menudo, gracias a Dios, en el entorno de las catequesis de Bautismo o de Comunión, cuando los hijos acercan a los padres, y éstos encuentran algo que buscaban sin saber bien dónde. Por ejemplo, cada año tenemos algún Bautismo de adultos".