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Dar a conocer a Jesucristo

Acoger a todos, dar cariño, no rechazar a nadie. Estos son los consejos que da el Fundador del Opus Dei para imitar a Jesucristo, porque Él “tampoco rechazaba” (vídeo: 1’31’’).

“San José, padre del Señor”

El Fundador del Opus Dei veía en san José al padre fuerte y cariñoso que Cristo quiso tener en la tierra. A él le pedía que le enseñase a tratar a María y a Jesús: “¡Cómo lo abrazaría, cómo lo besaría!...” (2’15’’).

“Cuando hablo con Él, hablo así…”

¿Cómo se puede amar más al Señor?, preguntaron a san Josemaría. El sacerdote contó con sencillez cómo era su trato con Dios. "Hay que visitarlo, conversar, intimar, verlo con los ojos del alma..." (3’52’’).

"En la calle, eres templo de la Trinidad"

Los hombres podemos hablar con Dios ante el Sagrario o cuando comulgamos. Pero san Josemaría explica en este breve vídeo que también cuando vamos por la calle, o en el trabajo, o en casa, podemos ser templo donde vive Dios: "Búscame dentro de ti, que allí estoy" (02,30'').

La Santa Misa

San Josemaría habla sobre la presencia de Cristo vivo en el Pan y el Vino consagrados. "Señor: sé que vives, que estás ahí escondido por Amor" (1'18'').

¿Cómo vivir si no estamos enamorados?

Sin el amor, la vida no sería vida. Por eso san Josemaría aconsejaba “enloquecer de amor”, sea un amor del Cielo o de la tierra (0’58’’).

San Josemaría habla del cielo

San Josemaría decía que “la felicidad del Cielo es para los que saben ser felices en la tierra”. Pero, ¿en qué consiste esa felicidad? ¿cómo será el Cielo? “El Cielo es… el amor”, responde el santo en este vídeo (0’50’’).

Ejemplo cristiano en el trabajo

¿Cómo mantener la dignidad, dando la cara en un ambiente poco cristiano? Esta pregunta, tan actual, se la hicieron a san Josemaría en 1972. Y ésta fue su respuesta (vídeo: 0’44’’)

Mirar al crucifijo

Acordarse de Dios en el trabajo no siempre es fácil. Un pequeño crucifijo sobre la mesa puede ayudar a dirigir el pensamiento al Señor mientras continuamos con nuestras tareas. Así lo hacía san Josemaría (00’38’’).

“Estoy roto, pero sigo sirviendo”

Las cosas más propias de la vida ordinaria sirven para hacer oración. Una sopera rota, por ejemplo. San Josemaría decía que él era así, como una sopera rota -por los pecados- y arreglada -gracias a la confesión- que seguía sirviendo buen alimento a los demás (01’58’’).