Guadalupe tuvo la oportunidad de celebrar la Navidad en distintos lugares, como Madrid, Bilbao, México o Roma. Su epistolario (que se conserva en el Archivo General de la Prelatura) y los testimonios de quienes la conocieron, nos permiten acercarnos a algunos de esos momentos que están llenos de detalles espirituales, familiares y solidarios. Entre todos ellos, destacamos algunos relatos de sus Navidades mexicanas, escritos con la novedad de quien se sumerge en otra cultura; y su compromiso con los barrios más necesitados del Madrid de la época, a su regreso a España, en la última etapa de su vida.
Ya están todas las casas con los preparativos de Navidad: Nacimientos, piñatas y adornos. Hoy fue la posada de los niños del catecismo; mañana es la de las obreras
Posadas y piñatas
En las biografías de Guadalupe publicadas hasta el momento, las autoras coinciden en su deseo por hacerse y disfrutar con la cultura mexicana desde su llegada a América. Quizá uno de los momentos más significativos cuando alguien se traslada a un nuevo país son precisamente las fiestas de Navidad, que además, en el caso de México, están llenas de tradiciones propias. Las posadas son unas fiestas populares mexicanas, celebradas nueve días antes de la Navidad, que recuerdan el peregrinaje de María y José desde su salida de Nazaret hasta la ciudad de Belén, donde buscan un lugar para alojarse y esperar el nacimiento del Niño Jesús. Este peregrinaje culmina con las piñatas, una tradición con un significado espiritual que además vienen repletas de contenido material, pues al golpearlas y romperlas están llenas de dulces para los niños. En una carta escrita en 1954 a Cristina Ponce, mexicana, le decía: “Ya están todas las casas con los preparativos de Navidad: Nacimientos, piñatas y adornos. Hoy fue la posada de los niños del catecismo; mañana es la de las obreras.” (Carta a Cristina Ponce, desde México D.F., el 19 de diciembre de 1954).
La tradición de las piñatas le acompañó más allá de sus años en México. De hecho, en las Navidades romanas de 1957, Olga Marlin, que vivía en Roma en aquellos años y más tarde se trasladaría a Kenya, relataba lo siguiente: En alguna tertulia antes de la Navidad, Guadalupe nos habló de “las piñatas” típicas de México, y tenía la ilusión de que le ayudásemos a hacer una. Nos entusiasmó a todas con su alegría contagiosa, y esperábamos el momento de verla terminada llena de golosinas, y golpearla con palos. Por lo menos, entendí que era algo así. Al final no se pudo hacer. No fue posible, pues Guadalupe sufrió en aquellas fechas un ataque cardíaco muy grave del que luego se recuperó.
Guadalupe nos habló de “las piñatas” típicas de México, y tenía la ilusión de que le ayudásemos a hacer una. Nos entusiasmó a todas con su alegría contagiosa, y esperábamos el momento de verla terminada llena de golosinas
En las cartas de Guadalupe en torno a la Navidad, las consideraciones más espirituales se entremezclan con otros asuntos típicos de estas fiestas, como lo gastronómico o los regalos. Así, en una carta a su madre desde México D.F., el 28 de diciembre de 1953, le dice: ¿Cómo pasasteis la Navidad? Ya llegó Isabel y el baúl con las cosas, pero todavía no me lo trajo, porque nos vinimos aquí; al regreso, me encontraré los regalos (Carta a su madre desde México D.F. el 28 de diciembre de 1953). En otra misiva, los protagonistas son los pollos y los pavos: La Nochebuena y Navidad fue con pavos y pollos, que la mayoría los trajimos del rancho, unos regalados y otros muy baratos; también aquí nos han regalado. (Carta a san Josemaría, México D.F., 26 de diciembre de 1951).
Relata con especial ilusión los Triduos de Navidad -se trata de la celebración de la Santa Misa los tres días previos a la Nochebuena- con las familias de las universitarias y las campesinas que vivían en las residencias de la Obra; veía en estos encuentros, espirituales y festivos, una oportunidad de abrir las puertas de las casas del Opus Dei a quien quisiera acercarse: Hoy voy a ir a ver a Lolita (la hermana de Marta) para invitarla al triduo que vamos a tener en Orizaba para nuestras familias, el 21, 22 y 23, como preparación de la Navidad. También queremos que vengan a la Misa de media noche del día 24. Así, que Marta lo encomiende, porque queremos que sea un mayor acercamiento de las familias a la Obra. (Carta a Marichu Arellano, México D.F., 17 de diciembre de 1955).
El día de Nochebuena conseguimos un donativo de bolsas con la cena y comida de Navidad bastante completo . Así que todas las familias de los dos barrios donde tenemos los dispensarios (Belmonte y Valdebebas) comieran ese día jamón, chorizo, turrones..., lo que comen los ricos.
Belmonte y Valdebebas
Durante al menos tres años consecutivos, Guadalupe promovió una acción solidaria entre sus amigos y conocidos en Madrid, para que las personas más desfavorecidas de algunas barriadas extremas pudieran disfrutar de la Navidad. La acción se centraba en los barrios de Belmonte y Valdebebas, donde existían dos dispensarios médicos que atendían personas del Opus Dei y sus amigos. Guadalupe seguía de cerca la actividad de estos dos dispensarios. En sus letras se trasluce su alegría, tanto por los que reciben esos obsequios como por los que se implican para hacerlo posible. Además, con sentido del humor, alude a su enfermedad del corazón. Así se lo contaba a san Josemaría en una carta escrita en 1959: “El día de Nochebuena conseguimos (…) un donativo de bolsas con la cena y comida de Navidad bastante completo (…). Así que todas las familias de los dos barrios donde tenemos los dispensarios (Belmonte y Valdebebas) comieran ese día jamón, chorizo, turrones..., lo que comen los ricos. Las bolsas las llevamos casa por casa. Trabajaron en el reparto con una alegría inmensa (…). Padre, estoy segura de que le hubiera gustado ver cómo colaboraba todo el mundo. Los chóferes de los camiones, los maridos de las señoras. Los chicos del barrio que nos llevaban las cajas llenas de bolsas. A nadie le faltó porque fueron en total 1.000 bolsas y el número de familias de los dos barrios no era tanto. También llevamos algunas a los pobres del barrio de la Basílica de San Miguel, aunque de ellos ya nos habíamos ocupado con anticipación y un grupo de señoras repartió donativos y comidas a los pobres que otros años había costumbre de atender, para seguir la tradición. Cada día, aquella gente está más asombrada. Ahí la mayoría de los pobres eran viejecitas de casi 80 años (casi todas enfermas del corazón -lo que quiere decir que es una garantía de llegar a vieja-). Muchos lloraban al ver el cariño con el que las señoras les llevaban cosas tan buenas; hubo una que no tenía absolutamente nada y vive de limosna, que le parecía demasiado y decía que bastaba con la comida; que el donativo fuera para otra”. (Carta a san Josemaría desde Ortigosa del Monte, Segovia, 9 de enero de 1960).
Muchos lloraban al ver el cariño con el que las señoras les llevaban cosas tan buenas; hubo una que no tenía absolutamente nada y vive de limosna, que le parecía demasiado y decía que bastaba con la comida; que el donativo fuera para otra”
Dos años después, escribe a las personas del Opus Dei que vivían en Roma, haciendo referencia a la continuidad que va cobrando esta actividad: El viernes 22 será el reparto de bolsas para la cena de Navidad en Belmonte y Valdebebas, y Basílica y Gestoría. Casa por casa, y así hasta 1.000 casas. Ya os contaremos. Es el tercer año que se hace. Las bolsas nos las dan los supermercados (Carta a la Asesoría Central, Madrid, 20 de diciembre de 1961).
Cincuenta años más tarde, el barrio de Valdebebas acogió a los peregrinos que se acercaron hasta allí para asistir a la ceremonia de la beatificación del también madrileño Álvaro del Portillo, primer sucesor de san Josemaría al frente del Opus Dei.