Mons. Fernando Ocáriz les agradeció su trabajo y les animó a que el deseo de servir que les ha movido estos días se convierta en ellos en una actitud permanente. Quizá sus intervenciones puedan resumirse en dos palabras: libertad y amistad. Amistad con Dios y con los demás.
“Todos tenemos la experiencia de que servir es fuente de alegría, mientras que la tristeza es, en palabras de San Josemaría, la escoria del egoísmo. Os doy la enhorabuena, vamos a estar muy contentos. ¡Hoy y siempre! Y para eso tenemos el camino: pensar en los demás”, les dijo el prelado al inicio del encuentro.
Los voluntarios aprovecharon el rato para contar al prelado muchas anécdotas surgidas durante estos días. Susi, responsable del Área de Acogida de la beatificación, por ejemplo, contó cómo se había carteado con un abuelo mexicano para ayudarle a superar las dificultades para venir a Madrid, o cómo una pareja de africanos había llegado al evento con unos trajes iguales en los que aparecía estampada la cara de Guadalupe.
Mons. Ocáriz agregó otra anécdota: una mexicana que acudió vestida con una chaqueta roja en la que llevaba impresa a la espalda una fotografía antigua de Guadalupe con otras mujeres de México y una flecha junto a la frase ‘Ésa soy yo’.
Otra de las anécdotas la protagonizó Cristina, una periodista que trabajó junto a los realizadores en la unidad móvil de la televisión encargada de retransmitir la ceremonia. Al regresar a casa, ya de noche, se le ocurrió contar al taxista lo que había ocurrido en Vistalegre, y él la invitó a transmitirlo a sus colegas taxistas de Madrid a través de la emisora con la que se comunican habitualmente.
Los voluntarios aprovecharon el rato para contar al prelado muchas anécdotas surgidas durante estos días
Al acabar de explicar quién era Guadalupe, algunos taxistas preguntaron por el milagro que había servido para la beatificación, y al saber los detalles el taxista que la transportaba a su casa pidió a Cristina que les enviará por WhatsApp una estampa de la nueva beata para difundirla entre los taxistas madrileños y empezar a pedirle favores. “Nada se pierde”, comentó divertido don Fernando.
En la tertulia participaron voluntarias jóvenes y mayores, como Adela, de 92 años, que ha trabajado en uno de los 38 roperos puestos en marcha en España durante los meses previos a la beatificación, y a los que se han añadido otros de países como Líbano o Suiza. Su labor les sirvió para pedir por los sacerdotes que iban a usar esos lienzos y por los frutos de la beatificación.
Dos de las voluntarias refirieron al prelado cómo decidieron dar estampas de Guadalupe a los trabajadores de seguridad y limpieza del recinto, explicándoles quién era la nueva beata y animándoles a pedirle favores, y el agradecimiento de todos ellos.
María José y Paula, encargadas de los recorridos históricos sobre Guadalupe por Madrid, contaron al prelado del Opus Dei que su propósito fue llevar a las calles las virtudes de la nueva beata. “Al fin y al cabo dejó su vida por las calles de Madrid”, explicó María José. Miles de personas que llegaron de otros países se beneficiaron de la ayuda de su equipo de guías.
Juliana, mexicana de 21 años, relató cómo había conversado con una empleada de seguridad sobre Dios y el Opus Dei, y cómo le había animado a regresar a la fe a pesar de que llevaba años lejos de la práctica religiosa.
Luis, que ha trabajado en el comité organizador, comentó el buen ambiente e impacto entre los empleados del recinto, que vivieron tres eventos seguidos en apenas día y medio, con un contenido tan original como fue la beatificación. Luis habló de esos eventos como tres cimas, tres docemiles [por el número de participantes en cada acto] y que ahora tocaba llanear y avanzar por lo ordinario, como hizo Guadalupe.
Otro voluntario se había fijado en la palabra “disponibilidad”, actitud que el prelado ha glosado varias veces en relación a la nueva beata: la disponibilidad se apoya en la fe y nuestro proyecto personal queda engrandecido y multiplicado si se inserta en los planes de Dios, comentó monseñor Ocáriz. Miguel Ángel, profesor de Periodismo, preguntó sobre cómo hacer compatible la investigación y el trato preferente con cada alumno, y el Padre le habló de esforzarse en el orden y la alegría.
Con el ejemplo de la beata Guadalupe la vocación y los itinerarios profesionales y personales estuvieron presentes en el encuentro. El prelado del Opus Dei animó a preguntar a Jesús en la oración, a pedirle luz para ver y fuerza para querer. Citó a san Pablo cuando dice “yo he sido alcanzado por el Señor”, y glosó que no sucede al revés en nuestras vidas, destacando la decisiva actuación del Señor que se adelanta. Dijo también: “todos tenemos vocación —manifestación del su amor por cada uno—. No nos quiere en bloque; para cada uno tiene un plan, un plan que nos proporcionará la felicidad. Nunca nos pedirá algo que nos perjudique”.
Mons. Ocáriz se marchó muy contento de ambos encuentros, e invitó a todos a a estar muy alegres y a acompañar al Papa con la oración.