Mis padres me enseñaron a vivir con alegría

Infancia y juventud de Dora del Hoyo. Dora nació el 11 de enero de 1914 en el seno de una familia cristiana, campesina y de condición humilde, en Boca de Huérgano (León).

Dora nació el 11 de enero de 1914 en el seno de una familia cristiana, campesina y de condición humilde, en Boca de Huérgano (León). Era la quinta hija del matrimonio formado por Demetrio del Hoyo y Carmen Alonso.

Su padre era un hombre justo y recto, fue juez de paz. En una ocasión lo agredieron injustamente por venganza, y al darle por muerto lo abandonaron. Sin embargo, logró sobrevivir aunque con poca salud hasta su fallecimiento.

Su madre, con gran fortaleza y carácter, sacó adelante el hogar y se ocupó de la educación de sus seis hijos. Ella les transmitió la fe: les enseñaba el catecismo y les inculcó desde pequeños la conveniencia de asistir a la Santa Misa, vivir la confesión, devociones como la Novena a la Inmaculada, la romería en el mes de mayo y otras muchas oraciones que Dora recitó con frecuencia a lo largo de toda su vida.

Dora con sus hermanos y sobrinos en Boca de Huérgano, 1975

La familia del Hoyo estaba muy unida. Todos los hijos ayudaban para afrontar las necesidades económicas cuidando del ganado o de la cosecha, o con otra tarea que se necesitara. No tenían precisamente una situación holgada. Dora confesó años más tarde, sin humillación: "éramos más pobres que las ratas, pero me ha venido muy bien. Mis padres me enseñaron a vivir con alegría, a no ambicionar lo que tuvieran los demás y lo agradezco".

A pesar de todo esto, la madre les exigía en esmerarse en el arreglo personal. Los domingos, por ejemplo, tenían que ponerse el vestido de fiesta para ir aMisa y, al regresar, se cambiaban para no estropearlo. Dora creció en un clima de austeridad, reciedumbre, escasez de medios económicos y una vida llena de trabajo.

Boca de Huérgano

Hay pequeños sucesos que reflejan cómo la familia del Hoyo afrontaba la pobreza con ingenio y cómo sabían cuidar los detalles de cariño. EnNavidad, Demetrio tejía medias de lana para cada miembro de la familia. Carmen, por su parte, en la celebración de los cumpleaños de sus hijas elaboraba para ellas collares de frutos secos.

Todo esto contribuyó a forjar en Dora un carácter recio y laborioso, con el que afrontó las dificultades con sentido del humor y serenidad. Esta personalidad fuerte y profundamente cristiana sería después el fundamento sobre el que germinó su vocación al Opus Dei comoNumeraria Auxiliar.

Anécdotas extraídas del libro "Una luz encendida, Dora del Hoyo", Javier Medina. Ed. Palabra, Madrid 2012.