Esta mañana he caído en la cuenta de que habíamos puesto medios humanos, pero no habíamos pedido ayuda al cielo. Entonces he pensado: "Chiqui nos lo arregla". De hecho, ya en otras ocasiones había acudido a él con éxito en este tipo de problemas, que no dejan de ser frecuentes.
Efectivamente: me he puesto delante del ordenador con una estampa de Chiqui delante, he rezado la oración pidiendo su ayuda y he reiniciado el ordenador y la máquina virtual. Inexplicablemente, todo ha arrancado a la primera con absoluta normalidad. Ni un solo error.
He mirado a Chiqui y le he dado las gracias, pues estoy convencido de que, otra vez, me ha escuchado y me ha sacado del atolladero informático.
Ahora mismo lo escribo para dejar constancia de este nuevo favor, confiando en que anime a otros a contar más con este colaborador eficaz.