El Prelado del Opus Dei en Colombia
- Preparación del viaje
- Martes 13 de agosto - Encuentros con sacerdotes, familias y jóvenes
- Miécoles 14 de agosto - En la Universidad de la Sabana
- Jueves 15 de agosto - En la fiesta de la Asunción de la Virgen
- Viernes 16 de agosto - Encuentro en Medellín
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Viernes 16 de agosto - Encuentro con familias en Medellín
El viernes, monseñor Fernando Ocáriz llegó a Medellín, conocida como la ciudad de la eterna primavera. Cerca de tres mil personas acudieron al City Hall para el encuentro de la tarde, donde años atrás estuvieron el beato Álvaro del Portillo y monseñor Javier Echevarría. Familias, profesionales, ancianos y jóvenes, llegaron de Envigado, Sabaneta, Manizales, entre otras ciudades, y de países como Ecuador, Panamá y Venezuela.
El Padre agradeció la presencia de todos los asistentes y reflexionó a partir de una frase de la Carta a los Efesios que está grabada en el oratorio del Centro Cultural Timonel: “Acerquémonos con confianza al trono de gracia para que alcancemos la misericordia”. Con humildad y cariño, debemos trabajar y recordar que, a pesar de las circunstancias, siempre nos esperará el amor de Dios, señaló.
Susana, de 23 años, pastelera de profesión, trajo un pastel para ofrecer al Prelado. Le comentó que, si le gustaba, le haría otro para que lo llevara a Roma. Luego de la risa de todos, pidió sugerencias para hacer bien el trabajo.
“Santificar el trabajo –le recordó el Padre– supone trabajar bien, no hacer chapuzas, cosas mal hechas, como nos decía san Josemaría”. Antes de comenzar a trabajar “podemos disponernos unos segundos, para decirle al Señor: “esto lo hago por ti”.
Una familia de Cali le preguntó sobre cómo cuidar la familia. “La base fundamental está en el cariño, en la forma de tratar a los hijos. Quereos mucho, como al principio; y en toda la vida procurad buscar positivamente el bien de ella y ella el bien de él. Querer de verdad”.
Don Fernando, que además de teólogo es físico, manifestó que era muy importante buscar maneras para querer a la gente, que es a su vez querer a Jesucristo. El egoísmo, en cambio, no da la felicidad, sólo la tristeza. “Procuremos en nuestro ambiente ser sembradores de paz y de alegría”.
También un sacerdote diocesano del Barrio Belén, manifestó su gusto por ser el párroco de la parroquia de san Josemaría, y contó cómo había crecido recientemente en tamaño y en número de fieles. El Prelado recordó que la parroquia es el núcleo de la Iglesia y desde allí debemos animar a todos a conocer y a tratar a Jesucristo”.
Doña Lucía, de 90 años –con unos 50 en la Obra– preguntó cómo hacer vivir esa alegría de estar en el Opus Dei a las nuevas generaciones. “No tenemos más ley para hacer la Obra que la oración. Estar pendientes de la Eucaristía y del trabajo, convertido en oración”, comentó el Prelado.
Al final, el coro del colegio Alcázares entonó “Esa”, un vallenato de José Vásquez.
Con este encuentro el Padre termina su viaje por América. Estará unos días en la casa de retiros Guaycoral y luego regresará a la Ciudad Eterna.
Desde Medellín, el Padre también quiso enviar un mensaje de amistad y cariño a todas las personas de la Obra y amigos de Venezuela, a través de María Gabriella Nicolicchia, secretaria regional y el Padre Ignacio Rodríguez, vicario de esa región. Manifestó que les acompañaba en la oración por ese querido país y expresó que su deseo es viajar pronto a Venezuela para verlos y para dar un saludo a la Virgen de Coromoto. Su anhelo era completar la agenda de los 50 años de la visita de san Josemaría, muy presente en Venezuela, donde dejó tantos recuerdos.
Jueves 15 de agosto - En la fiesta de la Asunción
En el cuarto día en Colombia, Mons. Ocáriz saludó a algunas familias, renovó la consagración del Opus Dei al Corazón Inmaculado de la Virgen. En la tarde, un momento esperado fue el encuentro con cerca de 350 jóvenes, quienes, entre sorpresas, música y canciones, disfrutaron de la compañía y de las palabras del Padre.
Vicky comenzó recordando que ese día era el 53 aniversario de ordenación del Padre, a lo que siguió un gran aplauso, al que don Fernando respondió pidiendo que esos aplausos se convirtieran en una oración para él.
Uno de los obsequios fue una estampa de Nuestra Señora de los estudiantes, una imagen que tienen en el Centro Arboleda. Al recibirla, monseñor Ocáriz comentó: “La llevaré conmigo para que me ayude a estudiar”.
No siempre llega el turno para preguntar al Padre, pues hay canciones, anécdotas que se alargan, etc. Los encuentros dan la sensación que se quedan siempre cortos. Esta vez, Natalia pudo preguntarle al Prelado una inquietud que llevaba dentro ¿podría yo hacer algo por Dios, que es perfecto y parece que no nos necesita?
Dios nos ama tanto que quiere necesitar de nosotros, al punto de que lo que no hacemos libremente, Él no lo hace en nuestro lugar, respondió don Fernando.
Daniela contó cómo la vida de Pedro Ballester —un universitario que murió con fama de santidad en 2018— le ha ayudado a entender la muerte de su padre.
Provenientes de Bucaramanga, Juliana y Majo compartieron su experiencia en un campamento llamado “Back to Reality”: unos días sin pantallas y cuyo principal objetivo era contemplar la belleza en la naturaleza y el arte.
El encuentro estuvo acompañado de canciones y ritmos tradicionales del país.
Miércoles 14 de agosto
En la mañana del miércoles, el Prelado bendijo la imagen que preside el nuevo oratorio de la Universidad de la Sabana, una talla de la Virgen Inmaculada, elevada al cielo por dos ángeles.
Luego, don Fernando se reunió con más de 600 profesores, a quienes les recordó que la universidad no es una suma de facultades o materias inconexas, sino un lugar en el que se busca la verdadera unidad, en el que se evidencia la preocupación de unos por otros y el positivo interés de estar abiertos a todos.
El Padre recordó que había estado allí dos veces antes y contó que se había emocionado ahora al comprobar el crecimiento.
Mons. Ocáriz respondió varias preguntas de docentes. Durante la charla mencionó la libertad como valor fundamental del ser humano y también para la actividad universitaria.
Haciendo alusión a la encíclica Spes Salvi, explicó que la esperanza nos da el optimismo, la serenidad y la apertura de horizontes. Sólo podemos sembrar esperanza —señaló— si se tiene esperanza.
Al final, María Ximena, profesora titular, le dio al Prelado un “banquito pensador”, muestra de la tradición artesanal de la etnia Sikuani, una comunidad indígena de los Llanos Orientales de Colombia, símbolo de sabiduría y autoridad.
Desde todos los rincones de Colombia
“Hay asistentes que vienen no solo de Bogotá, sino de Bucaramanga, Manizales, Barranquilla, Cartagena, Fundación, Valledupar, Cali”, estaba diciendo el presentador cuando alguien añadió: “Y de Venezuela, también”, desatando un fuerte aplauso de los asistentes.
Un conjunto de tambores, interpretado por jóvenes universitarios, mezclaron música, ritmo y movimiento para dar inicio al encuentro con familias.
El Prelado recordó que el 15 de agosto es la gran fiesta de la Virgen y recomendó pensar lo que nos indica la Madre de Dios en las bodas de Caná: “Haced lo que él os diga”; si acudimos a la Virgen, iremos transformando nuestras vidas y nos llevará Jesucristo”.
Patricia, que celebra su cumpleaños el día de la Asunción de la Virgen, pidió al Prelado oraciones para este momento en que inicia su jubilación y también le pidió consejo para esta nueva etapa de su vida. “No nos jubilamos nunca, sólo cambiamos de trabajo, siempre hay mucho que hacer en el mundo, con la familia, con los amigos”, señaló Monseñor Ocáriz.
Mauricio contó que hace unos años le pidió al beato Álvaro que si era voluntad de Dios, pudiera mudarse de Bogotá a Ibagué, junto con su familia, para impulsar la labor en esta ciudad. Hoy su casa en Ibagué es “el centro de la Obra” —le explicaba Mauricio al Prelado— y aunque son varias las familias que participan de las actividades, quisiera ir más rápido y tener paciencia. Ante ello, don Fernando lo invitó a reflexionar sobre el hecho de que cada persona vale la sangre de Cristo, y cada persona vale más que todos juntos. También le animó a pedir a Dios el don de la paciencia, sobre todo en ese afán por llevar adelante las cosas buenas.
María Paula tiene hoy un podcast con tres amigas que se llama las “Conflictuadas”, en el que se plantean preguntas complejas sobre cuestiones de fe y de vida, para salir al paso de la comodidad de vivir alejadas de Dios. Con este apostolado han podido llegar a miles de personas, creyentes y no creyentes, pero a veces le viene el desánimo —explica— y la duda de cómo ir a más. El Prelado le sugirió seguir profundizando en el Evangelio y fomentar la amistad.
Había pasado una hora y parecía que acababa el tiempo previsto, cuando el Prelado hizo reír a todos cuando repuso que también había “un tiempo imprevisto”. Lo que hizo que el encuentro se alargara un rato más.
A las preguntas se sumó la interpretación del arpa, por parte de un estudiante de Medicina, oriundo de los Llanos Orientales; el baile típico de una pareja perteneciente a uno de los grupos representativos de la Universidad y el canto de uno de sus coros, que dieron colorido a una reunión más que familiar.
Martes 13 de agosto
La primera reunión fue con cerca de sesenta sacerdotes. Comenzó recordando a todos la necesidad de sostener con la oración a toda la Iglesia y al Papa.
Invitó a los presbíteros a no descuidar la propia formación religiosa, ampliar los campos en la pastoral familiar —desde donde el Señor suscita nuevas vocaciones para la Iglesia— y pedir a los laicos mayor participación en los medios de comunicación.
“Debemos ser sembradores de paz y de alegría. Debemos sabernos hijos de Dios, contemplar nuestra filiación divina”, comentó, al mismo tiempo que animó a vivir el compromiso sacerdotal con la alegría de ser apóstoles de Jesucristo.
Uno de los asistentes pidió su bendición al Prelado porque en dos días será ordenado sacerdote; otro comentó que justo ese día cumplía 63 años de sacerdocio; y otro más agradeció la formación que recibe de la Obra para mejorar su vida espiritual y fidelidad a la Iglesia y el Papa.
En la tarde, antes del encuentro con jóvenes, el Prelado recibió a algunas familias y bendijo la última piedra del Children Forest, un nuevo edificio escolar para alumnos de 5 a 9 años. “San Josemaría nos enseñó que debíamos terminar bien el trabajo y este edificio es una muestra de ello”, comentó.
Después, unos 400 jóvenes provenientes de Medellín, Bucaramanga, Armenia, Manizales, Pereira, la Costa Caribe, Chía y Bogotá se reunieron con Mons. Ocáriz en la biblioteca del colegio.
La tertulia se inició con “Qué bonita que es la vida”, un vallenato —genero musical del caribe colombiano— interpretado por un grupo proveniente de Bucaramanga. La canción dio pie para que el Prelado hablara de la necesidad de acercarse a Dios, y de acercar a los amigos a Dios, y para mantener la alegría y el agradecimiento a Dios, incluso cuando surgen dificultades. “También cuando hay dificultades estamos seguros de la cercanía de Dios, y podemos darle gracias”.
Daniel, que frecuenta las actividades de Monteverde, en el barrio Kennedy en Bogotá, compartió con todos que el 25 de agosto recibirá el bautismo y hará la primera comunión, y preguntó cómo podría prepararse mejor para recibir estos sacramentos. El Padre le sugirió que debía seguir formándose en la vida espiritual con constancia, para todas las circunstancias de la vida, y subrayó la devoción a la Eucaristía.
Los jóvenes plantearon diversos temas sobre la vida profesional, el trabajo, el matrimonio, el celibato y la formación en general. Al final, cantaron otro vallenato titulado “Tú tienes la llave de mi corazón”, al que se unieron todos en coro.
Preparación del viaje del Prelado a Colombia
Después de su paso por Chile, Perú y Ecuador, el Prelado visita Colombia. Este viaje se desarrolla en el marco del 50 aniversario del viaje que realizó san Josemaría a varios países de América.
En esa ocasión, después de pasar por Ecuador, san Josemaría hizo una breve escala en el aeropuerto de Bogotá el 15 de agosto de 1974. Su delicado estado de salud y la altitud de Bogotá no eran favorables para él, por lo que permaneció solo unos minutos en el avión antes de continuar su viaje hacia Caracas, Venezuela.
San Josemaría había planeado visitar a la Virgen de Chiquinquirá, pero no pudo. En 1983 el beato Álvaro del Portillo, primer sucesor de san Josemaría, visitó a la Virgen en su nombre.
Presencia del Opus Dei en algunos lugares de Colombia
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