Pedro Ballester, un amigo de sus amigos

Pedro Ballester Arenas falleció en 2018 en Manchester, a los 21 años, víctima de un osteosarcoma. Tuvo una vida ordinaria, que dejó una huella extraordinaria. Hemos entrevistado a Jorge Boronat, autor de la biografía editada por Cobel Ediciones, para que describa la vida de este chico inglés, “que tenía un amor genuino a la gente y por eso atraía”. También enlazamos al audiolibro.

Audiolibro sobre Pedro Ballester

—Enlace a la biografía “Pedro Ballester. ¡Nunca he sido tan feliz!” editada por Cobel Ediciones. 

Audiolibro gratuito de la biografía de Pedro Ballester.

Han pasado cinco años del fallecimiento de Pedro Ballester. Ahora con algo más de perspectiva, ¿cuál fue el secreto de Pedro para estar contento a pesar de la enfermedad?

En una ocasión a Pedro le entraron náuseas por el tratamiento y vomitó en la habitación del hospital. Enseguida llamaron a una enfermera para que echara una mano. Al entrar la enfermera, Pedro todavía inclinado y sintiéndose muy mal, la reconoció y le preguntó por su familia y por un asunto por el que le había pedido a Pedro que rezara. 

Hay miles de anécdotas de la vida de Pedro que lo ilustran, pero creo que todos recuerdan ir a visitar a Pedro y acabar hablando de uno mismo y no de Pedro. En los momentos más duros, su generosidad seguía siendo la causa de su alegría. Aunque a ratos le costaba más sonreír.

Creo que una de las características que más llamaba la atención de su personalidad era que vivía hacia afuera. Desde pequeño era muy sensible a las necesidades de los demás. San Josemaría enseñó: «Darse sinceramente a los demás es de tal eficacia, que Dios lo premia con una humildad llena de alegría» (Forja, 591). La alegría es un fruto de la entrega a los demás.

Pedro Ballester, numerario del Opus Dei
Pedro, en primer plano. D. Jorge Boronat está situado a la derecha del grupo

El derecho de la Iglesia indica que han de pasar al menos cinco años desde el fallecimiento. ¿Cuándo se piensa incoar la Causa? ¿La devoción a Pedro se ha extendido tanto como para iniciar el proceso?

El obispo de la ciudad en la que Pedro falleció es quien debe decidir primero si hay suficientes razones para comenzar la Causa de canonización (enlace a la página web). De momento han llegado numerosas peticiones (incluyendo de varios obispos y de algún cardenal) para que se estudie esa posibilidad.

La devoción se extendió desde el principio como la pólvora. Antes de morir Pedro ya había miles de personas que rezaban por él y cientos que le habían conocido y eran conscientes de la profundidad de su vida interior. Fueron también decenas las que pudieron estar con él los últimos días y quienes le vieron morir. Al poco de fallecer, un obispo inglés ya había compuesto su propia oración para la devoción privada y pronto se obtuvo el permiso del ordinario de Manchester para difundirla. Casi de inmediato personas de diferentes países comenzaron a traducirla a sus propios idiomas, de forma que ahora está disponible en catorce idiomas. Fue instantáneo.

El Sínodo de los jóvenes, que se celebró propuso como modelos a la juventud de hoy una relación de Jóvenes testigos: Montse Grases, Carlo Acutis, Gianluca Firetti o Chiara Badano, entre otros: ¿piensa que Pedro podría ser uno de ellos?

¡Ya lo es! Pedro ya inspira a muchos jóvenes. A quienes le conocieron antes de morir y a quienes ahora se encuentran con su historia. Pero el caso de Pedro quizá es diferente porque tuvo una vida muy normal y estuvo en contacto con mucha gente. Su intenso apostolado se desarrolló con católicos no practicantes, con personas no católicas y con muchos no creyentes. En una sociedad laica como la del Reino Unido, Pedro dialogó y entabló amistad con todo tipo de personas de muy variadas situaciones sociales.

Quienes le conocieron siempre destacan su naturalidad. Pedro era muy normal, muy humano, muy cercano. Y así se ha convertido en un modelo muy asequible. Un chico normal que va a un colegio normal, que va a la universidad como los demás, aficionado a los videojuegos, con teléfono móvil, WhatsApp o Spotify. Alguien con las mismas dificultades para vivir la santa pureza, la templanza, el desprendimiento de las cosas materiales. Alguien que trata de acercar a sus amigos a Dios en un ambiente paganizado y secularizado. Alguien que ha tenido que sortear los mismos ataques a la libertad cristiana o las imposiciones de ideologías corrosivas, a quien a veces le cuesta ponerse a rezar, leer el evangelio, no distraerse durante el rosario, etc.


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Tanto en el libro como en el documental aparecen muchos amigos. Llama la atención que sus compañeros de Imperial College, con los que había compartido aula solo 3 meses, viajan a Manchester para visitarlo cuando le diagnostican osteosarcoma. ¿Qué le hacía a Pedro tener tantos amigos?

Como he señalado antes, Pedro vivía hacia afuera. Su interés por los demás era genuino. Su cariño era real y su generosidad era magnética. Trascendía las diferencias de nacionalidad, religión, estrato social o cultural. Muchos no están acostumbrados a tratar con gente para quien la amistad no es un medio, sino un fin. A quien entraba en contacto Pedro le llamaba la atención su cariño con todo el mundo. Como le dijo una chica de la parroquia un día, Pedro era «too good to be true» (demasiado bueno para ser real).

Pedro, con sus padres y uno de sus hermanos

Quizá a algunos chicos de su edad les llame la atención el afán de Pedro por conocer asuntos que nada tenían que ver con la ingeniería química. Se advierte que es un apasionado de la política internacional, la historia, etc. ¿Cómo tuvo esa apertura de mente?

El Reino Unido es una encrucijada de corrientes sociales y culturales. Es muy frecuente asistir a clase con gente de muchas nacionalidades, culturas y religiones distintas. Al vivir entre tanta diversidad es natural que en la conversación con los demás a uno se le abran las miras.

En el ambiente católico es muy frecuente convivir con católicos que huyen de la persecución en sus países de origen. Pedro tenía relación con familias católicas nigerianas, chinas, sirias, indias, paquistaníes... Todos los conflictos mundiales acaban generando un flujo de refugiados al Reino Unido. Pedro preguntaba mucho y se informaba mucho sobre esos conflictos y especialmente, sobre la persecución religiosa en distintos países.


Documental sobre Pedro Ballester (con subtítulos en español)


En algunas declaraciones del documental, tanto su hermano Carlos como su amigo Lawrie, coinciden en que a veces Pedro era muy insistente, demasiado pragmático, o que cuando veía algo claro no contemporizaba. ¿Cómo luchó contra sus defectos?

En sus notas personales se vislumbra su lucha. Cada semana acudía a la dirección espiritual con ánimo de mejorar, de cambiar. Tomaba notas de sus propósitos y los revisaba cada noche en el examen de conciencia. Se daba cuenta de sus defectos y en ocasiones sufría por ellos.

Por ejemplo, con su impaciencia con algún residente de Greygarth que no estudiaba porque no quería, y que se quedaba jugando al ordenador en lugar de ir a clase o que no le daba la gana ayudar a nadie en nada. Contra el enfado, trataba de rezar por ellos y luego pensaba cómo les podía ayudar.

Hacia el final de la enfermedad le molestaban las risas de los demás, pero se daba cuenta de que era un problema suyo, por sus circunstancias, y pedía en su oración poder morir con alegría.

Pedro rodeado de amigos

Un momento singular en su enfermedad fue cuando pidió ver al Papa Francisco y cómo pudo decirle que ofrecía sus dolores a Dios por la Iglesia y por el Santo Padre.

Pedro expresó su deseo de poder ver al Papa Francisco. D. Carlos Nannei se lo transmitió y el Papa le dijo que estaría encantado de recibirle. Fue un encuentro distendido y cordial. Pedro le dio una tarjeta firmada de parte de enfermos, médicos y enfermeras de la planta de cáncer adolescente de Christie Hospital y el Papa la bendijo. El Papa le escuchaba y le miraba con mucho cariño. Al finalizar le bendijo.

La familia le regaló una imagen de San José, sevillana y muy antigua, y un tarro con dulce de leche porque su madre sabía que al Papa le gustaba. Se rió con ganas al verlo y le dijo a Pedro: «¡Es que las madres lo saben todo!». Al volver a Manchester, en el hospital pusieron la foto de Pedro con el Papa en la sala de música en el área de cáncer adolescente.

Pedro con el Papa Francisco

Llama la atención que, no solo en su infancia sino también en su adolescencia, tenía una estupenda relación con sus padres y con sus dos hermanos. ¿Qué destacaría de la familia Ballester Arenas?

La familia es esencial en la formación del carácter. Sus padres le enseñaron a rezar y rezaban con él. Asistían a Misa en familia y los tres hermanos eran monaguillos en la parroquia. Rezaban a diario el rosario en familia. Es en casa donde se aprende a ser santo. Ahí aprendió a ser generoso, a ser responsable.

Como explica su hermano Carlos, Pedro siempre fue hermano mayor. Los tres hermanos nacieron en un periodo de tres años. Esa poca diferencia de edad ayudó a que estuvieran muy unidos. Eran (y son) muy buenos amigos. Jugaban juntos, iban juntos muchas veces y disfrutaban juntos. Un chico excepcional sale habitualmente de una familia excepcional.

Con su hermano Javier

En el Reino Unido conviven personas de muchos credos religiosos, agnósticos y ateos. Y el número de católicos y de personas del Opus Dei no es muy alto. Pedro soñaba con difundir el mensaje cristiano del Opus Dei en su universidad y por todo el país. El Cardenal Roche afirma que han empezado a suceder cosas maravillosas. ¿Puede contarnos alguna?

En efecto, los católicos son una minoría y el Opus Dei es muy poco conocido en general. Muchas veces, en el colegio o al incorporarse a la universidad, la gente entra en contacto por primera vez con gente con fe. Es un ambiente muy respetuoso y se generan conversaciones muy interesantes, abiertas y genuinamente cordiales. Hay, por supuesto, ciertos prejuicios a veces, gente mal informada. Pero muy rara vez animadversión. Más bien, curiosidad. En esas circunstancias, evangelizar es tan natural como hacer amigos pues, al fin y al cabo, se identifican.

Continuamente hay conversiones a la iglesia católica en el Reino Unido. Pedro suscitó varias en vida y ahora sigue despertando interés en muchas almas. Todas las conversiones de las que yo he sido testigo son el resultado del ejemplo de los fieles católicos, más que de descubrimientos doctrinales. El testimonio de la vida de Pedro es, en este sentido, un gran detonante de conversiones.

Una imagen del funeral de Pedro, en Manchester

En diciembre de 2014 le diagnostican el osteosarcoma. Después de un tratamiento lo llevan a Alemania para que reciba otro, experimental, que da buen resultado. Hasta que en febrero de 2017 vuelve el cáncer con fuerza y le comunican que le quedan 12 meses de vida. Tiene apenas 20 años y, en ese momento, se esfuerza por sonreír para que su madre no llore.

El osteosarcoma en gente joven es un cáncer muy agresivo. Durante los dos primeros años Pedro recibió distintos tratamientos y sus peores momentos sucedieron como efecto secundario de estos ciclos de quimioterapia.

En ocasiones parecía que el tumor estaba inactivo. Además, había un ejército de gente rezando por él y Pedro tenía mucha fe. En una carta me confesó que, aunque sabía que se podía morir, siempre pensó que aquello duraría mucho más.

Cuando en febrero de 2017 le dijeron que se habían agotado los recursos y que la expectativa de vida sería menos de un año, a Pedro le pilló por sorpresa. Recibió la noticia junto a sus padres. Al ver cómo les afectó, Pedro sonrió para darles ánimos. Más tarde confesaría que aquello fue un duro golpe y que solo pudo sonreír porque su madre estaba delante. Entonces cambió su actitud. Además de prepararse para morir, se propuso ayudar a su familia a prepararse para aquel momento.

Greygarth Hall es la residencia universitaria del Opus Dei en Manchester, en la que vive Pedro. ¿Cómo se vivió allí la enfermedad y el fallecimiento de Pedro?

A los médicos les llamó mucho la atención que Pedro quisiera pasar sus últimos días en Greygarth, rodeado de estudiantes y amigos. Hoy en día la muerte se esconde. Muchos mueren solos en una habitación de hospital. Sin embargo, Pedro estaba acompañado día y noche por sus padres y hermanos, amigos y otros miembros del Opus Dei. Se puso su habitación en un lugar tranquilo de la casa donde Pedro podía recibir visitas y a la vez descansar a ratos.

Todos los residentes se volcaron con él y pasaban mucho tiempo en su habitación. Algunos incluso decidieron quedarse durante las vacaciones de Navidad para estar con él en sus últimos días. Ver a Pedro morir fue un acontecimiento que nunca olvidarían. Como dijo su tío al verle morir: «Si me hubieran ofrecido la opción de presenciar un evento en esta tierra, este sería el que yo elegiría».

Pedro, con otros dos chicos del Opus Dei, durante un curso de verano en Glasgow

Leyendo la vida de Pedro, ¿puede ocurrir que pensemos que la santidad es solo para unas personas muy especiales?

Nos encanta pensar que quienes hacen cosas especiales es porque tienen algo especial que nosotros no tenemos. Así nos excusamos. Quienes le conocieron dan fe de que Pedro era muy normal. Sin duda tenía talentos. Era muy inteligente, por ejemplo. Pero uno no nace sonriendo, siendo generoso, amable, observador o piadoso. Nadie nace sino que se hace especial. Al leer las notas que Pedro tomaba en su oración o en su examen de conciencia, se entiende su lucha. Desde fuera, parecería que todo le salía espontáneamente, que él era así. Pero no. Él se hizo así, con la ayuda de Dios y de muchas personas. Por ejemplo, llamaba la atención su celo apostólico, parecía un talento natural. Pero al leer sus propósitos se ve cómo pedía en su oración verse libre de los respetos humanos, superar la vergüenza, o cómo se esforzaba por hablar con uno u otro sin excusarse pensando que no conocía bien a esa persona o que no respondería bien. La santidad es lucha. Y leer la lucha de otros siempre ayuda a entenderlo mejor.

En ocasiones se habla de una persona canonizada fijándose en un aspecto de su vida. Por ejemplo, San Juan Pablo II definió al fundador del Opus Dei como el santo de lo ordinario. ¿Cómo definiría a Pedro?

Desde pequeño Pedro tenía un sentido apostólico y de misión. Sabía que era un apóstol. Además, tenía un amor genuino a la gente y por eso atraía. Quizá Pedro puede ser recordado por su celo apostólico. Acercar almas a Dios era su pasión y su misión.