El Opus Dei en España durante la década de 1940

El Instituto Histórico San Josemaría Escrivá acaba de editar el nº 14 (2020) de la revista 'Studia et Documenta', la publicación que estudia la historia del Opus Dei y su fundador.

Sumario completo del volumen 14 de 'Studia et Documenta'


El Instituto Histórico San Josemaría Escrivá acaba de publicar el nº 14 (2020) de la revista Studia et Documenta. Por primera vez, no contiene los “Studi e note” y el elenco bibliográfico que cierra cada número, dos de sus habituales secciones. Un amplio dossier monográfico de nueve artículos ocupa gran parte del espacio y aborda algunos aspectos sobre “El Opus Dei en España durante la década de 1940”.

Estos estudios quieren iluminar cuestiones relevantes en el despliegue institucional del Opus Dei por España, el principal escenario de la Obra en ese tiempo. Solo el último de ellos, redactado por Federico Requena y Fernando Crovetto, trata sobre su primer trasplante internacional entre 1946 y 1949, con la llegada de casi cuarenta de sus miembros, todos españoles, a siete países europeos y americanos.

Actividad pionera, formación de los primeros miembros y cátedras

Los cientos de hombres y mujeres españoles que se sumaron al Opus Dei por entonces sufrieron, en diverso grado, los padecimientos colectivos del resto de sus conciudadanos. Como los artículos permiten apreciar, la historia del Opus Dei en la España de este período –como la de cualquier persona o sujeto colectivo– es una mezcla de dificultades y de fortuna, de fracasos y de triunfos. Y, para esta época inicial de la trayectoria de la institución (y de sus miembros), también de tentativas que cuajaron o se desecharon.

El pórtico de todos los artículos es un conciso retrato sobre el contexto político, social, religioso y cultural de aquella España, un país todavía devastado material y moralmente por la guerra civil, a cargo de Julio Montero-Díaz.

Inmaculada Alva estudia la que llama una “actividad pionera”, la de las primeras “mujeres pioneras” del Opus Dei, al hacerse cargo (aunque no solo) de la atención doméstica de los primeros centros y residencias de estudiantes en Madrid y otras ciudades españolas entre 1942 y 1945. A partir de ricas y sugerentes fuentes, como las cartas entre ellas y los diarios de los centros donde vivían, la autora reivindica que las tareas que el fundador les encomendó significaron para ellas “un descubrimiento que conectaba con sus inquietudes humanas y espirituales y que las lanzaba más allá de lo que una mujer [española] se podía plantear en los años 40”. Su texto defiende que estas mujeres tuvieron un éxito doble: en las residencias y centros de la Obra crearon hogares que hicieron amable y atractivo el Opus Dei, y acometieron por sí mismas actividades ajenas a las que tenían las mujeres de la época en España.

El fundador del Opus Dei con varias personas más, en 1940

Prácticamente todas las colaboraciones analizan quiénes eran ese puñado de personas. Los profesores Santiago Casas y Mercedes Montero se preguntan qué tipo de formación recibieron aquellos hombres y mujeres del Opus Dei en esa década, y detallan quiénes acudieron a tales convocatorias. José Luis González Gullón y Francesc Castells se interesan por estudiar las funciones y responsables del gobierno institucional del Opus Dei. Constantino Ánchel y José Luis Illanes tratan sobre quiénes se ordenaron sacerdotes entre 1944 y 1949. Santiago Martínez, qué pensaban los obispos españoles sobre el Opus Dei en esa década. Finalmente, Onésimo Díaz determina que 23 hombres del Opus Dei obtuvieron alguna cátedra entre 1939 y 1951, el 4% del total. La cifra y el porcentaje se aleja del mito construido en los años sesenta sobre las llamadas "opusiciones", que sostenía que una de cada cuatro las habían ganado miembros de la Obra.

En conjunto, los trabajos revelan cómo durante los años cuarenta se consolidó una generación de hombres y mujeres del Opus Dei que fueron unos eficaces colaboradores de los proyectos del fundador. Este pudo disponer de un número creciente de personas valiosas, hombres y mujeres por igual, que se acercaron a su figura, a una institución joven y a un mensaje atractivo que confería un sentido vital potentísimo a su existencia.

En la sección Documenti, Mónica Fuster analiza la correspondencia entre Josemaría Escrivá de Balaguer y el cardenal Federico Tedeschini. Y Enrique de la Lama y Alfredo Méndiz editan el epistolario entre el fundador del Opus Dei y Marcelino Olaechea, un buen amigo suyo que fue obispo de Pamplona y arzobispo de Valencia entre 1935 y 1966.

Finalmente, la sección Notiziario presenta las publicaciones y documentación sobre Guadalupe Ortiz de Landázuri.