Sesenta años, muchas historias

Pensar que este 13 de octubre celebraremos 60 años de haber empezado el Opus Dei en Colombia evoca algo muy entrañable para mi: 60 años, el tiempo que llevo en la Obra siguiendo la luz que Dios puso en mi corazón y que cambió mi proyecto personal.

1954. María Adela y una amiga.

Llegan a mi memoria una cascada de pensamientos; semillas esparcidas por tantos caminos del país, flores y frutos, amaneceres y noches oscuras, sol y luna, todo enmarcado en la tarea divina de hacer el Opus Dei.

¿Cuándo empezamos las mujeres del Opus Dei en Colombia? Diría que fue aquel 2 de abril de 1954, poco menos de tres años desde la llegada del Padre Teodoro Ruiz  a Colombia, cuando sintiéndonos ya colombianas, embarcamos en el puerto español de Vigo, rumbo a Cartagena de Indias, donde llegamos el día 15, Jueves Santo, Josefina de Miguel, María Adela Tamés, María Teresa Ivars y yo, con la ilusión de implantar el Opus Dei en esta tierra maravillosa,  “a la que yo quiero tanto”, como me dijo San Josemaría Escrivá en Venezuela.

Para realizarlo traíamos una misión: trabajar en el desarrollo integral de la mujer, en el campo espiritual, familiar, profesional, sin importar su cultura, raza, condición social o edad; impartir una formación que llevara a buscar la santidad en lo ordinario de cada día y a difundir allí ese mensaje de vida cristiana.

Primeros pasos en Bogotá

Empezamos la labor apostólica en Bogotá donde conocimos a muchas personas con las que hacíamos reuniones, grupos de trabajo, clases de historia, arte, conocimientos básicos del hogar, como cocina, plancha y organización de la casa. Esto motivó a muchas chicas jóvenes que se iban a casar y sabían bien poco sobre estas tareas.

Después de muchos afanes económicos pudimos instalar y empezar la Residencia Universitaria Inaya el 14 de febrero de 1956. La labor creció tan rápidamente que ya no dábamos abasto; la ayuda de las primeras Supernumerarias y Cooperadoras fue muy eficaz.

1956. Biblioteca de Inaya.

Merceditas de Gómez Tanco y Ángela de Casas fueron las primeras en responder a la llamada del Señor. Con Mercedes Sinisterra y sus amigas empezamos la labor con bachilleres, y luego con universitarias: cursos de formación espiritual y doctrinal, visitas a personas necesitadas, costureros, etc.

La labor en Medellín

Concha Campá.

En julio de 1954 Josefina de Miguel viajó a Medellín, donde varias familias querían conocernos, pues sabían del Opus Dei por un Curso de Retiro espiritual dictado por el P. Aurelio Motta, sacerdote del Opus Dei.

Volvimos Josefina y yo en octubre de ese mismo año; aun recuerdo la primera reunión. Soledad Londoño se interesó tanto por saber los requisitos para ser de la Obra que yo pensaba: esa mujer se sabe llamada por Dios. Era profesora de la Facultad de Servicio Social y puso en contacto muchas de sus alumnas, entre ellas a Lillyan Aristizábal, Esther Mejía, Luz Elena Correa y Fabiola Tamayo, que poco después descubrirían su vocación a la Obra. Todas en sus trabajos sembraron el espíritu de la Obra y en muchas zonas apartadas del país se conoció este mensaje de santificación.

El primer Centro en Medellín se consiguió en enero de 1957, fue la Residencia Universitaria Citará. Como acudía tanta gente a las actividades siempre faltaba algo: sillas, vajilla, etc. Merce Restrepo, que luego pediría la admisión como Numeraria, cuenta que su mamá -vivían en la misma cuadra- estaba lista para prestar todo lo que se necesitara.

Grupo 1961: en una excursión en los primeros años. De izquierda a derecha: Nelly Vélez, Martha Toro, Pilar Fernández de Córdova (f), Mercedes Restrepo y Martha Elena Vargas. Todas Numerarias.

Medellín fue la primera ciudad donde pudimos disponer de una Casa de Retiros: Guaycoral, en la Ceja, desde 1956. Nos parecía increíble contar con ese instrumento que era tan necesario para el desarrollo de la labor y la formación.

Guaycoral: vista de la primera Casa de retiros de la Región. Actualmente es La Rotonda.

La expansión a otras ciudades

Los viajes a Manizales empezaron en 1958 y enseguida conocimos a un grupo de jóvenes. Sofy Pinzón de Zuluaga puso a disposición su casa, donde teníamos todas las actividades. Eran tan dinámicas, que ellas mismas se encargaban de la logística y de conectar a sus amigas, a sus mamás, etc.

Inaya, el primer Centro. Delante: Amalia Posada Laverde, Numeraria

La labor creció rápidamente y en 1965 nos instalamos en un apartamento donde se tuvieron las primeras actividades; poco después empezaría el Centro Cultural Cendal y un club para bachilleres. Se nos abrían horizontes de nuevas ciudades.

Josefina de Miguel una de las tres primeras que vino a Colombia.

En 1966 se consiguieron los terrenos para la Casa de Retiros Torreblanca, cerca de Fusagasugá.

En Cali, el primer Centro se abrió el 7 de mayo de 1979. Por las mañanas se tenían las actividades de las señoras y en las tardes el club para las niñas; otras dos tardes funcionaba el Centro de Capacitación Sue, en el que se han formado y acercado a Dios muchas mujeres del Valle de Cauca, Cauca y Nariño. Unos años más tarde, se abriría Catalpa, para atender la labor de universitarias y bachilleres.

1965. Grupo Nogal: en el jardín de El Nogal. De izquierda a derecha: atrás: Vivian, una amiga, Concha Campá y María Ampuero. Delante: Julia Galofre, Roser Torrens, Ma. Adela Tamés. Salvo Vivian, todas Numerarias

Como el Opus Dei es una familia que cuida a sus miembros y procura que nadie esté sólo, empezamos a viajar a Cartagena en agosto de 1978 para atender a Lucía de Gilchrist, una Supernumeraria madre de doce hijos, que se trasladó a vivir allí. Pronto reunió a sus amigas y muchas participaban de las actividades de formación. Poco tiempo después se empezó en Barranquilla, donde se abrió Arrecife en enero de 1982 y desde allí se siguió atendiendo la labor de Cartagena. Todo tiene su momento en los planes de Dios, y finalmente el Centro de Cartagena, Entremares, se abrió en 2002.

“Soñad y os quedaréis cortos” nos decía San Josemaría, esto lo podríamos aplicar a los inicios y desarrollo de la labor en Bucarmanga. Empezamos a viajar desde 1982 para atender a una Supernumeria que se trasladó a vivir allí, y enseguida conocimos otras amigas que pronto se interesaron por la Obra. Un Cooperador regaló generosamente la casa para que funcionaran allí las actividades; con las adaptaciones necesarias es la sede actual del Centro Cultural Narval, donde nos establecimos en enero de 2003.

1974. Las tres primeras.

Siguiendo con la expansión, a comienzos de 2008 le llegó su momento a Pereira, con el Centro Cultural Isaral, aunque desde hacía algunos años se viajaba desde Manizales para atender las actividades de formación. Y a finales de ese mismo año, en Chía, cerca de la Universidad de la Sabana, empezó el Centro Cultural Arboleda. Actualmente hacemos viajes periódicos a Neiva y Santa Marta, y próximamente a Pasto…

María Adela Tamés, quien dedicó muchos años a la Universidad de La Sabana.

Lo mejor de cada historia, de cada apostolado, de cada vocación, queda en la memoria divina, y he podido ver hechas realidad aquellas palabras de San Josemaría: “La historia de la Obra es la historia de las misericordias de Dios”.

Extractos del libro -en preparación- “San Josemaría en Colombia: su esmeralda preferida” por: Concha Campá del Campo