Entre el 10 y el 16 de agosto del 2015, monseñor Javier Echevarría estuvo en Colombia. Se le vio emocionado, y entregado a sus hijas e hijos en múltiples reuniones: atendió decenas de preguntas en las tertulias; pidió oraciones por el Papa Francisco; animó a querer la Santa Misa y a ser enteramente marianos.

Unas quince mil personas tuvieron la oportunidad de conocerle y escuchar sus comentarios sobre la vida corriente, la santidad, el trabajo ordinario, la juventud, la familia, el apostolado y las nuevas vocaciones.

Cuando se congregó con unas cinco mil personas, en la Universidad de La Sabana, pidió dedicar más tiempo al estudio.

En Medellín habló sobre el perdón, la reconciliación y el deseo de paz para todos los colombianos. También invitó a estudiar más el Catecismo y estar pendientes de todas las indicaciones de la Iglesia. “No tengáis miedo a ser buenos cristianos”, dijo.

En Bogotá, el último día, también solicitó a las familias estar pendientes de la educación de los hijos y cuidar los detalles en el matrimonio.

Al celebrar la fiesta de la Asunción de Nuestra Señora, recordó las enseñanzas de san Josemaría Escrivá de Balaguer sobre el amor a la Virgen.

“Os llevo en el corazón y, cuando vaya en el avión, la palabra Colombia se me convertirá en jaculatoria para acordarme de vosotros. Estoy muy agradecido con vuestras expresiones de cariño: gracias, gracias, gracias”: así concluyó su viaje. Colombia fue uno de los últimos países que visitó antes de su tránsito al Cielo, el pasado 12 de diciembre de 2016.