Queridos hermanos y hermanas:
Seguimos profundizando en los elementos constitutivos del discernimiento. Hoy nos centraremos en el deseo, que no debemos entender como algo coyuntural y pasajero, sino como algo que dura en el tiempo y guía nuestra vida. A diferencia de una emoción efímera, el deseo no desaparece ante las dificultades, y nos exige renuncias a otras cosas para conseguirlo. Esto significa que se centra en algo que, aunque todavía no poseemos, lo conocemos y sabemos que nos falta. En definitiva, es el anhelo de perfección que nunca tendrá cumplimiento en esta tierra.
Jesús muchas veces, antes de cumplir un signo, interpela a la persona sobre su deseo. Esto nos muestra la necesidad de ver en profundidad qué queremos verdaderamente y qué es lo que se opone a conseguirlo, sin vanas excusas. En este tiempo, en el que los reclamos parecen infinitos, y se corre el riesgo de seguir la moda del momento, muchas personas se ven incapaces de dar un rumbo a su vida, de saber qué es lo que quieren. El Señor nos pregunta, como al ciego de Jericó: ¿Qué quieres que haga por ti?
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española. Hoy celebramos a Nuestra Señora del Pilar, Patrona de la Hispanidad. Que Ella interceda por nosotros ante su Hijo, para que podamos descubrir el deseo profundo que Él ha puesto en nuestros corazones, y nos alcance la gracia de llevarlo a cumplimiento. Que Dios los bendiga y la Virgen Santa los cuide. Muchas gracias.