Conectar Roma con el mundo

En estos días en los que el COVID-19 ha sembrado terror a cualquier muestra de acercamiento, se suspendieron muchas actividades en todo el mundo, entre ellas el UNIV y la Convivencia Internacional que se organiza en torno al congreso. Por otra parte, en estos meses de cuarentena, también se han multiplicado las iniciativas para hacer frente al alejamiento por la pandemia, rompiendo fronteras. En el continente americano, nos planteamos: ¿por qué no organizar una Convivencia Internacional Virtual?

Pero el motivo de “vivir la Semana Santa en Roma” ya había pasado. Debíamos encontrar una nueva "excusa" y, apenas abrimos el calendario, vimos: ¡Celebrar en Roma y, desde cualquier rincón del mundo, los 45 años de San Josemaría en el Cielo!

Así fue como, del 26 al 28 de junio, un grupo de chicas de San Rafael participamos en la primera Convivencia Internacional 100% online, en la que aprovechamos un fin de semana para #DescubrirASanJosemaría.

Partida: El mundo

A veces, tienes la sensación de ser la única que ha decidido formarse y tomarse en serio su vida cristiana, pero comenzar la navegación en esta Convivencia y darte cuenta de que no estás sola, cambió la perspectiva de muchas.

Cada pantalla descubría la amplitud de la labor del Opus Dei: éramos más de 1100 chicas inscritas –porque luego el número de vistas se pierde– de más de 15 países principalmente de América, desde Canadá hasta la Patagonia.

En Uruguay, como la cuarentena ha sido más flexible, pudieron reunirse en pequeños grupos. Varias, que tenían poco tiempo asistiendo a los medios de formación, estaban impresionadas de ver chicas como ellas de todos los países.

No solo descubrimos la variedad de rasgos, culturas, edades… sino también la cobertura que nuestras vidas pueden alcanzar. Así lo reflejó una de las asistentes de Panamá: esta Convivencia nos caló. Removió sueños que habíamos dejado en el olvido, por miedo o porque nos ganó la flojera para emprenderlos. Pero ahora, nos ha quedado una honda amplitud de miras, con deseos de mejorar y dejarnos guiar.

Para Renata, de Brasil, también fue una gran experiencia. Me identifiqué con las otras chicas de San Rafael, y con todo lo que hablaban en las sesiones (…); me di cuenta de la importancia de nuestro papel en la Obra y en el mundo.

Primera escala: Roma

Esa era la promesa: Conectar Roma con el mundo, y no había mejor forma de celebrar este 26 de junio que desde la Ciudad Eterna, donde San Josemaría dio el salto al Cielo, hace 45 años.

Por eso, bien temprano se establecieron conexiones trasatlánticas para asistir a la sesión introductoria con Kathryn Plazek, en la que fue Trending Topic la idea: debemos ser ríos, no charcos.

En el Instagram de la Convivencia podíamos interactuar al momento sobre los contenidos que íbamos recibiendo.

De allí se desprendió un hilo que nos ayudó a enmarcar nuestra experiencia: crear un contacto visual con Dios buscándolo y tratándolo en cada una de las conexiones de este fin de semana; tomar de la formación que recibo la velocidad de un río para crear corriente; y descubrir en mis amigas otros ríos para que, juntas, generemos la electricidad que alumbre el mundo.

Al terminar, una chica de una provincia chilena donde no hay Centro se preguntó: ¿cómo en este momento puedo ser río? ¿Que estoy haciendo por los demás? Así, decidió dar parte de sus ahorros a una campaña de recolección de alimentos para personas que pasan necesidad por la pandemia. Sin embargo, pensó que eso no era suficiente y se organizó con sus amigas para, entre todas, rezar el rosario y así, caja a caja, además de los alimentos, enviaría apoyo espiritual a las familias que los recibieran.

Al mediodía, asistimos virtualmente a la misa por la Fiesta de San Josemaría que celebró Mons. Fernando Ocáriz, desde la Iglesia Prelaticia. Luego, fuimos a recorrer Roma desde un Live de Instagram con un Tour virtual llamado: San Josemaría, corazón universal. Majo, Pilar y Loreto –tres estudiantes que viven en Roma– nos llevaron de la mano por el recorrido que también haría San Josemaría si solo pudiera estar un día en Roma: Todos, con Pedro, a Jesús por María.

Familiaridad con San Josemaría

Teníamos a San Josemaría como compañero de viaje y de alguna manera nos volvía a decir como a los primeros jóvenes que acudieron a formarse en la Obra: te miro y hace falta gente como tú.

Esto se logró, en gran medida, en nuestra segunda escala. Por la tarde de ese mismo viernes, aterrizamos con un link de YouTube en Madrid, para formar parte de uno de los Planes de los Cremades, protagonizado por el mismo autor del libro: don Javier Cremades. En un ambiente de mucha familiaridad, con el que casi se nos olvidaba que estábamos frente a una pantalla, dimos un toque a lo que tantas veces hemos escuchado, que el Opus Dei es una familia. Con cada anécdota, descubríamos la cercanía y el cariño del Fundador, un santo de carne y hueso que además tenía mucho sentido del humor.

Desde Tucumán, Argentina conectadas a un "gran plan" con don Javier Cremades.

A pesar de que don Javier fue el que más años acumulaba de nuestros participantes, a muchas nos impresionó su juventud sin filtros, su vitalidad, la pasión con la que hablaba del camino recorrido y esto nos mostró lo feliz que se es cuando se vive por Amor.

Terminamos la primera jornada. Los grupos de WhatsApp ayudaron a crear el “toque internacional de la Convivencia”, pues estábamos mezcladas por países y era frecuente que, al terminar cada sesión, compartiéramos nuestras impresiones, nos ayudáramos unas a otras con tips para aprovechar mejor y nos enviábamos resúmenes que fijaban las ideas clave, pues estaban en lenguaje centennial.

Tras las huellas de unas huellas

Venezuela – Pamplona – Logroño. Tres puertas de embarque, un mismo destino: las huellas en la nieve. Este era el itinerario de la segunda jornada en la que queríamos descubrir dónde y cómo comenzó todo. ¿Cuál era el plan del vuelo? Una meditación predicada desde Caracas, un zoom en la historia y un recorrido virtual.

Todo nos fue llevando a descubrir la vida de aquel adolescente que intuyó que Dios le pedía algo, y se dispuso a seguirlo con todas sus fuerzas. Inmaculada Alva, del Instituto Histórico de San Josemaría en Navarra, nos dio el contexto necesario para entender por qué el mensaje del Opus Dei fue tan revolucionario, y nos mostró el origen de la labor de san Rafael. Esto nos reforzó nuestra identidad en la Obra, de la que recibimos las herramientas para ser ríos y no charcos.

En esa clase, Inma nos explicó que San Josemaría impulsaba a los jóvenes a no desentenderse de su entorno y procurar atender las necesidades de los menos favorecidos. Así, en esos primeros años del Opus Dei, comenzaron las Catequesis y las Visitas a los pobres de la Virgen para la que se realizaban “Colectas”, entre los mismos estudiantes que se desprendían –con generosidad– de sus ahorros, para darlo a los demás o para llevarle flores a la Virgen.

Al recordar esta costumbre, comenzaron a activarse las notificaciones y, antes de que terminara el día, un grupo de las participantes nos sorprendieron con un video, en el que nos animaban a vivir la “Colecta de los sábados”. En Venezuela, una de las muchachas captó este tema y escribió a su Centro para ver cómo podía colaborar. Ella es aún estudiante, no tiene muchos medios económicos y por la crisis del país le dijo a su amiga: “Lo que yo puedo darte, además de ser poco, por la devaluación de nuestra moneda quizás no alcanza ni para poner espinas en el altar... pero es lo que he ahorrado durante esta cuarentena y, en vez de comprarme algo para mí, quiero darlo a la Obra porque con lo que he recibido allí, he salvado mi vida”.

Los Tours virtuales ayudaron a recrear la experiencia de una Convivencia Internacional, en la que lo propio es conocer nuevos rincones del mundo. Lo hicimos a través de las calles de Logroño. Fue el complemento perfecto a la clase que minutos antes habíamos tenido y nos llevó a “ver” las huellas que tocaron el corazón del joven Josemaría para plantearse: ¿Qué puedo hacer yo por Dios? Una pregunta que resonaba con más fuerza, sobre todo al comprender que la docilidad de un adolescente frente al querer divino, ha hecho que hoy esas huellas tengan seguidores en los cinco continentes, como pudimos comprobar en el panel de testimonios que presenciamos al final del día.

El equipo encargado de transmitir desde Logroño, al terminar el Tour virtual: tras las huellas de unas huellas. Además de darnos todos los datos históricos, hicieron concursos virtuales y hasta contaban con un "actor" que representó a Santiago, el hermano de san Josemaría.

Centennials y con misión

Generación Z, post-milennials, centennials… ¿Qué otro nombre se nos puede dar? La verdad es que la etiqueta poco importa porque no es algo que nos marque para siempre. Como nos explicaba don Lucas Buch, en la clase que abrió el tercer día, son unos rasgos que debemos conocer para situarnos y sacar impulso de lo bueno. Luego, cada persona recorrerá su propio camino.

Y… ¿allí qué? ¡Soñar! Jesús quiere animarnos a soñar, abrirnos a la realidad inmensa del mundo que nos ha tocado vivir y descubrir nuestra misión. Dios no nos impone lo que debemos hacer. Nos dice: sueña tú a dónde quieres llegar y yo te acompaño. San Josemaría soñó de la mano de Jesús... y por eso estamos aquí.

En Brasil, abrieron un grupo virtual para realizar la traducción simultánea de las sesiones. Tainá trabaja en una Administración de São Paulo. No es católica, pero participó de la Convivencia. Al final de cada día, les contaba a las que viven con ella lo que había aprendido. Pidió el libro “Atrévete a soñar” para profundizar en los temas de la clase y consiguió experiencias de otros países para transmitir todo lo recibido a sus amigas, pues como ella misma dijo: “Aquí he descubierto a Cristo y quiero que otras lo encuentren”.

Los “Retuits”

Estábamos claras que, para sacar mucho más de esta Convivencia, debíamos vivirla como una experiencia totalizante, que luego compartiéramos con los que tenemos a nuestro lado: familia, amigos, vecinos. Por eso, el efecto post-Convi fue dar retuit para no perder la conexión.

Eso fue lo que comenzó a vivirse luego de la sesión de cierre, cuando nos hablaron de la Amistad: intercambiamos iniciativas para acercar nuestras amigas a Dios, convocamos tertulias en pequeños grupos para conocernos mejor, tuvimos Círculos de San Rafael con asistentes de varios países. Pero hay más…

En Colombia, un grupo organizó un Encuentro sobre la Amistad, utilizando la misma metodología. En Brasil, pocas semanas después, las de la Administración de Moinho, en São Paulo hicieron una segunda Convivencia con las alumnas que están en sus ciudades, transmitiéndoles el contenido.

Un grupo de universitarias, que asisten a un Centro en Chile, nos contaron que se dieron cuenta de que debían dar un salto en audacia y organizaron un Congreso Universitario online sobre la Mujer y su rol en la sociedad. ¡Ya tienen muchas inscritas! Y hasta supimos que pronto habrá una versión de la Convivencia Internacional ¡con estilo africano!

Las que participaron desde Nicaragua estaban tan felices y convencidas de que todo lo recibido debían transmitirlo, que la semana siguiente de la Convivencia, prepararon ellas mismas una presentación para sus amigas, transmitiendo sobre todo las ideas del taller “Centennials y con misión”. Esta actividad nos impulsó a hacer vida lo que tantas veces hemos oído del Padre: somos apóstoles.

Milagros en línea

Mariángel, que asiste a los medios de formación en Venezuela, tenía como encargo el proceso de inscripción: ¡una verdadera locura!, pues debía organizar los datos de más de 1000 Google Forms. Sin embargo, pensó que su trabajo debía servir para mucho más que llevar los números y se comprometió a rezar para que todas aprovecháramos la Convivencia y no nos faltara la conexión.

Así supimos que, en Honduras, una de las de San Rafael tenía muchísimas ganas de participar, pero había tenido problemas con el Internet que hasta le impedían estar en sus clases virtuales en la universidad. Sin embargo, no sabe cómo, lo único a lo que logró conectarse en esos días fue a las sesiones por YouTube de la Convivencia: no podía leer los comentarios, ni siquiera le funcionaba el WhatsApp, pero pudo ver todas las sesiones.

Las de Mérida, en Venezuela, pensaban que iba a ser imposible seguir el plan por falta de Internet y electricidad, sin embargo, pudieron estar presentes.

Fue maravilloso comprobar lo rompedor, lo atractivo, lo energético que es el mensaje de San Josemaría para las nuevas generaciones. Desde México, una de las participantes explicaba cómo le ayudó ver la importancia que san Josemaría daba a las cosas pequeñas y a amar y hacer felices a los demás. Su fe era grandísima tanto, que despertaba la fe en otros. Eso ha pasado también con nosotras en esta Convivencia y nos ha llevado a preguntarnos: ¿cuál es nuestra misión? ¿Qué sueña Dios con los centennials?