Hace poco tiempo que cumplí, felizmente, dos años de pertenecer al Opus Dei, y hoy, al mirar atrás, veo la diferencia. Descubrí la Obra mientras vivía en Sao Paulo, Brasil. Había comenzado, de forma algo irregular, a tomarme en serio el ser católica en mi país, y la “única” opción que pude encontrar en Brasil fue el Opus Dei. Pues bien, esa “única” opción se convirtió en mi opción de vida.

Soy médica y me desempeño en una subespecialidad pediátrica. Antes de conocer la Obra y las enseñanzas de San Josemaría Escrivá, trabajaba porque me gustaba lo que hacía, sí, pero era más porque lo consideraba necesario. Ahora intento hacer mi trabajo lo mejor posible para ofrecérselo a Dios, luchando por corregir mis evidentes debilidades y deficiencias, y además, sé que puedo ofrecerlo por los que me rodean.

Ahora sé que puedo participar en la santificación de mi familia, en la de mi esposo, y descubrir que nuestro hogar puede ser un hogar cristiano, luminoso y alegre.

Además, para mí, tener amigas se ha transformado en quererlas bien, en querer su bien. Rezo por ellas, y de a poquitos les ayudo para que busquen a Dios, a que sean mejores personas y por tanto felices.