“A por más”: mensaje del beato Álvaro en su visita hace 40 años a Colombia

El 24 de mayo de 1983, fiesta de María Auxiliadora de los cristianos, hacia las cuatro de la tarde, el avión que trajo al Prelado desde Guatemala aterrizaba en Bogotá.

Entre noviembre de 1982 y marzo de 1983, dos noticias causaron alegría y emoción entre los amigos y fieles del Opus Dei en Colombia. La primera ocurrió el 28 de noviembre de 1982 cuando San Juan Pablo II erigió como Prelatura Personal al Opus Dei y nombró como primer prelado a monseñor Álvaro del Portillo. La segunda fue la confirmación de que el beato Álvaro estaría en Colombia en mayo de 1983.

Los fieles del Opus Dei habían quedado apenados con la corta visita de San Josemaría a Colombia en 1974. Tenían todo organizado para su estadía, luego de su paso por Ecuador. Desafortunadamente, su estado de salud, la altura de Bogotá y el clima por esos días, sólo le permitieron estar unos minutos el 15 de agosto en el aeropuerto El Dorado, mientras hacía escala hacia Caracas, para saludar a unos pocos hijos suyos e impartir una bendición desde el avión.

El beato Álvaro del Portillo lo acompañaba en ese momento y ahora con mayor razón, anunciaba su visita, además, para cumplir con una encomienda especial de San Josemaría: visitar a la Virgen de Chiquinquirá.

En 1983 el Opus Dei tenía 32 años en Colombia. La primera persona que inició la labor apostólica del Opus Dei en Colombia fue el presbítero y abogado Teodoro Ruiz, quien llegó al país el 13 de octubre de 1951.

Las primeras mujeres del Opus Dei - Josefina de Miguel, María Adela Tamés, Tere Ivars y Concha Campá- llegaron a Colombia el 15 de abril de 1954, por el puerto de Cartagena para posteriormente dirigirse a Bogotá.

En la ermita en Torreblanca

Desde Bogotá y Medellín la expansión continuó en 1958 a Manizales. Cali, a partir del año 61. Cartagena a comienzos del 70. Barranquilla, en el 78, Bucaramanga en el 81.

En esos meses de preparación, hubo preocupación por los 2.660 metros sobre el nivel del mar de Bogotá y los organizadores no querían que ocurriera un imprevisto como había pasado en 1974 cuando no se pudo tener más tiempo a San Josemaría. Determinaron entonces que un buen sitio para hospedarlo y tener las reuniones sería Silvania, donde se encuentra Torreblanca, la primera casa de retiros del Opus Dei en Colombia.

En maratónicas jornadas, arquitectos, ingenieros, obreros, carpinteros y organizadores hicieron muchos viajes desde Bogotá hasta Silvania para ultimar detalles.

Tertulia en Quinta Camacho

Mientras en Medellín y Cali -ciudades donde se sabía de su visita- se hacían tareas similares.

El día esperado

El 24 de mayo, fiesta de María Auxiliadora de los cristianos, hacia las cuatro de la tarde, el avión que trajo al Prelado desde Guatemala entró en territorio colombiano y en ese momento invocó a la Virgen como Regina Columbiae, siguiendo la costumbre del Fundador del Opus Dei, San Josemaría Escrivá de Balaguer.

A las cinco de la tarde, en el aeropuerto El Dorado, cuando abren la puerta del avión y ven al Padre, acompañado de don Javier Echevarría y don Joaquín Alonso, decenas de miembros del Opus Dei interrumpieron el trajinar del centro aéreo con un atronador aplauso.

Luego, como estaba previsto, en un recorrido de unos sesenta kilómetros, de los 2.660 metros de altura de la sabana de Bogotá, se bajó a los 1.500 de Silvana, población donde está enclavada la casa de retiros.

Al llegar, rezó una parte del Rosario en el trayecto. Le impresionaron las montañas y la cantidad de imágenes de la Virgen en el recorrido.

Después de la comida, presidió una tertulia; la temperatura era muy agradable. Se le parecía un poco a México y por ello, habló de su novena a la Virgen de Guadalupe, de las noticias que ha recibido de Roma…

Tertulia en La Casona, administración de Torreblanca

El segundo día conversó con un numeroso grupo de personas en Torreblanca:

“Estoy muy contento de encontrarme entre vosotros, y doy gracias a Dios, porque al fin he podido venir. Quiso hacerlo nuestro Padre…pero enfermó. No pudo venir aquí, porque no lograba ni tenerse en pie. Se lo ofreció al Señor y regresó a Roma con el deseo de hacerlo en cuanto fuese posible…Y ahora vengo yo a veros, hijos míos, a cumplir con esta obligación moral que sentía como un peso, un dulce peso de los que no pesan”, estas fueron las primeras palabras del beato Álvaro en el Patio Colonial de Torreblanca, ante un grupo de hijos suyos procedentes de distintas ciudades de Colombia.

Al final de la tarde, Don Álvaro estuvo también con sus hijos en La Rotonda, un banco circular rodeado de flores.

Tertulia en el patio Colonial de Torreblanca

El Padre estaba encantado en Torreblanca, pero surgió un cambio de planes al comentarles que veía muy difícil que sus hijos fueran hasta Silvania y que más bien, él iría a Bogotá.

Encuentro con la familia Posada Nuñez en El Nogal

Los organizadores acataron de inmediato la sugerencia y esa misma noche, en Balcones, uno de los centros de la Obra y enclavado en el Gimnasio de Los Cerros, debieron acondicionar todo para su visita.

“¡Qué nación tan estupenda! Yo ya lo sabía: lo he visto desde el avión. Me he quedado admirado de este verde. Todo el país parece una gran esmeralda. Y Torreblanca es como una esmeralda dentro de la esmeralda”, dijo a un grupo de hijos suyos que le entonaron varias canciones.

En el Gimnasio de Los Cerros

De Medellín salió un bus con un grupo de estudiantes deseosos de conocer al Padre. Un derrumbe les impidió el paso por más de 12 horas. Extenuados llegaron minutos antes de las 4 de la tarde cuando comenzó una de las tertulias del Padre en el auditorio del Gimnasio de Los Cerros.

En Bogotá con Monseñor Javier Echevarría

Se unieron a otros que habían llegado de Manizales, Barranquilla, Cali…

El Padre habló con claridad, con pausa y cada una de sus frases caló en todos los asistentes que no perdían de vista sus movimientos. Un “pillo” se llevó para su casa un vaso del cual bebió unos sorbos para aliviar su garganta.

Tertulia con el beato Álvaro del Portillo en el Gimnasio de Los Cerros en Bogotá, 27 de mayo de 1983.Aunque la asistencia siempre fue multitudinaria, nunca se perdió el ambiente de familia.

Evocó aquel 15 de agosto de 1974, cuando San Josemaría habló unos minutos con el Vicario regional, que había logrado subir al avión que le conducía de Quito a Caracas, durante la breve escala en Bogotá y con una hija suya que superando varias barreras, logró llegar hasta el avión y, animada por Don Álvaro, tomó la única foto de San Josemaría en Colombia.

- “Pero lo que dejó aquí no fue ese trozo de papel: dejó su corazón”.

Al final de la tertulia impartió la bendición y se despidió con estas palabras: “Hijos míos, os quiero mucho, os llevo en el corazón.

Tertulia en la Biblioteca del Gimnasio de Los Cerros

Al día siguiente estuvo con sus hijas e hijos en distintas tertulias en Bogotá. Entre otras cosas, pidió que encomendáramos su viaje a Chiquinquirá, donde estaría rezando ante la Patrona de Colombia.

Llegó el sábado 28 de mayo. A las ocho y veinte ya se oía el potente ruido de las aspas del helicóptero, que se posaba en la cancha de fútbol del Gimnasio de Los Cerros. A las nueve, el helicóptero se alzó en vuelo.

Una vez en la Basílica de Chiquinquirá, rezó el Rosario y terminado el rezo, se sentó y mirando al cuadro de la Virgen, hizo su oración en voz alta.

Estamos en Chiquinquirá, cumpliendo de modo filial el deseo de nuestro Padre, que manifestó más de una vez, de venir a rezar a este Santuario. Sé que hace muchos años comenzó a tener devoción a la Santísima Virgen en esta advocación de Chiquinquirá. Pero no pudo venir aquí. Lo que nuestro Padre no realizó en la tierra, queremos hacerlo nosotros en su nombre, como buenos hijos suyos…Estamos aquí, a tus pies, en nombre de todas y de todos los que forman parte del Opus Dei en el mundo entero, para ofrecerte cuanto somos y cuanto hacemos, todo lo que deseamos. Y lo que queremos es cumplir la Voluntad de tu Hijo.

Visitó la sede de la Universidad de La Sabana, donde el aula dispuesta para su charla quedó colmada de asistentes. Les sugirió entonces pensar en grande y salir a buscar un campus donde los estudiantes tuvieran mayores capacidades para desarrollar sus actividades.

Llegada a la Universidad de La Sabana en su sede de Quinta Camacho

Sus palabras animaron a los directivos y años después se trasladaron a su actual sede en Chía, al norte de Bogotá. “A por más”, les dijo.

Con el rector, Octavio Arizmendi, y algunos estudiantes

A Medellín de mis amores

El 31 de mayo de 1983, a las cinco de la tarde, aterrizó en el aeropuerto de Medellín.

Llegada a Medellín, mayo de 1983

Estoy contentísimo de estar aquí. Nuestro Padre deseaba venir a veros desde hace muchos años. Cualquier día hubiera sido de fiesta para mí, pero hoy lo es más todavía, porque celebramos la Visitación de Nuestra Señora, dentro del mes de mayo”.

A pesar de su apretado horario, a su llegada a Medellín quiso sacar unos momentos para estar con mujeres de la Prelatura en La Cuesta, uno de los centros de Medellín. La primera tertulia fue en el Centro Cultural Urabá, a las 7 de la noche.

Además de los encuentros con numerosas personas, el beato Álvaro pudo atender grupos reducidos interesándose por su familia y sus asuntos. En la foto con el matrimonio Vélez Estrada en Medellín.

Se reunió con algunas numerarias auxiliares y luego asistió a dos tertulias en el Colegio Pinares.

No pudo viajar a Cali porque recibió noticias de Roma donde requerían de su presencia y envió, de todas maneras, su bendición para sus hijos del Valle del Cauca.

Han pasado 40 años de su entrañable visita y aún se preservan muchos recuerdos de aquellos inolvidables días.

Tertulia en Torreblanca con numerarias auxiliares

SOBRE EL BEATO ÁLVARO DEL PORTILLO

El beato Álvaro del Portillo nació en Madrid el 11 de marzo de 1914, en 1935 pidió la admisión en el Opus Dei, fundado por san Josemaría Escrivá el 2 de octubre de 1928.

El 25 de junio de 1944 fue ordenado sacerdote. En 1946 fijó su residencia en Roma, junto a San Josemaría. El 15 de septiembre de 1975 fue elegido su primer sucesor. El 28 de noviembre de 1982, al erigir la Obra en Prelatura Personal, San Juan Pablo II le nombró Prelado del Opus Dei, y el 6 de enero de 1991 le confirió la ordenación episcopal.

En la madrugada del 23 de marzo de 1994, pocas horas después de regresar de una peregrinación a Tierra Santa, donde había seguido con intensa piedad los pasos terrenos de Jesús, desde Nazaret al Santo Sepulcro, el Señor llamó a Sí a este siervo suyo bueno y fiel. La mañana precedente había celebrado su última Misa en el Cenáculo de Jerusalén. El 27 de septiembre de 2014 fue beatificado en Madrid.