En la vida laboral, suele llegar un día en el que entras como empleado y sales como pensionado. Atrás habían quedado treinta y tres años de docencia para Joaquín, un profesor en el Gimnasio de Los Cerros, un colegio al norte de Bogotá.
Para Joaquín, la nueva etapa de su vida ha representado muchos retos. Primero, cambió la ruidosa Bogotá a 2.600 metros de altura, por la calurosa y más amable Ibagué, pues le venía mejor a la salud de su esposa y le facilitaba acompañar a su madre que vive allí desde hace seis años.
Ibagué, capital del departamento de Tolima, fue el lugar de sus años de juventud, por lo que esta nueva etapa de su vida, más reposada aunque llena de energía, le ha traído recuerdos que contrastan con el habitual timbre de la primera clase a las ocho y media de la mañana. A su memoria llegan recuerdos de su niñez cuando caminaba por las calles, los platos típicos como el envuelto de tamal, el arroz de lechona, la sopa de cuchuco; y también algunos antojos como las galletas de achiras, el dulce de guayaba y las arepuelas, un tipo de arepa dulce.
Entre una caminata y otra, entre un rato de lectura y otro, se reencontró con las canciones de su viejo Tolima: bambucos, pasillos y valses. Un día, al regresar a su casa, se cruzó con el capellán de la cuasi parroquia los Sagrados Corazones de Jesús y María, y luego de los respectivos saludos, le soltó una pregunta: ¿Padre, en qué puedo colaborar? Nos lo cuenta en primera persona Joaquín: "Le conté, entonces, que había sido catequista de Confirmación y Primera Comunión, ya que había obtenido el título de Licenciado en Educación Religiosa y Moral por la Universidad de La Sabana. El párroco aceptó la propuesta de inmediato. A los pocos días, volvía al aula de clases".
"Un día me di cuenta que estaba haciendo lo mismo que hizo san Josemaría en sus primeros años de sacerdocio, quien se dedicó a preparar para la Primera comunión a decenas de niños en las barriadas de Madrid en los años 30".
"Otro día, uno de especial emoción para mí, fue cuando se hizo la imposición de 87 escapularios a los niños de la catequesis, como signo de protección de la Virgen María y como estímulo para imitar la vida de Jesús en su paso por la tierra".
Luego de estos primeros meses, Joaquín cuenta que ahora tiene un nuevo grupo de niños y jóvenes que recibirán los sacramentos de iniciación cristiana en diciembre de 2022. Además, hay otro proyecto o menos importante, al que se ha sumado: promover ayudas económicas para terminar la construcción de la nueva sede de la parroquia.
Como escribe el Papa Francisco, el Señor nos llama a que «cada uno de nosotros, con sus recursos espirituales e intelectuales, con sus competencias profesionales o su experiencia de vida, y también con sus límites y defectos, se esfuerce en ver los modos de colaborar más y mejor en la inmensa tarea de poner a Cristo en la cumbre de todas las actividades humanas» (Christus vivit, 162).
Quien iba a pensar que esta nueva etapa de la vida de Joaquín sería un redescubrir su vocación a la enseñanza, para la que al parecer, al menos en materia de fe, no le espera un día de jubilación.