“Todo comenzó en La Primavera” narra la historia de la Fundación de Educación Nocedal a partir de entrevistas a sus protagonistas, pero principalmente a partir del relato de exalumnos.
El volumen se presentó mediante un conversatorio dirigido por Maureen Lennon, periodista de Artes y Letras de El Mercurio. Y en el escenario junto a ella estuvo la autora del libro, la periodista María Ester Roblero; la paramédico Katherine Leiva, exalumna del Colegio Almendral; Frank Méndez, ex alumno del Colegio Nocedal y primer árbitro profesional chileno de rugby; y Juan Méndez, profesor pionero y apoderado del mismo colegio.
Durante la conversación, además de dar detalles del libro, se recordaron anécdotas y los exalumnos contaron un poco de su trayectoria profesional y lo importante de su formación.
“La educación es la llave maestra”
El libro tiene 229 páginas en las que se combinan fotos, alrededor de 70 testimonios y algunos datos.
Fue la venida del Papa Juan Pablo II a Chile en 1987 la que dio inicio al proyecto de la Fundación Nocedal, que hoy cuenta con cuatro colegios en las comunas de Puente Alto y La Pintana, todos ellos ubicados en sectores de alta vulnerabilidad social. Particularmente fue su llamado a la acción cuando dijo en la Cepal: “¡Los pobres no pueden esperar! Los que nada tienen no pueden aguardar un alivio que les llegue por una especie de rebalse de la prosperidad generalizada de la sociedad”. En ese mismo discurso dijo que la educación es la “llave maestra del futuro”.
Un año después de esta visita, desde la Prelatura del Opus Dei en Chile se invitó a un grupo de personas a que iniciaran un proyecto educativo en un sector vulnerable de Santiago, que no solo brindara oportunidades, sino que también ayudara a los alumnos a crecer en el amor de Dios. Así comenzó todo.
La autora, María Ester Roblero, cuenta que al hacer las entrevistas un sello que pudo percibir y que se transmite en los cuatro colegios es el espíritu cristiano: “ver en cada niño una persona que nació amada y deseada por Dios”.
“Yo diría que eso es muy fuerte porque estos profesores, estos fundadores, de alguna manera trataban al niño como un ser humano que por el hecho de ser hijo de Dios, hija de Dios, muy querido por Dios, merecía todo el esfuerzo. Yo diría que eso es un modo de enfocar la educación que es intrínsecamente cristiana, porque es ver en ese niño a alguien por quien se la jugó Cristo y por quien yo me la tengo que jugar”, detalla.
Lo que dicen sus alumnos
Según la autora, el libro está narrado principalmente por los exalumnos de los colegios Nocedal y Almendral, y de familias que siguen haciendo historia en Puente Alto, con los colegios PuenteMaipo y Trigales del Maipo. A partir de sus voces se estructura el libro en torno a la infancia, adolescencia, juventud y el ciclo de la vida… aunque también hay testimonios de profesores, fundadores y algunos empresarios.
Lo que más llamó la atención de María Ester fueron las respuestas de los exalumnos al preguntarles cómo recordaban su colegio: “Ese recuerdo es felicidad en la infancia. O sea, ellos no hablaban de la exigencia académica en primer lugar. Daban muchos detalles de una infancia feliz”.
Agregó que esto le impactó mucho porque en la época en que se fundaron los primeros colegios –el Colegio Nocedal abrió sus puertas en 1996– recién se estaban difundiendo descubrimientos de neurociencia que señalaban que sin bienestar emocional es muy difícil aprender: “Me impactó mucho que los profesores que partieron con estos colegios, por su misma experiencia educativa, sabían que previo a la exigencia académica tenían que lograr el bienestar emocional de estos niños”. Cabe destacar que la mayoría de los alumnos venían de entornos de mucha violencia, dificultades económicas y sociales.
Otro aspecto que percibió María Ester es que tuvieron una “adolescencia sin techo”. Es decir, “jamás fueron tratados como niños con algún grado de impedimento. Todo lo contrario. O sea, tú quieres: puedes. Y en ese sentido, ellos crecieron sin ninguna sensación de inequidad. De alguna manera, crecieron sabiendo que se iban a encontrar siempre con alguien que les ayudara a conseguir sus sueños”.
Y un último aspecto que destacó la autora es que fueron educados “con mentalidad de equipo”. “En una época en que en Chile uno criticaba mucho el individualismo y el exitismo, ellos tenían una educación colaborativa. Y eso encuentro que fue súper innovador porque en los colegios se educaba uno a uno, de acuerdo con los talentos de cada uno, pero con mucho sentido de pertenencia y de construcción social”.
María Ester concluye: “Yo creo que es bonito leer este libro porque lo que daría pena es que las generaciones actuales no sintieran la misma urgencia de responder al llamado. Esta fundación recibe menos de lo que necesita para educar a cada niño. Entonces, depende mucho de la generosidad, de los aportes de los privados. Sería súper triste pensar que está todo listo. Y, por otro lado, hoy día es muy caro educar. Leyendo el libro tú te das cuenta de que educar es la política pública de más impacto en un país. Tú ves que un niño que recibe una educación integral de calidad se convierte en diez años en un adulto íntegro, responsable. El impacto en las naciones es muy rápido. Es por lejos la política pública más efectiva”.
El libro tiene un valor de $10.000 y para comprarlo se debe escribir un correo a Montserrat González (mgonzalez@nocedal.cl).
En julio de 1974 san Josemaría dijo en Chile: "... no os conformaréis con un colegio, ni con dos, que pegaréis esta locura divina a otros para que sepan que los colegios deben estar formados en primer término por los papás. Esto le da mucho gusto a vuestros hijos. Qué pensáis, que vamos a hacer venir al colegio al papá? No. La parte más importante del colegio son los papás; después el profesorado, que debe ser seguro, firme en sus convicciones y bien preparados científicamente. Y al final los chicos, la chiquillería."