Como una piedra que se pule

No tenía el regalo de la fe, y sentía que algo le faltaba. Anyi Pozo conoció a Dios a los 24 años, recibió los primeros sacramentos y cuenta que para ella esto significó un cambio de vida, una “dinamita de bendiciones”. Esta es su historia.

Luego de encontrar a Dios, Anyi recibió los primeros sacramentos, incluido el matrimonio. En la foto, el día que se casó con Juan Sebastián.

“Siempre mi vida fue trabajar, estudiar, me enfoqué en eso, pero también sentía un gran vacío y no sabía de qué”. Anyi Pozo (27 años) cuenta cómo cambió su vida al recibir una invitación totalmente inesperada.

Pololeó dos años con Juan Sebastián, carabinero de Antofagasta, ciudad del norte de Chile en la que ambos nacieron. En el instituto donde trabajaba como Ingeniera en Recursos Humanos se encontró por casualidad con él, que estaba reunido con un grupo de amigos. Conversando, le contó que asistían a un centro del Opus Dei, donde recibían formación espiritual. “Yo no conocía el Opus Dei y ellos me invitaron a acercarme a un centro de mujeres, me entusiasmó la idea y me puse en contacto con Carmen Cruz; yo creía en la Iglesia Católica pero no estaba bautizada”, relata.    

“A mi me gustaría que mis hijos crecieran con Dios desde pequeños”, dice Anyi.

El encuentro

Anyi comenzó a recibir clases de doctrina católica y se dio cuenta de que no sabía nada, pero al mismo tiempo despertó en ella un gran interés. “Parecía una niña a la que le enseñaban con mucha paciencia, pero yo tenía toda la disponibilidad, era como un libro en blanco que solamente recibía; ese vacío que sentía se empezó a llenar y esto me dio una gran paz”, explica.

Agrega que cuando conoció a las mujeres del centro Pukará en persona “era como estar en la casa de una familia, de unas muy buenas amigas y ahí se inició mi encuentro verdadero con Dios”.

Luego de un tiempo de formación Anyi se dio cuenta que ya estaba preparada para recibir el sacramento del Bautismo, porque había descubierto lo importante que era para ella. “Recibí todos mis sacramentos, fue muy lindo, muy especial, ese día fue una potencia máxima, estaba radiante de paz, y las personas que estaban ahí también lo sintieron”, cuenta emocionada. Después de unos meses Juan Sebastián le pidió matrimonio, y comenta con alegría que “recibir este otro sacramento fue como una dinamita de bendiciones”.

“Yo lo único que quería era bautizarme, me hacía mucha falta, fue muy lindo”, dice Anyi. De espaldas, recibiendo la bendición de su padrino y junto al Obispo de Antofagasta, Mons. Ignacio Ducasse.

La compañía de un amigo

“Esta cercanía con Dios, de verdad, ha sido inexplicable, cambió mi vida totalmente. Hoy le entrego todos los días, hago un rato de oración, sigo en clases de formación y me voy ‘puliendo como una piedrita’, como me decían cariñosamente en el centro”, explica.

El padre de Anyi falleció cuando tenía 7 años y cuenta que ahora, con todo lo que ha aprendido, reza por él para que esté con Dios. Además, su mamá nota que ha tenido un cambio positivo y agradece este acercamiento a la fe.

Anyi y Juan Sebastián junto a sus amigas del centro Pukará de Antofagasta. “Ellas me han acompañado en todo, en mi bautizo, en mi primera comunión, y ahora en mi matrimonio”, relata.

Nos casamos…¡y en un mes!

A fines de noviembre de 2021 Juan Sebastián supo que sería trasladado de ciudad por su trabajo. “Yo no quería que se fuera solo, estaba enamorada, por lo que decidimos casarnos ante Dios lo antes posible”, relata. Había que organizar muchas cosas y el tiempo era escaso, pero Anyi contó con el apoyo de su “segunda familia”, como llama a las del centro Pukará. “Fueron semanas estresantes porque tenía que buscar el vestido, el lugar para la fiesta, la iglesia, pensar la logística del aforo de los invitados, etc. Pero ellas estaban siempre ahí, eran como unas hadas madrinas, de verdad era mágico”, explica.

Anyi y Juan Sebastián el día de su matrimonio.

“Esas hadas tuvieron que agitar sus varitas más de la cuenta, ya que varios contratiempos estuvieron presentes. El vestido que llegó desde Santiago venía roto y no tenía tiempo para cambiarlo. Ahí vinieron las palabras precisas de Mónica: tranquila, esto lo vamos a arreglar, yo conozco una costurera”.

Al momento de comulgar en su matrimonio y a la derecha la saludan sus amigas del centro Pukará.

Llegó el gran día y todo estaba perfecto. Los padrinos del matrimonio se acordaron de hacer los recuerdos para los invitados, sus amigas de Pukará se preocuparon de manejar el auto que la llevó a la iglesia, de comprar y poner las flores, etc. “Me ayudaron a vestirme, a arreglarme y cuando estaba lista me miraban con una cara de felicidad y de ternura que me lo transmitían”, dice emocionada.

“Nos casamos en la capilla militar de Antofagasta recién restaurada, estaba preciosa”, cuenta Anyi.

De Antofagasta a La Serena

Al poco de casarse se trasladaron de ciudad y para Anyi, quien había vivido toda su vida en Antofagasta, no fue fácil. Sin embargo, el apoyo de una amiga de Pukará nuevamente fue fundamental. “Me ha ayudado mucho rezar, hablar con ella y hoy estoy radiante, muy contenta, no solamente porque me llame Carmen, sino porque sé que Dios está conmigo”, finaliza.

Para Anyi conocer a las del centro Pukará fue como encontrar una “segunda familia”.

Si quieres conocer más sobre Antofagasta, la ciudad en la que nacieron Anyi y Juan Sebastián, te dejamos este video de OneCity.