La familia ha sido siempre el ámbito privilegiado donde niños y jóvenes adquieren las verdades fundamentales de la fe, aprenden a relacionarse con Dios y encuentran, en el ejemplo de sus padres, un modelo para vivir cristianamente. El Magisterio, reconociendo esta realidad, ha denominado a la familia cristiana como una “Iglesia doméstica”. El Papa Francisco, en repetidas ocasiones, ha destacado este rol al afirmar: “El hogar debe seguir siendo el lugar donde se enseñe a percibir las razones y la hermosura de la fe, a rezar y a servir al prójimo” (Amoris laetitia, n. 287).
Con este horizonte, dentro de la Iglesia han surgido numerosas iniciativas para apoyar a las familias en su misión de formar cristianamente a sus hijos. Entre ellas se encuentran la pastoral juvenil de las parroquias, catequesis familiares, misiones, grupos de oración, encuentros, programas de formación en virtudes, actividades de scouts, entre otras.
Dentro de esa variedad de iniciativas, en torno a la labor apostólica del Opus Dei existen clubes juveniles para niños y niñas de entre 10 y 14 años, y la obra de San Rafael, dirigida a jóvenes a partir de los 14 años hasta el término de sus estudios superiores, alrededor de los 25 años. San Josemaría definió con claridad el propósito de estas actividades: “Haced de modo que, en su primera juventud o en plena adolescencia, se sientan removidos por un ideal: que busquen a Cristo, que encuentren a Cristo, que traten a Cristo, que sigan a Cristo, que amen a Cristo, que permanezcan con Cristo” (Carta sobre la obra de San Rafael, para la formación cristiana de la juventud, n. 12).
Los clubes juveniles, promovidos por padres y madres, buscan proporcionar un ambiente donde los niños puedan formarse cristianamente mientras desarrollan amistades y hacen un buen uso del tiempo libre. Aunque varían en su organización, todos comparten el propósito de apoyar a los padres en su rol como primeros educadores.
Por su parte, la obra de San Rafael es la iniciativa apostólica del Opus Dei que ofrece formación humana y cristiana a jóvenes. A través de distintas actividades, se les ayuda a profundizar en su vida de fe, a ser buenos hijos, amigos y estudiantes, a tener sentido de responsabilidad y comprometerse con la mejora de la sociedad, a través del servicio al prójimo. San Josemaría la llamó obra de San Rafael al encomendársela a este Arcángel, quien acompañó y aconsejó al joven Tobías en un largo viaje, como se relata en el Antiguo Testamento.
La juventud es una etapa privilegiada para descubrir el amor personal de Jesucristo y emprender la aventura de la fe. Como invitó el Papa Francisco a los jóvenes chilenos, la clave está en vivir como Jesús: “Lo que queremos es vivir como Jesús vivió: ¿Qué haría Cristo en mi lugar? Traducir Jesús a mi vida. Por eso los jóvenes del Evangelio le preguntan: ‘Señor, ¿dónde vives?’ ¿Cómo vives? ¿Yo le pregunto a Jesús?” (Encuentro con los jóvenes en el Santuario de Maipú).
En todas estas actividades se protege con delicadeza la intimidad y la libertad de cada persona, creando ambientes sanos y seguros. Para lograrlo, quienes las organizan reciben formación continua y siguen las directrices del Prelado para garantizar el cuidado integral de todos los participantes.
Los clubes juveniles
Inspirados en el mensaje de san Josemaría, los padres y madres que promueven los clubes juveniles buscan que sus hijos desarrollen su carácter, aprendan a ser buenos amigos y descubran la posibilidad de tener un trato personal con Dios. A través de actividades deportivas, talleres de arte, música, cocina y manualidades, entre otras, se fomenta que crezcan en virtudes, aprovechen el tiempo libre y desarrollen sus talentos para ponerlos al servicio de los demás.
En un ambiente familiar, se ayuda a los niños a cultivar virtudes como la fortaleza, la paciencia, la solidaridad y la alegría, y a esforzarse por ser buenos hijos, amigos y estudiantes. Estas actividades se llevan a cabo con el apoyo de otros padres, monitores —habitualmente jóvenes que han formado parte del club— y, en ocasiones, profesores contratados. Las actividades suelen realizarse en las sedes de los centros de la Prelatura del Opus Dei, en las casas de las familias impulsoras o en espacios al aire libre.
La obra de San Rafael
La formación que se ofrece en la obra de San Rafael está orientada a ayudar a los jóvenes para desarrollar una sólida vida de oración, una amistad profunda con Dios, el estudio bien hecho como acto de amor a Dios, una preocupación apostólica por sus amigos y el interés por estar cerca de los más necesitados.
Esta formación se imparte a través de diversos medios, generalmente en centros culturales o residencias universitarias. Entre ellos destaca el círculo, una clase de formación semanal que reúne a jóvenes para reflexionar sobre temas de fe y vida cristiana; las meditaciones, momentos de oración guiados por un sacerdote delante del Sagrario; el acompañamiento espiritual, que ofrece un apoyo personalizado, tanto humano como espiritual, para ayudar a cada persona en su camino de santificación en la vida ordinaria; y la práctica de obras de misericordia, como las catequesis, las visitas a enfermos, ancianos, a personas solas o que pasan necesidad.
En este contexto, se anima a quienes participan en la labor de san Rafael a vivir plenamente su vocación cristiana respondiendo a la llamada universal a la santidad y discerniendo su vocación particular.
Se les recuerda que todas las personas tienen una misión en la vida y que, como consecuencia, algunos pueden descubrir su vocación específica en el celibato laical, el sacerdocio, el matrimonio o la vida religiosa. En la labor de san Rafael se acompaña a cada uno en el descubrimiento del sueño que tiene Dios para ellos.
Como es natural, algunas personas, al conocer el carisma del Opus Dei, descubren que Dios las invita a seguir este camino. Algunas reciben el don del celibato apostólico y piden la admisión como numerarios o agregados. Muchos otros descubren su llamado a santificarse en el matrimonio, y algunos de ellos piden incorporarse al Opus Dei como supernumerarios. La mayoría, sin incorporarse formalmente a la Obra, seguirán desarrollando su vocación cristiana con ocasión de su trabajo y familia y demás obligaciones sociales. Terminada la etapa universitaria o al entrar de lleno en la vida laboral, quienes lo deseen pueden seguir participando de las actividades formativas del Opus Dei en la labor de San Gabriel.
Gracias a Dios y a la entrega generosa de muchas personas, miles de familias en todo el mundo han encontrado, y siguen encontrando, en los clubes juveniles y en la labor de San Rafael un valioso apoyo para transmitir a sus hijos la alegría de encontrarse con Jesucristo, de vivir sembrando la paz y la alegría cristianas, y de contribuir a hacer del mundo un lugar mejor.
El origen de la labor de San Rafael:
https://opusdei.org/es/article/origen-labor-san-rafael/
Preguntas y respuestas: https://opusdei.org/es/article/san-rafael-preguntas-y-respuestas-youth/
Medios de formación cristiana para jóvenes: