- ¿En qué se diferencia una persona del Opus Dei de un cristiano que también quiere ser santo en medio del mundo?
- ¿En qué se concreta la vocación al Opus Dei?
- ¿Al elegir un camino concreto no te cierras un poco a otros modos de ver la vida?
- ¿Para ser más santo tienes que ser más perfecto cada día?
- ¿Supernumerario?
- ¿Celibato? ¿Eso qué es?
- ¿Y no se siente sola una persona célibe?
- ¿Qué es ser agregado?
- ¿Y numerario?
1. ¿En qué se diferencia una persona del Opus Dei de un cristiano que también quiere ser santo en medio del mundo?
Las personas del Opus Dei son igual que cualquier otro cristiano, tienen la misma identidad: ser hijos de Dios; la misma misión: ser apóstoles; y el mismo fin: ¡ir al cielo!
La diferencia es el cómo: reciben una invitación de Dios para vivir y difundir el Evangelio santificando su vida, su familia, sus amistades, su trabajo, sus aficiones… desde un camino concreto: el carisma del Opus Dei.
Todos los bautizados compartimos la misma llamada: ser santos y difundir el mensaje de Cristo desde las circunstancias de cada uno: casados, solteros, célibes, sacerdotes, religiosos… El Opus Dei sencillamente recuerda esta vocación a la santidad en medio del mundo, siendo un camino más dentro de la Iglesia para poder llegar al cielo.
Las personas de la Obra se comprometen a vivir su fe por este camino y transmitir el mensaje del Opus Dei como parte de su misión en la vida. Por eso, ser y pertenecer a la Obra no es apuntarse simplemente a algo; es una gracia permanente que abraza la vida entera; una luz que se enciende en su alma y una fuerza que impulsa el corazón de la persona.
2. ¿En qué se concreta la vocación al Opus Dei?
La santidad en medio del mundo se concreta en vivir una relación personal y única con Dios en la vida diaria. Por eso las personas que son de la Obra viven durante el día diferentes momentos de encuentro con Dios (prácticas y costumbres de piedad), reciben frecuentemente los sacramentos (comunión y confesión) y se comprometen a recibir una profunda formación espiritual y doctrinal; para vivir con autenticidad su fe y poder llevar a Cristo ahí donde están, siendo apóstoles en su trabajo, entre su familia y sus amigos.
- Mismo espíritu/misión ( filiación + trabajo + amistad > Eucaristía como centro)
Toda persona en el Opus Dei tiene una misma vocación: ser hijos de Dios que aman el mundo apasionadamente. Santifican todas sus actividades aspirando a realizarlas humanamente bien y sobrenaturalmente en compañía de Dios. Intentan vivir cada situación con la sencillez y la confianza de un hijo que se siente mirado y amado a todas horas por su Padre Dios. Son apóstoles que transforman el mundo desde dentro, sirviendo a la sociedad, siendo buenos profesionales, y amando a los demás, siendo verdaderos amigos.
El mayor encuentro con Dios y el mejor medio para identificarse con Jesús es la Santa Misa. Por eso para una persona del Opus Dei su día gira en torno a la Eucaristía: es el centro y la raíz de su vida cristiana. La Misa es como su oxígeno, el alimento de su alma; lo que le da fuerza, energía ¡y vida!
3. ¿Al elegir un camino concreto no te cierras un poco a otros modos de ver la vida?
Elegir implica priorizar y descartar, abrir una puerta implica entrar por una y cerrar otras. Esto podría aplicarse tanto a la vocación como a cualquier otra decisión. Por ejemplo, al hacer un plan con unos amigos y no otros, decidir una carrera y no otra, al elegir a una persona entre un millón… Eligiendo una persona, descartas todas las demás, porque para ti es la mejor, quien te hace feliz y por quien vale la pena compartir toda tu vida.
¿Entonces te cierras a otras opciones? Sí, por (un) amor. Pero no te cierras al modo de ver la vida, porque seguir una vocación - un camino por el que llegar al cielo - no implica meterse en un molde o en una burbuja, sigues siendo tú con tu misma personalidad. No existe una única forma de ser y de vivir en el Opus Dei, existen tantos modos de vivir una vocación como personas. Y lo más importante: el amor nunca encoge…¡libera y expande!
4. ¿Para ser más santo tienes que ser más perfecto cada día?
Ser santo no es ser “perfectito” ni hacer cada día las cosas más perfectas. Ser santo es parecerse cada vez más a una persona: Jesús. Tratarle más y conocerle mejor para poder pensar, sentir, querer y actuar como Él. Ser santo es amar con el amor con el que Jesús nos amó. Ser santo es identificarse con Él en cada momento de tu vida. Ser santo es la forma más humana de vivir: mirar a ese Dios-humano y desde Él mirar a los demás. De esta manera - al estar más en contacto con Dios, vivir en su Presencia y amar como Él - nos hará inevitablemente mejores (no perfectos), tanto por nuestra lucha personal como por su cercanía y su acción en nosotros.
Los seres humanos somos imperfectos y convivimos con nuestra debilidad; por eso santo no es la persona ideal, el que no cae, el que no comete errores o nunca falla; sino el que siempre, siempre, siempre se levanta. Ser santo es «luchar por amor hasta el último instante», porque el soldado que realmente lucha en la batalla, llega con heridas a la victoria. Santos en el cielo, aquí estamos los que entrenamos para serlo.
Ser santo es ser tu versión-pro, siempre mejorada y por mejorar, no en base a tus expectativas, sino en base a los sueños de Dios contigo. No es sumar muchos puntos o virtudes, es dejarse moldear - con humildad y confianza - por la gracia de Dios.
La santidad no es una conquista a base de puños, es un juego entre la libertad humana y la gracia divina, entre tu miseria y Su Grandeza. Santidad es saberte amado aún cuando sientes que no lo mereces. Santidad es sentirte débil y confiar en Su Fortaleza. Ser santo es volver una y otra vez a los brazos de Dios en la confesión, aún sabiendo que volverás a tropezar.
Santidad es hacer sonreír a Dios que se contenta con tu esfuerzo, no con el resultado. Santidad es ser el mejor amigo de un Dios que se ha hecho hombre. Santidad no es hacer o cumplir cosas, es corresponder al Espíritu Santo para que Cristo se forme en ti, amando a los demás con su mismo Amor.
Resumiendo: ser santo no es ser más perfecto cada día, es ser más de Dios. ¿Te sumas al plan?
5. ¿Supernumerario?
Carta del Prelado (28 octubre 2020) Vocación al Opus Dei (supernumerarios)
Supernumerarias, supernumerarios: en el torrente circulatorio de la sociedad - Opus Dei
«Vosotros sois la sal de la tierra» (Mt 5,13) «Vosotros sois la luz del mundo» (Mt 5,14)
«Id por todo el mundo y proclamad el Evangelio a toda la creación» (Mc 16,15)
¿Super qué? Ser supernumerario no es tener una categoría más alta, ser un numerario con capa o algo así como que suene a “plus”. Ser supernumerario es un modo de vivir la misma vocación en el Opus Dei: personas elegidas por Dios para vivir con convicción y autenticidad su vocación cristiana - marcada ya desde el Bautismo - desde el carisma específico de la Obra. Son cristianos llamados a ser Cristo en su vida cotidiana, en su familia, en su trabajo y en su entorno social.
Los supernumerarios son y hacen el Opus Dei con su vida - principalmente desde su familia y desde las más diversas situaciones familiares - ya sean solteros, casados, con muchos, pocos o sin hijos, separados o viudos. El amor y la entrega en su familia es camino de santidad y felicidad; y, para quien recibe el sacramento del matrimonio, su camino hacia el cielo lo recorren de la mano de su marido/mujer (e hijos). ¡Al cielo con ellos! En medio de las dificultades, las luchas y el caos normal que puede suponer la vida familiar, aspiran a ser un «núcleo de irradiación del mensaje evangélico» para ser luz y alegría en su entorno y para otras familias.
Ser supernumerario es una vocación que abarca la vida entera: cada aspecto de su vida y de sus relaciones se convierte en un encuentro con Dios y en oportunidad de ser sal y luz. Como los primeros cristianos, reflejan en su vida diaria el amor de Cristo a través de su trabajo, con sus amigos y su familia.
Sienten la Obra como familia y como misión. Dedican, materialmente, el tiempo que pueden a formarse y sacar adelante las actividades apostólicas del Opus Dei; y, esencialmente, viven la misma entrega: cada momento de su vida está llamado a convertirse en obra de Dios, hacen el Opus Dei siendo cada uno Opus Dei.
Ser supernumerario/a es una invitación de Dios a ser parte activa en la solución de los problemas de nuestro tiempo y humanizar, con sentido cristiano, la sociedad y la familia. Son - en palabras de San Josemaría - como “una inyección intravenosa en el torrente circulatorio de la sociedad”. Por eso, ser supernumerario, no es inscribirse a un grupo; es una elección divina que impulsa a vivir la misión de la Iglesia en el mundo desde la vocación al Opus Dei.
La vocación de supernumerario/a es una vocación de santidad personal y transformación social y familiar. Son sal que da sabor, luz que ilumina y fuerza que transforma.
6. ¿Celibato? ¿Eso qué es?
*Carta del Prelado (28 octubre 2020) Vocación al Opus Dei (celibato)
*Algo grande y que sea amor (VI): Quien da la vida por sus amigos - Opus Dei
“Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos”.
Hay personas que son elegidas para vivir solo para Dios y, por Él, para los demás. En el Opus Dei los/as numerarios/as y agregados/as viven esta disponibilidad y entrega total en medio del mundo. Son cristianos célibes: viven un celibato laical y apostólico, son apóstoles en medio de la calle.
Dios les tiende la mano invitándoles especialmente a amar directamente desde su Corazón. Tienen una conexión especial y directa con Jesucristo y viven su mismo estilo de vida y misión en la tierra. Entregan cuerpo, alma, vida y corazón al Amor de los amores; y desde ese sí al Amor en Mayúsculas y en Grande, “dan la vida por sus amigos”. Son los apóstoles del Amor.
El celibato es una semilla que Dios planta en el corazón y tiene fuerza para dar vida a los demás y transformar el ambiente en el que crece. Su raíz es Dios. Por eso no son los “solteros” de la Iglesia porque tienen un Amor y viven para amar. Reciben la Vida para bombearla a los demás y transformar su pater/maternidad corporal en pater/maternidad espiritual. Su corazón es exclusivo para Dios y su vida expansiva hacia los demás.
Ser célibe es entregar todo, con un corazón libre y disponible. Es agrandar el corazón para que quepan todos. Ser célibe es hacer presente la cercanía de Dios dando vida a los demás desde una pater/maternidad espiritual. Ser célibe es contar con el estímulo y el apoyo de un amigo/a, uno/a hermano/a o un padre/madre. Ser célibe es encarnar con la propia vida el amor de Dios.
Con palabras de San Josemaría: “Es un puro don de Dios, que impulsa a entregar el cuerpo y el alma al Señor a ofrecerle el corazón indiviso, sin la mediación del amor terreno”.
7. ¿Y no se siente sola una persona célibe?
Todos tenemos experiencia de estar rodeados de amigos, de familia o con una pareja al lado y sentirnos solos. Es un sentimiento al que todos nos enfrentamos a lo largo de la vida, porque nuestro corazón tiene un deseo de compañía total, de comunión: «Nos hiciste Señor para Ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en Ti» (Las Confesiones, i, 1, 1).
Echar de menos una relación íntima y exclusiva es algo natural y muy humano. No estamos hechos para la soledad, sino para el encuentro, para compartir y buscar la comunión con otra(s) persona(s). La persona célibe - los agregados y numerarios en la Obra - no por no tener una pareja son más solitarios o su felicidad menos plena. De hecho, Dios les llena especialmente con su Amor, y su corazón queda libre para poder llenarlo de toooodas las personas que se cruzan en su camino. Su corazón no es para alguien en concreto, es de Dios y para el mundo, tiene una enorme capacidad de expansión; y encuentran en el Opus Dei, una gran familia que va más allá de los vínculos naturales, están unidos con lazos más fuertes que la sangre.
«Quien deja por mí casa, hermanos o hermanas, padre o madre, mujer, hijos o tierra, recibirá cien veces más y heredará la vida eterna». El cristiano célibe entrega 1 y recibe 100. Al dejar por el “Reino de Dios” la compañía física y exclusiva de un amor humano y la posibilidad de formar una familia natural - Dios les promete su Amor y la fecundidad de las relaciones que llenan su corazón.
Ser célibe es estar en contacto vivo con Quien es fuente de Vida. Dios les toca el alma más de cerca. No es un contacto físico pero es un contacto real: “lo esencial es invisible a los ojos”. Por eso Dios se vuelca especialmente en ellos: «Si alguno me ama, guardará mi palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él y haremos morada en él». Su cuerpo se convierte especialmente en la casa de Dios, en Templo del Espíritu Santo.
Y aún más: Dios nos promete a todos su compañía: «Yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo» ¿Cómo? Con su presencia en nuestro interior - la gracia del Espíritu Santo- ; y con su presencia en el Pan, la Palabra y la caridad entre nosotros. Por eso, ni el célibe, ni ningún cristiano tendría motivos para sentirse solo, porque Dios está siempre con nosotros, si nosotros le dejamos estar.
*Agregadas, agregados: raíces profundas y altas ramas - Opus Dei
«Yo los reuniré desde todos los países (…) y los haré volver a este lugar, y los haré habitar con tranquilidad (…). Les daré un solo corazón y un solo camino (…). Me gozaré haciéndoles el bien. Con todo mi corazón y con toda mi alma haré que echen raíces firmes en esta tierra» (Jr 32,37-41).
«El reino de Dios está dentro de vosotros».
Ser agregado/a es un modo de vivir el celibato apostólico en el Opus Dei. Son cristianos elegidos por Dios para vivir una entrega plena de sí, desde la entraña de su ambiente profesional y desde su núcleo familiar. Tienen la misión de reflejar con su vida la esencia del Opus Dei: santifican su vida, su trabajo, su casa, su familia, sus amistades, sus círculos sociales…llevando a Cristo al gran tejido social del mundo, a toda profesión y a cada rincón. Son levadura en medio de la masa.
Hacen presente, allí donde están, el amor de Dios que llevan dentro. Dan vida allá donde se enraizan sembrando y cultivando una gran diversidad de relaciones. Son esos amigos en los que siempre puedes apoyarte, como un árbol en el que cobijarte. Su amistad permanece en el tiempo, están para lo que haga falta. Llegan lejos y profundo.
Los agregados son el engranaje de su familia, tanto de su núcleo más cercano como de la Obra, su familia sobrenatural. Son las personas que - desde esa gran variedad de circunstancias - sacan adelante las necesidades de formación y apostolado del Opus Dei. Son el lazo que une, la raíz que permanece, el pilar que sostiene.
9. ¿Y numerario/a?
*Numerarios, numerarias: Apóstoles que dan vida - Opus Dei
*Carta del Prelado (28 octubre 2020) Vocación al Opus Dei (numerarios)
«Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia» (Jn 10,10),
“¿Me amas? Apacienta mis ovejas”.
Ser numerario/a es otro de los modos de vivir el celibato laical en el Opus Dei. Son cristianos que viven una disponibilidad y entrega total a Dios en medio del mundo - con su trabajo, sus amistades, sus aficiones, etc. Tienen la misión especial de sostener, dar fuerza y vida a su familia sobrenatural del Opus Dei; por eso, habitualmente, viven juntos - formando un pequeño núcleo familiar. El vivir en un centro - donde Jesús es el centro - les permite acoger y acompañar a todas las personas que pasan por allí, proyectándoles y lanzándoles al mundo para que sean luz. Son el motor que impulsa y acompaña a los demás de la Obra a vivir la santidad según su vocación. Son como los guardianes de la familia. Se preocupan por todos y están para todos.
Ser numerario es entender que la Obra es una gran familia de lazos sobrenaturales; y que algunas personas - por invitación divina - tienen la misión de cuidar especialmente ese hogar. Ser numerario es tener la preocupación de formar a otros para que continúen dando vida al carisma del Opus Dei. Ser numerario es poner todo - oración, cariño, conocimientos, talentos, dinero, espacio y tiempo - al servicio de las necesidades familiares y apostólicas de la Obra.
Ser numerario es cuidar con especial dedicación la formación de las personas, el ambiente de familia en los centros (numerarias auxiliares) y la organización del apostolado. Ser numerario es ser relevo para formar ese hogar de apóstoles, cuidar el núcleo familiar y encender a sus hermanos en deseos de santidad y de transformación cristiana del mundo. Ser numerario es iluminar y dar fuerzas al corazón para mantener la vibración apostólica. Ser numerario es ser fuerza que sostiene, fuego que prende, casa que acoge. Ser numerario es querer y hacer que la gente se sienta siempre en casa.