El santo que subió a rezar a la Virgen del Cerro San Cristóbal, un lluvioso día de julio

A 50 años de la visita del fundador del Opus Dei al santuario de la Inmaculada Concepción, recordamos el proceso de renovación de la escultura de la Virgen María. El arquitecto Cristián Sáez, exalumno del Colegio Tabancura y quien estuvo a cargo de la restauración, reflexiona sobre este significativo proyecto que le devolvió a la Madre de Dios su corona de doce estrellas.

Desde lo alto del Cerro San Cristóbal la imagen de la Inmaculada Concepción bendice la ciudad de Santiago.

El 4 de julio de 1974 san Josemaría visitó el cerro San Cristóbal en el marco de su viaje pastoral a Chile. Hoy recordamos no solo aquel día lluvioso en el que el santo rezó el rosario a los pies de la Virgen, sino también el impulso de su mensaje que sigue vivo y que en cierta medida tuvo un impacto en la restauración y coronación de esta imagen patrimonial. La restauración, liderada por el arquitecto Cristián Sáez y su equipo, se ha convertido en un hito más en la historia de devoción de la Inmaculada Concepción en Santiago.

En esta fecha, a casi cuatro años de la restauración, Cristián reflexiona: “Las cosas grandes que nos pueden llegar a pasar en la vida y que forman parte de la voluntad de Dios para nosotros o del querer de Nuestra Madre del Cielo –como fue en este caso–, muchas veces se ocultan en los detalles más pequeños e insignificantes, en las cosas que a veces nos dan flojera o que consideramos que son una pérdida de tiempo”, dice Cristián.

El Inicio de la Restauración

En diciembre de 2019, el entonces rector del Santuario, monseñor Carlos Godoy, solicitó una inspección técnica debido a desprendimientos en el pedestal de la Virgen. Lo que comenzó como diagnóstico de daños menores, se transformó en un proyecto integral de restauración.

“Subimos a revisar este problema y junto con elaborar un informe y hacer un plan de reparación de la base, terminamos restaurando completamente la imagen de la Virgen y volviendo a coronarla”, recuerda Cristián Sáez.

Conexión Familiar y Patrimonial

La escultura de la Virgen, una réplica de 12,3 metros y 36.610 kilogramos de la Virgen de la plaza España en Roma, fue traída a Chile en 1889 por el arquitecto francés Eugenio Joannon Croazier, bisabuelo de la esposa de Cristián, Ximena.

Eugenio diseñó el pedestal de la Virgen y trajo la escultura en trozos desde la fundición Val d’Osne en Paris, Francia.

“Esta obra de restauración tiene un significado especial porque construye un vínculo en el tiempo y en un mismo lugar con el primer Joannon que llegó a Chile”, explica Cristián.

Ximena y Cristián con mons. Fernando Ocáriz, prelado del Opus Dei

La restauración incluyó la sustitución de molduras decorativas y una nueva pintura para la Virgen, porque la última vez que había sido pintada fue en 2012. Pero el desafío más grande fue la fabricación e instalación de la corona de 12 estrellas.

La Corona y su Significado

En una de las últimas visitas de obra, el jueves 26 de noviembre de 2020, el administrador del Santuario les contó que tenía unas estrellas guardadas de una antigua corona que alguna vez tuvo la Virgen. Cabe destacar que los andamios de la restauración serían retirados el martes siguiente.

Pidieron verlas, pensando que no podían restaurar la imagen de la Virgen sin devolverle su corona de estrellas. Eran solo 11 -faltaba una- y estaban oxidadas y en mal estado de conservación. Tenían 100 años de antigüedad, gran valor patrimonial y eran parte de la historia del santuario: decidieron que algo había que hacer con ellas.

Buscaron fotos históricas y encontraron una de 1919 en la que aparecía la Virgen con su corona de estrellas y el arzobispo de la época, Monseñor Crescente Errázuriz.

Con esta misión llegaron donde Alejandro Pinto, especialista en fierro artístico, quien se encargó de repararlas, fabricar una nueva estrella para completar la corona y contactar a una empresa que hiciera el anillo metálico que las uniría.

El proceso fue exigente y emotivo. Desde la recolección de fondos hasta la instalación de la corona, todo se llevó a cabo en un tiempo récord de cuatro días. La culminación del proyecto se celebró con una oración al atardecer, marcando un momento significativo para todos los involucrados: creyentes y no creyentes.

“Ella quería volver a ser coronada y tuvimos el honor de ser parte del proceso y testigos privilegiados de ese momento tan precioso”, recuerda Cristián.

Parte del equipo encargado de la restauración de la corona

El Legado de San Josemaría

El 4 de julio de 1974, san Josemaría Escrivá visitó el cerro San Cristóbal en un día de fuerte lluvia, y rezó un rosario a los pies de la Virgen.

Cristián reflexiona: “Jesús siempre subía a la altura de los cerros para hacer su oración y entrar en diálogo con su Padre en un lugar de silencio y contemplación. Pero ascender y llegar a una cumbre siempre implica un esfuerzo. En este caso, al subir el Cerro San Cristóbal, nos encontramos con Nuestra Madre, la Inmaculada Concepción, lo que siempre es una gran experiencia, que nos llena el corazón y de la cual volvemos renovados. Pero también implica un esfuerzo porque hay que subir a pie y muchas veces con mucho calor o lluvia, como le tocó a san Josemaría en esa ocasión. El tener momentos de oración y de encuentro con el Señor y la Virgen siempre implica un esfuerzo extra, hay que renunciar a nuestras cosas, hacerse el tiempo, desplazarse o ascender, detenerse y ponerse a sus pies con humildad, pero los únicos beneficiados somos siempre nosotros, que salimos renovados y con el corazón encendido por el amor a Dios”.

Tradición Familiar

Para la familia Sáez Joannon, la restauración de la Virgen es más que un proyecto profesional; es un acto que fortaleció su devoción a María. “El haber podido estar tan cerca de Ella y tocar su imagen, de tomarle sus manos, de ver los detalles de su rostro y de sus pies que aplastan la cabeza de la serpiente, ha creado un vínculo tan especial de cariño, que estamos seguros que va a perdurar en el tiempo y se va a proyectar también a las futuras generaciones de nuestra familia”, comparte Cristián.

“Cada vez que la vemos a lo lejos nos conectamos con Ella y su Santuario y tratamos de rezar el Rosario, el Angelus o al menos decirle un piropo o una jaculatoria para demostrarle nuestro cariño. También tratamos de subir a verla en familia los 8 de diciembre de cada año y en las otras ocasiones especiales, en romerías y fiestas Marianas”, añade.

La Virgen del Cerro San Cristóbal, visible desde muchos puntos de Santiago, sigue siendo un punto de referencia para aquellos que buscan un momento de reflexión y oración. La restauración y coronación en 2020, junto con el recuerdo de la visita de san Josemaría, continúan siendo un testimonio de la dedicación y la fe que rodean a esta histórica imagen.

Réplica de una estrella de la corona de la Inmaculada Concepción, expuesta en la oficina de Sáez Joannon Arquitectos.

El relato de los días de san Josemaría en Chile narrados por Ana Sastre en "Tiempo de Caminar". Chile: ¡mar adentro!

Para ver la cronología del viaje pastoral de san Josemaría en Chile –entre el 28 de junio y el 9 de julio de 1974– ver estudio de María Eugenia Ossandón Widow,  "Josemaría Escrivá de Balaguer en Santiago de Chile (1974)" en páginas 119 y siguientes.