Conclusiones de las asambleas regionales en Chile

Durante el 2024 se realizaron en Chile las asambleas regionales, que tuvieron como objetivo reflexionar sobre el modo en que el Opus Dei puede prestar un mejor servicio a la Iglesia y a la sociedad en el ámbito nacional. El vicario del Opus Dei en Chile, padre Álvaro Palacios, explica las conclusiones y líneas de trabajo que se quieren impulsar en nuestro país.

El prelado del Opus Dei, mons. Fernando Ocáriz, invitó a celebrar el centenario de la Obra (2028-2030) mirando hacia el futuro. Durante el 2024, a través de las asambleas regionales, se realizó un proceso de escucha individual y grupal para reflexionar sobre cómo aportar en la solución de los desafíos del tiempo presente con el espíritu del Opus Dei. Tras procesar el material y estudiar los temas más relevantes, en agosto se tuvieron las respectivas semanas de trabajo de las mujeres y de los hombres. De estas reuniones salieron unas conclusiones que se enviaron al prelado, que él ha aprobado recientemente. Éstas, junto con las de todas las regiones, se trabajarán en el próximo Congreso General de donde saldrán conclusiones para toda la Obra.

El padre Álvaro Palacios, vicario regional del Opus Dei en Chile explica las conclusiones y líneas de trabajo que se quieren impulsar en nuestro país.
Padre Álvaro Palacios, vicario regional del Opus Dei en Chile explica las conclusiones y líneas de trabajo que se quieren impulsar en nuestro país.


¿Cuál es la importancia de las asambleas regionales en el Opus Dei?

    Como decía el prelado en su mensaje de noviembre de 2023, las Asambleas han sido una excelente ocasión para “profundizar en el «don del Espíritu recibido por san Josemaría» (Ad charisma tuendum), en la belleza de la misión de servicio a la Iglesia, a la sociedad y en el deseo de acompañar a muchas personas en el camino hacia el cielo”. Esto es clave, porque permite que las personas de la Obra y quienes participan en sus apostolados nos ilusionemos en la tarea a la que Dios nos llama. Ser conscientes de su profundo atractivo, nos impulsa a desarrollar la misión con pasión y entrega total. Además, este proceso ha sido una experiencia de unidad con el Padre y con todos los que forman parte del Opus Dei en nuestro país.

    ¿Por qué las asambleas se iniciaron con un proceso de escucha?

      Es interesante recordar que esto no ha sido una novedad. San Josemaría al convocar la primera semana de trabajo (1943) indicó que el objetivo era atender las sugerencias recibidas de todos los centros de la Obra. Esto refleja muy bien la realidad del Opus Dei: lo relevante son las personas que forman parte de él, mientras que su estructura institucional existe para que puedan vivir plenamente su misión de servicio en medio del mundo. Por eso, es natural que se comience escuchando a los “protagonistas” –las personas del Opus Dei y los que participan en sus apostolados–, para conocer de primera mano lo que ellos ven en diversos ámbitos, y pensar, entre todos, los posibles modos en que la Obra puede servir mejor en medio del mundo.

      ¿Cuáles son esas principales inquietudes e intereses que se recogieron en esa etapa de escucha?

        Se recogieron muchas ideas. Por ejemplo, ante la pregunta de cómo el Opus Dei puede servir a la sociedad y a la Iglesia, fue significativo que la palabra más repetida fuera “formación”. Se comprende que sea así, ya que la principal misión de la Obra es ofrecer formación humana y espiritual que permita a cada persona encontrarse con Cristo en la vida ordinaria. El Opus Dei, como institución, contribuye al mundo a través de quienes lo integran.

        Sin ser exhaustivo, otros temas que surgieron son: el apoyo a la familia y a los jóvenes; el cultivo de una mayor apertura frente a los diversos modos de ser; el empeño por llegar a todos los ambientes de la sociedad; una mayor colaboración con las parroquias; y un mayor compromiso social.

        ¿Cuáles fueron los criterios para la selección temática de las semanas de trabajo?

        Se intentó sintetizar las ideas de los encuestados, priorizando aquellas mencionadas con mayor frecuencia. Para ello, varios equipos leyeron todas las respuestas, las ordenaron y buscaron relaciones entre ellas. Se tuvo como referencia las orientaciones que habían llegado de Roma, como el Documento Marco Camino al Centenario, y algunas líneas de trabajo que se venían desarrollando en las labores de la Obra en nuestro país.


        Tal como usted señala, la formación en la Obra es uno de los temas centrales sobre los que se reflexionó. ¿Qué líneas de trabajo se desarrollarán en los próximos años en relación con este punto?

          Las primeras conclusiones plantean que, para aportar al mundo con el espíritu del Opus Dei, es necesario que cada persona cultive una profunda vida cristiana que le permita dialogar fecundamente con todas las realidades humanas. Para eso, se quiere seguir impulsando en los medios de formación la centralidad de Jesucristo, fomentando la piedad eucarística, la vida de oración, un mayor uso del Evangelio, el encuentro con su misericordia en el sacramento de la confesión.

          Así mismo, se vio necesario incluir dentro de los contenidos de la formación algunos temas donde la fe puede iluminar inquietudes actuales de las personas. Por ejemplo, la doctrina social de la Iglesia, la teología del cuerpo de San Juan Pablo II y la ecología. También se vio conveniente explicitar mejor que el sentido cristiano del trabajo humano está conectado profundamente con el servicio a la sociedad.

          Además de enriquecer los contenidos, se quiere capacitar a los que imparten los medios de formación para que puedan hacer mejor su tarea. Se piensa, por ejemplo, en unos programas específicos para laicos y sacerdotes (enfocados en el acompañamiento espiritual y la predicación), sumado a una mayor retroalimentación positiva, que facilita la mejora de estas herramientas de apoyo espiritual a los demás.

          Se trata de insistir en la idea de que la formación tiene que ayudarnos a vivir en el mundo que nos toca, muy unidos a Dios, porque es el único modo de ser un verdadero aporte a la Iglesia y a la sociedad. Finalmente, nos interesa reforzar en cada uno la iniciativa en la propia formación, que redunde en un mayor servicio a los demás, ya que nadie da lo que no tiene.

          Entendemos que uno de los temas más importantes de las asambleas es el apoyo a la familia, en especial matrimonios jóvenes ¿Cómo se buscará desarrollar la labor apostólica del Opus Dei con las familias, en nuestro país?

            Sin duda, como se refleja en las encuestas, todos coincidimos en que la familia es fundamental para ser feliz, y para los desafíos que tenemos como sociedad y como Iglesia. Por eso, conviene seguir impulsando herramientas que apoyen a los matrimonios en su relación de pareja y en la educación de los hijos, muy especialmente en lo que se refiere a la transmisión de la fe. Se desea dar un mayor énfasis en la preparación de los jóvenes para formar una familia y mejorar nuestro acompañamiento a aquellas que sufren problemas, quiebres, etc.

            Pensamos que es importante enriquecer los contenidos de los medios de formación con este tipo de cuestiones. Para ello se ha animado a todos a estudiar con más profundidad lo relacionado con temas matrimoniales y de familia en general, para poder hacer un apostolado más fecundo en esta área. Nos ilusiona la idea de integrar mejor estas cuestiones en la formación general que da la Obra, teniendo en cuenta que detrás de cada persona hay una familia a la cual servir. Por otro lado, nos gustaría que todas las instituciones vinculadas a la Obra se reconozcan como comunidades de familias donde unas ayuden a otras y todas sientan un gran apoyo desde la entidad misma (colegio, universidad, etc). En la misma línea, vemos importante seguir acompañando a iniciativas que ofrecen ayuda a los matrimonios como IFFD y Partamos por Casa, entre otras.

            ¿Cómo se cuida -en el contexto actual de sus fieles- una característica tan peculiar de la Obra que es ser una familia de vínculos sobrenaturales?

              Esto es muy importante. La vida en el Opus Dei está llamada a ser una realidad familiar, con vínculos y costumbres muy vivos y concretos, como si fuésemos de la misma casa y nos unieran lazos de sangre. La Obra, en su núcleo más íntimo, es una familia. Y al ser ese rasgo tan fundamental, requiere de los mayores cuidados y desvelos. Frente al ambiente individualista se quiere reforzar el valor de los trabajos que hacemos todos para construir nuestro hogar, como, por ejemplo, los servicios materiales y los detalles de delicadeza humana, que nunca deben faltar. Como toda familia tenemos, por ejemplo, los desafíos de cultivar la unión y armonía entre las generaciones, de cuidar a los mayores, que ya van siendo más, y de mantener ambientes de confianza y de sincero cariño.

              Los jóvenes son una prioridad para la Iglesia, también para la Obra. ¿Cómo impulsar una mayor conexión con la juventud?

              Para impulsar una mayor conexión con la juventud se quiere promover la comprensión positiva de sus características, fomentar la escucha de sus inquietudes y dificultades, tener flexibilidad para acoger a quienes vienen de realidades muy distintas. Nos importa que los centros a los que acuden a formarse personas jóvenes, sean atractivos para ellos. Se vio conveniente seguir potenciando las comunicaciones de los centros de estudiantes para ayudar a la difusión y comprensión de su realidad, y fortalecer la relación entre los centros de universitarios con la pastoral de la Universidad de los Andes.

              A nivel de jóvenes escolares, pareció importante seguir con el propósito de involucrar más a las familias y llegar también a los padres. Nos gustaría que las actividades que se ofrecen desde los centros del Opus Dei se comprendan como parte del proyecto que los padres eligen para su familia. Los colegios vinculados a la Obra, como los clubes juveniles y los centros de san Rafael existen para apoyar a los padres en su tarea educativa.

              Como tema especialmente relevante entre las conclusiones está el promover una cultura vocacional al interior de la familia. ¿Por qué surge esta inquietud como algo prioritario?

              Algo muy propio de los padres es ayudar a sus hijos a crecer y madurar, a tener un proyecto de vida que dé sentido a su existencia. Desde la perspectiva de la fe esto se traduce en la convicción de que Dios llama a cada persona a ser feliz de un modo personal y único, por alguno de los caminos del amor: el seguimiento de Jesucristo en el matrimonio o en el celibato apostólico. Esta idea se ve como prioritaria en un ambiente en que prima el individualismo y el hedonismo, en que el yo, la propia comodidad y una libertad mal entendida se erigen como fines en sí mismos.

              Vemos con preocupación que disminuyen los matrimonios y las vocaciones al celibato dentro de la Iglesia, en sus diversas formas. Por eso, se ve necesario promover una cultura y un ambiente en que se hable del tema y se den las condiciones necesarias para que surjan en los hijos esas interrogantes más profundas. En este sentido conviene, por ejemplo, promover una vida sencilla, así como una relación sana con los bienes materiales y los placeres de la vida.

              Además de estas ideas más generales, la Obra en Chile ve necesario apoyar a los padres en su tarea de orientar a sus hijos en la elección de un proyecto de vida. Así, por un lado, nos ilusiona ofrecer una mejor preparación a los jóvenes para el pololeo y el matrimonio, por otro, quisiéramos involucrar de un modo más activo a los padres en el discernimiento que hace un hijo sobre un posible llamado al celibato. Soñamos con que las familias cristianas redescubran la belleza de este tipo de vida, que es verdadero camino de amor y felicidad plena para la persona y para los que la rodean.

              ¿Qué se entiende por un mayor protagonismo de todos los de la Obra?

              Para responder la pregunta me gustaría recordar la premisa de que la Obra son principalmente sus miembros, y que cada uno tiene un papel activo, responsable y creativo, tanto en su vida espiritual como en el apostolado. Pienso que las soluciones a los desafíos actuales que tiene el Opus Dei en nuestro país - el apoyo a la familia y a los jóvenes, la superación de la percepción de elitismo, la apertura a nuevos ambientes, etc.- deben brotar de la propia iniciativa de sus miembros, más que desde arriba. En este sentido, como he dicho antes, lo institucional está al servicio de las personas.

              En relación con este punto, se ve importante que, cuando alguien se plantea la vocación al Opus Dei, sepa desde el comienzo que la llamada de Dios implica asumir una misión apostólica en el mundo. La vocación en otras palabras, abarca la vida entera y se despliega de un modo sencillo a través de las tareas ordinarias de cada uno.

              ¿Cómo se trabajará los próximos años la dimensión social del trabajo en el Opus Dei, como parte de la responsabilidad social de la vocación a la Obra?

              Por una parte, vemos necesario comprender de un modo profundo el valor del trabajo como medio de transformación de la sociedad, a través de su dimensión de servicio. Santificar el trabajo es encontrarse con Dios en la misma actividad humana, pero esto no significa que nos desentendamos de los demás, buscando una santidad personal, excluyente. El sentido de ese trabajo es precisamente el servicio a las personas, y la contribución al bien común, además de sostener a la propia familia.

              Y en conexión con lo anterior, quisiéramos impulsar, en los miembros y personas cercanas a nuestras labores, una solidaridad activa y concreta en favor de los necesitados, con una disposición humilde, evitando enfoques asistencialistas. A nivel de agrupaciones, queremos impulsar iniciativas en torno a BeDoCare. Sin embargo, la idea es que todos, ya sea individualmente, en su vida corriente, o formando parte de una agrupación, crezcamos en este aspecto.

              Por otro lado, estas formas de solidaridad, además de concretar la caridad cristiana a la que todos estamos llamados, contribuyen a cultivar la sobriedad y el espíritu de servicio, tan necesarios para combatir el materialismo, y para contrarrestar el individualismo.

              Se ve necesario ampliar la presencia del mensaje de la Obra en nuevos ambientes culturales y sociales ¿Cómo se concretará este anhelo?

              Ciertamente es un anhelo desde hace tiempo y es parte del espíritu fundacional de san Josemaría, que enseña que “de cien almas nos interesan las cien” para llevarlas a Cristo. Las Asambleas regionales concluyeron que el camino pasa por la actitud de apertura y búsqueda activa de cada uno en el trato con todo tipo de personas. Para eso se quiere cultivar actitudes como la empatía, la sensibilidad, el tono positivo, valorar a los demás desde la humildad personal y la comprensión. Y después una gran transparencia para mostrar el Opus Dei con la propia vida o acercando a alguna actividad formativa.

              Por otro lado, los miembros de la Obra están en contacto con muchas personas que han pasado o están actualmente en instituciones ligadas al Opus Dei. Nos gustaría buscar formas de conocer a cada una y que ellas conozcan el espíritu de san Josemaría. Por último, pareció valioso promover el contacto y ayuda mutua con otras entidades similares y organismos del ámbito público y privado.

              En las asambleas regionales se vio necesario formar en una comprensión más profunda de lo que significa servir a la Iglesia desde nuestro carisma. En concreto: ¿cómo ve la participación en la comunidad parroquial?

              El mejor servicio que puede prestar un fiel del Opus Dei es vivir en plenitud la propia vocación. Dios nos llama a la Obra para hacer la Iglesia, y, en este sentido, el apostolado que realizamos redunda en beneficio de los fieles de las parroquias. No hacemos grupo aparte ni sacamos a nadie su lugar.

              Vemos necesario seguir impulsando a los fieles de la Obra a integrarse de modo natural -como ya lo hacen- en la vida de la propia parroquia, y colaborar de diversos modos según su espíritu laical. Cada uno, según sus circunstancias, podrá acercarse a su párroco y ofrecerá ayuda, en lo que sea necesario (cursos de formación, preparación de novios, catequesis, apoyo en la administración, etc.), siempre contribuyendo a la unidad. Por otro lado, como es obvio, la vida cristiana no se desarrolla solo ni principalmente en la parroquia sino sobre todo en “la calle”, en la propia familia, en el trabajo, en los compromisos que cada uno tiene en la sociedad, y esto es uno de los grandes aportes del Opus Dei.

              En cuanto a los sacerdotes de la prelatura, seguiremos apoyando a los párrocos y, entre todos, nos empeñaremos en la búsqueda de vocaciones para el seminario de las diócesis, así como para otras formas de entrega a Dios.

              A nivel institucional, se continuará impulsando una mayor presencia de las obras corporativas y labores personales (colegios, universidades) en actividades organizadas por otras instituciones de la Iglesia, fomentando la cercanía y sumando fuerzas para contribuir a la gran tarea evangelizadora que nos une a todos.

              Entre las inquietudes se señala la importancia de dar a conocer mejor el Opus Dei, contrarrestando también algunas informaciones que desdibujan su finalidad y misión dentro de la Iglesia. ¿Es sólo una cuestión de comunicación institucional?

              La primera y principal comunicación de la Obra es la que hacen sus miembros a través de su ejemplo de vida, y de su apostolado de amistad y confidencia. Para que este efecto comunicador sea más eficaz conviene mejorar los contenidos formativos dirigidos a los miembros de la Obra.

              Pero también nos parece oportuno promover otros aspectos que facilitarán un mejor conocimiento del Opus Dei: una actitud de apertura y acogida; una mayor comprensión del trabajo bien hecho por amor a Dios y por servicio a los demás; una explicación clara y positiva de los fundamentos de la separación de los apostolados de la sección de las mujeres y de los hombres y de sus consecuencias prácticas, intentando superar conductas que son percibidas como rígidas y excluyentes. Esto no resta valor al trabajo comunicacional que seguirá desarrollando la Obra institucionalmente, al igual que las entidades relacionadas.

              ¿Hay algún rasgo especial de estas Asambleas regionales que quisiera destacar?

              Como decíamos, en el proceso de escucha participaron numerosas personas. La encuesta se ofreció a todos los miembros del Opus Dei, así como a personas cercanas a quienes interesaba mucho oír: aquellas vinculadas a alguna labor apostólica, los que fueron miembros de la Obra en algún momento y otras personas que se mueven en ámbito público y eclesial. En las semanas de trabajo, se convocó a un grupo más amplio y diverso de miembros, en relación con versiones anteriores.

              Por otra parte, el marco en que se desarrollaron las asambleas fue muy significativo: este año celebrábamos los 50 años del viaje de san Josemaría a Chile; en mayo, pudimos trabajar unas semanas con tres delegados del Padre, y, en julio, disfrutamos la visita del Padre a nuestro país. Vemos esto como una señal de la importancia de conectar con nuestras raíces y de mirar con esperanza al futuro. Las conclusiones, como se pudo ver, son una mezcla de deseos y sueños, aunque bien cimentados en la riqueza del espíritu fundacional. Anhelo que se cumpla lo que desde el comienzo quería el Padre, que este proceso sea transformador en todos nosotros: al mirar la belleza del espíritu del Opus Dei y su proyección, renovemos nuestra ilusión por hacer realidad ese espíritu en nuestra vida.


              Cronología de las asambleas regionales 2024 en Chile

              En febrero y marzo de este año se recogieron las sugerencias enviadas por 2.525 personas de todo Chile, a través de un formulario digital. También se consideraron las propuestas de las 203 escuchas grupales que se realizaron con fieles de la Obra, cooperadores, amigos, representantes de la vida civil y del ámbito eclesiástico, y de un variado número de personas que pertenecieron al Opus Dei.

              Los meses siguientes se procesó todo el material recibido y en agosto, tras la visita del padre a Chile, se realizaron las respectivas semanas de trabajo de las mujeres y de los hombres de la prelatura. En cada una de ellas se estudiaron los temas más relevantes que surgieron de la escucha individual y grupal, y se enviaron documentos conclusivos al prelado para su estudio.

              En noviembre se recibió la aprobación de las conclusiones finales, las que servirán para el trabajo en la región y, también, como material en el Congreso General Ordinario de 2025, que se celebrará en Roma con la presencia de fieles procedentes de todo el mundo.