8 de mayo: Fiesta de Nuestra Señora de Luján

Hombres, mujeres, jóvenes, niños y niñas, familias enteras se acercan hasta la Basílica de Luján para agradecer o pedir a Nuestra Señora, patrona de los argentinos. San Josemaría también fue peregrino y formó parte de una de estas manifestaciones de fe mas grandes del país.

San Josemaría, con el beato Álvaro y Mons. Javier Echevarría, ante la Virgen de Luján.

A través de los años, millones de peregrinos recorrieron cientos de kilómetros para encontrarse con la Virgen, visitarla y demostrarle su cariño. San Josemaría fue uno de ellos: el 7 de junio de 1974 llegó a la Argentina, procedente de Brasil, como parte de un viaje por América, y el 12 de junio fue en peregrinación a la Basílica de Luján y formó parte de una de las manifestaciones de fe más grandes del país.

San Josemaría siempre trataba a la Virgen con mucho cariño y terminaba habitualmente sus meditaciones rezando a nuestra Madre del cielo. En el libro Santo Rosario están reflejados algunos rasgos conmovedores de su contemplación de los misterios de la vida de Jesús y de María. También sus demás obras, comenzando por Camino, están impregnadas de este amor tierno a la Virgen. Cada capítulo de Surco y de Forja termina con un pensamiento sobre María. Como un alma enamorada, quería que todo el mundo conociera la grandeza de María y quedara cautivado por ella. Siempre tenía un piropo bajo la manga para la Virgen, una frase cargada de dulzura, y la miraba igual que un niño pequeño a su madre, con admiración y añoranza.

San josemaría: "Y cuando me vaya me quedaré a los pies de Santa María de Luján"

Al llegar a la Basílica de Luján, tras la peregrinación, el fundador del Opus Dei rezó el Santo Rosario junto a una multitud de fieles que se había congregado en la Basílica y expresó con fervor unas palabras dulces a María: “Y cuando me vaya me quedaré a los pies de Santa María de Luján; ahí dejo mi corazón (...) Hijos míos, gracias, gracias a Dios, gracias a vosotros, y gracias a Santa María de Luján: porque he venido, y porque me iré, pero volveré; y además, me quedaré”.

En aquella visita, también dijo estas palabras: “Que sembréis la paz y la alegría por todos lados; que no digáis ninguna palabra molesta para nadie; que sepáis ir del brazo de los que no piensan como vosotros. Que no os maltratéis jamás; que seáis hermanos de todas las criaturas, sembradores de paz y alegría, y que les deis esta inquietud de acción de gracias que tú me has dado con tus palabras. Porque me has conmovido, y me haces decir otra vez al Señor: Gratias Tibi, Deus, gracias Tibi!” “Las gracias se las damos a Dios porque para mí ha sido un goce sobrenatural y una alegría humana inmensa. Yo soy hombre como vosotros, un pobre hombre, y me remueve el alma cuando veo el afecto que tenéis, la sinceridad de vuestra vida, que procura ser cristiana, luchando. Las gracias las doy yo a Dios, Nuestro Señor; y las gracias las doy yo a los argentinos, que una vez que os conoce no se puede desear marcharse; y si hay que marcharse, no se puede desear no volver. Yo quiero volver”.

El 12 de junio de 2009 se entronizó en la Basílica de Luján una imagen del Fundador del Opus Dei. En dicha celebración, al bendecir la imagen, Mons. Radrizzani recordó que san Josemaría “vino, se fue, y volvió para quedarse. Podremos así contar con su intercesión unida a la omnipotencia suplicante de la Virgen de Luján cada vez que vengamos a verla, y les pediremos que nos ayuden a los que aquí estamos, a nuestras familias y a todos los peregrinos que pasen por el Santuario, a ser felices en la tierra santificando nuestra vida cotidiana y sirviendo a los demás -en especial a los más necesitados-, y a alcanzar el Cielo”, subrayó.

Galería de fotos de la entronización de la imagen de san Josemaría en Luján