Música, asados y amistad: una vida llena de Dios.

“Dios está entre los pucheros”, decía Santa Teresa. Martín no lo encontró en el puchero, pero sí en el asado, en los amigos y en la música. En esta entrevista, este diácono y médico argentino de 29 años próximo a ordenarse sacerdote, habla de su vocación y de cómo la amistad con Jesús y con los demás llena de contenido y riqueza su vida.

Nació en Córdoba, pero vivió casi toda su vida en Buenos Aires. Su papá, Carlos Daniel, es médico, y su mamá, Rosi, psicopedagoga. Tiene tres hermanas Lucía (33), Candela (20) y Samira (15), y un hermano, Ignacio (28). Heredó la pasión de su papá y se recibió de médico en el año 2014. Ese mismo año, viajó a Roma para estudiar Teología e iniciar un camino que tiene como próximo destino su ordenación sacerdotal.

A los 10 años en el club "9 Leguas de Pilar"

Creció entre Charly García, Fito Páez y The Beatles. Se considera “guitarrista de fogón: un par de notas y adelante”. Recuerda con alegría cómo su padre llevó el amor por la música al hogar: “era tradición de días de semana, después de la cena, quedarnos tocando la guitarra en familia”. Reunión que se hacía, reunión que terminaba con rueda de amigos cantando.

“Entrás en contacto con personas que viven una vocación que te parece auténtica, que brinda felicidad y vos decís: yo también quiero esto.

Descubrió a Dios, y al Opus Dei, desde lo existencial, al palpar vidas concretas, que en el día a día encarnaban el espíritu del Evangelio: “Para mí el Opus Dei estaba geográficamente localizado en Arboleda, el centro al que iba en Pilar”. Así, a los 15 años se sintió cautivado por el mensaje de san Josemaría de vivir una vida sobrenatural disfrutando de lo humano y vio que Dios lo llamaba al Opus Dei. “Entrás en contacto con personas que viven una vocación que te parece auténtica, que brinda felicidad y vos decís: yo también quiero esto. Tenés que verlo, respirarlo, palparlo, y la teoría viene después”.

Tocando la guitarra con amigos

A los 18 años se fue a vivir a un centro de la Obra: primero a Arboleda, luego a la Residencia CUDES y después a Los Aleros. Rosi cuenta que fue como un nuevo corte de cordón umbilical: “Es el hijo del amor temprano. Él tuvo una independencia temprana porque tuvo un amor fuerte desde muy joven. Y siguiendo ese Amor (con mayúscula) es que se fue. Ese ‘ir soltando’ empezó rápido y eso siempre lo hemos vivido con gran alegría porque siempre lo hemos visto muy feliz”.

Él tuvo una independencia temprana porque tuvo un amor fuerte desde muy joven. Y siguiendo ese Amor (con mayúscula) es que se fue.

Al finalizar sus estudios de medicina en la Universidad Austral, surgió la oportunidad de viajar a Roma para vivir junto al Padre -como llamamos al prelado en la Obra- y al Papa, con la posibilidad de ser sacerdote si Dios se lo pedía. Para Martín, cambiar el rumbo fue una decisión pensada, pero sumamente pacífica. “La medicina me encanta, disfruté muchísimo la carrera, pero al decidir cómo vertebrar mi vida, lo hago a través de mi vocación”. Y agrega: “voy a decir una frase trillada y medio hecha, pero es así: vale la pena escuchar a Dios en tu corazón y jugártela por esa carta”.

Con su grupo de amigos. La mayoría de ellos, compañeros del club al que iba de chico.

Junto con la vocación sacerdotal y una tesis doctoral sobre san Henry Newman, fue naciendo una pasión educativa e intelectual. Por eso, su plan es quedarse en Roma para ser profesor de Historia de la Espiritualidad en la Universidad de la Santa Cruz. Se siente muy feliz e ilusionado de poder ser sacerdote en la Ciudad Eterna y en sus propias palabras “intentar ser un puente entre Dios y las personas”, en este caso de los cinco continentes y tan variados orígenes culturales y familiares.

“Puede que estés mudo de las cosas de Dios. Pero compartiendo con amigos, y siendo feliz, Él sale para afuera”.

Para Martín la amistad es la clave de sol que organiza la melodía de su vida. “Me cuesta mucho imaginarme la vida sin amigos porque siempre los he tenido a mi lado”. Ser amigo, es para él, la mejor manera de acercar a Jesús: “El Verbo, Dios, se hizo carne. Me parece que es el modo concreto que tenemos de hacer apostolado: que esa palabra se haga existencia”. A Dios, antes de decirlo hay que mostrarlo: “Puede que estés mudo de las cosas de Dios. Pero compartiendo con amigos, y siendo feliz, Él sale para afuera”.

En Roma

No se considera nostálgico, pero extraña de su vida en Argentina “la gran tradición del asado de los jueves” en el centro Arboleda. El ritual tenía dos etapas: “Jugar al fútbol (si se podía), y después, lo que era fijo: el asado con amigos. Éramos felices ahí”. Y es que Martín asocia la amistad con el compartir la vida, tanto las alegrías como los problemas. “Vas incorporando otras biografías a tu vida y eso le da muchísimo contenido y riqueza a la tuya también”. De hecho, al preguntarle sobre qué haría cuando visite Argentina, responde que después de su primera Misa en el país, celebraría con amigos: “Haría una gira gastronómica con asaditos para ir disfrutando con los distintos grupos que hace tanto no veo”. Entre música y amistad, compartir las vivencias romanas y acercarlos a su amigo Jesús, que invita siempre a ir para adelante y jugarse por los demás.


Más información sobre la ordenación de 29 sacerdotes del Opus Dei el próximo sábado 5 de septiembre en la basílica de San Eugenio de Roma.