LA MUJER RECREA EL MUNDO

En el 75°Aniversario de la fundación de la sección femenina del Opus Dei.

En 1930, cuando la mujer no tenía aún un papel relevante ni activo en la sociedad civil, San Josemaría Escrivá de Balaguer, Fundador del Opus Dei, vio –con luz divina, un 14 de febrero- que debía extender y organizar su misión entre las mujeres. Por eso algunos años más tarde comentaba que “la mujer tiene, exactamente igual que el hombre, la dignidad de persona y de hija de Dios”, es decir que la igualdad de derechos entre ambos “ha de tener su reconocimiento jurídico, tanto en el Derecho civil como en el eclesiástico”, para algunos estas ideas resultaban demasiado innovadoras.

Tales consideraciones sobre la mujer y el genio e ingenio femenino, no las hace Escrivá desde un punto de vista político ni social, pues no es sociólogo ni político. Habla de la mujer en relación con Dios. El creyente no puede mirar el mundo que lo rodea sólo desde la óptica económica o psicológica. El que tiene fe trasciende esos límites terrenos. “Dios no deja a ningún alma abandonada a un destino ciego: para todas tiene un designio, a todas las llama con una vocación personalísima, intransferible”, explicaba San Josemaría.

¿Cuál es la vocación de la mujer en el mundo, en la Iglesia? La mujer está llamada a ocupar su lugar en la sociedad y en co-responsabilidad con el hombre construir un mundo más justo y más humano: “Una sociedad moderna, democrática, ha de reconocer a la mujer su derecho a tomar parte activa en la vida política y ha de crear condiciones favorables para que ejerciten ese derecho todas las que lo deseen”. El fundador del Opus Dei se pone en este contexto del lado de quienes en el mundo entero promueven la igualdad de los sexos en la vida social y el trabajo.

Pero, más allá de la igualdad, ¿cuál es la diferencia?, ¿qué es lo particularmente femenino, que puede desplegar ella en medio del mundo?, “La Mujer –decía San Josemaría– está llamada a llevar a la familia y a la sociedad civil, a la Iglesia algo que le es propio y que sólo ella puede dar: su delicada ternura, su generosidad incansable, su amor por lo concreto, su agudeza de ingenio, su capacidad de intuición, su piedad profunda y sencilla, su tenacidad...” Asimismo, consideraba Escrivá, que “la labor de la mujer en su casa”, puede convertirse muchas veces en “la función social de mayor proyección”. Porque “lo específico no viene dado por la tarea o por el puesto cuanto por el modo de realizar esa función, por los matices que su condición de mujer encontrará para la solución de los problemas con los que se enfrente, e incluso por el descubrimiento y por el planteamiento mismo de esos problemas”. “Ante Dios, igual categoría tiene la que es profesora de una universidad, como la que trabaja como dependiente de un comercio o como secretaria o como obrera o como campesina: todas las almas son iguales”.

A lo largo de estos 75 años, las mujeres del Opus Dei en muchos sitios del planeta han intentado acercar, con su vida de trabajo, el mensaje cristiano a toda criatura. En nuestro país, desde el 7 de diciembre de 1952, desarrollan junto con otros ciudadanos –no necesariamente católicos y en muchos casos tampoco cristianos- diversas actividades de promoción humana, cultural y social. De este modo, son una pequeña ayuda en la tarea común de todos los habitantes de nuestra patria en el arduo y apasionante desafío de construir la “civilización del amor” a la que nos sigue invitando el Papa Juan Pablo II.

María Teresa Téramo