Juan Pablo II ha anunciado un "Año de la Eucaristía" a partir de octubre

Este año especial dedicado a la Eucaristía, "se encuadra en el proyecto pastoral al que me refería en la Carta apostólica "Novo millennio ineunte" -dijo el Papa el pasado 13 de junio, en la Plaza de San Pedro- donde invité a los fieles a "caminar desde Cristo" ".

Durante la celebración eucarística que presidió en la basílica de San Juan de Letrán con motivo de la solemnidad del Corpus Christi, que tuvo lugar el pasado 10 de junio, el Papa anunció que de octubre de 2004 a octubre de 2005 se celebrará un Año de la Eucaristía.

Comentando las palabras de San Pablo a los Corintios Cada vez que coméis este pan y bebéis este cáliz, anunciáis la muerte del Señor, hasta que venga, Juan Pablo II dijo en la homilía que quien participa en la cena del Señor "se une al misterio de su muerte, es más, se convierte en su 'heraldo'. Se da, por tanto, una íntima relación entre 'celebrar la Eucaristía' y anunciar a Cristo. Entrar en comunión con El, en el memorial de la Pascua, significa al mismo tiempo, convertirse en misioneros del acontecimiento que actualiza el rito; en un cierto sentido, significa hacerlo contemporáneo a toda época, hasta cuando el Señor vuelva".

"Desde que en Pentecostés el Pueblo de la Nueva Alianza 'comenzó su peregrinación hacia la patria celeste, este divino Sacramento ha marcado sus días, llenándolos de confiada esperanza'. Pensando precisamente en esto, he querido dedicar a la Eucaristía la primera encíclica del nuevo milenio y estoy contento de anunciar ahora un especial 'Año de la Eucaristía'.

Comenzará con el Congreso Eucarístico Mundial, que se celebrará del 10 al 17 de octubre de 2004 en Guadalajara (México) y terminará con la próxima Asamblea Ordinaria del Sínodo de los Obispos, que se celebrará en el Vaticano del 2 al 29 de octubre de 2005, y cuyo tema será 'La eucaristía fuente y culmen de la vida y de la misión de la Iglesia'. Mediante la Eucaristía, la comunidad eclesial es edificada como nueva Jerusalén, principio de unidad en Cristo entre personas y pueblos diferentes".

El Papa señaló que "Cristo, 'pan vivo bajado del cielo' es el único que puede saciar el hambre del hombre en todo tiempo y en todo lugar de la tierra. Sin embargo, no quiere hacerlo solo y de este modo, como en la multiplicación de los panes, involucra a los discípulos. (...) Este signo prodigioso es una imagen del misterio de amor más grande que se renueva cada día en la Santa Misa: a través de los ministros ordenados, Cristo entrega su Cuerpo y su Sangre por la vida de la humanidad. Y cuantos se alimentan dignamente en su mesa, se convierten en instrumentos vivos de su presencia de amor, de misericordia y de paz".

Después de la misa, el Santo Padre presidió la procesión eucarística que recorrió la Via Merulana hasta la Basílica de Santa María la Mayor. Miles de personas acompañaron el Santísimo Sacramento, que fue transportado en un vehículo cubierto en el que también iba el Papa.

Vatican Information Service