Historia del Opus Dei en Argentina

El mensaje cristiano que Dios hizo ver a San Josemaría es hoy una realidad en la vida de muchas personas, repartidas por todo el mundo. Por eso, resulta imposible registrar todos los detalles de la historia de su expansión. Señalamos sólo algunas fechas destacadas de la historia del Opus Dei en la Argentina, especialmente de los primeros años.

Prehistoria

La “prehistoria” del Opus Dei en Argentina comienza casi con el nacimiento de la institución. Cuando San Josemaría se vio impulsado por Dios a fundar el Opus Dei, desarrolló la labor apostólica entre sus conocidos y amigos. El primer miembro del Opus Dei fue Isidoro Zorzano , que nació en Buenos Aires (13-IX-1902) y vivió sus primeros años en la capital porteña. Fue ingeniero industrial y compañero de colegio de San Josemaría. Durante la guerra civil española (1936-1939), la ciudadanía argentina le permitió ayudar a muchas personas. Isidoro Zorzano se encuentra actualmente en proceso de canonización.

Primeros pasos

La labor del Opus Dei en la Argentina comenzó en Rosario. El obispo de esa ciudad, el cardenal Antonio Caggiano, se lo había solicitado expresamente a San Josemaría en repetidas ocasiones, a través del trato epistolar que mantuvieron.

El 12 de marzo de 1950, tras 36 horas de viaje, arribaron al recién inaugurado aeropuerto de Ezeiza, tres miembros del Opus Dei: Ricardo Fernández Vallespín, sacerdote, y los profesores Ismael Sánchez Bella y Francisco Ponz. El objetivo de este primer traslado era conocer el país y a su gente para preparar el trabajo apostólico. Sin embargo, al ver las buenas posibilidades que se presentaban, y a instancias del cardenal Caggiano, San Josemaría dispuso que Ricardo Fernández Vallespín e Ismael Sánchez Bella se quedaran en la ciudad de Rosario, donde comenzaron a desarrollar, respectivamente, su tarea pastoral y profesional.

El 31 de agosto de ese mismo año, el mismo cardenal dejó reservado el Santísimo Sacramento en el piso alto alquilado de una vieja casa ubicada en San Juan 865. El lugar era modesto, pero amplio, y sería el germen de la primera residencia.

Residencia Universitaria Litoral

En 1950 inició sus actividades la residencia universitaria Litoral. En estos casi 60 años, su influjo se ha dejado sentir en el ambiente universitario rosarino. Son muchas las personas que recuerdan con afecto aquellos años vividos en la residencia. Allí descubrió su vocación el cordobés Adolfo Isoardi, estudiante de Medicina, quien fue el primero en pedir la admisión al Opus Dei como numerario (1 de noviembre de 1950).

En diciembre de 1951 llegaron de España Ignacio Echeverría, sacerdote, y José Luis Gómez, de 18 años. A los pocos días, en enero de 1952, arribó también de España, Ángel Ruiz Vallés. Los dos estudiantes comenzaron en Rosario las carreras de Ciencias Económicas e Ingeniería, respectivamente.

De Rosario a Buenos Aires

En 1952, el padre Ricardo Fernández Vallespín se trasladó a Buenos Aires y así una nueva etapa del desarrollo del Opus Dei comenzaría en el país. Ese mismo año pidió la admisión en Rosario Arnaldo Contreras, un joven médico tucumano. A los pocos meses, Ismael Sánchez Bella regresó a España para impulsar, a pedido de San Josemaría, la creación de la futura Universidad de Navarra, en Pamplona.

El Opus Dei y las mujeres en la Argentina

Ese mismo año 1952, como fruto de la labor sacerdotal de Ricardo Fernández Vallespín e Ignacio Echeverría, descubrieron su vocación al Opus Dei las primeras argentinas: Kitty Capón, estudiante de Estadística y Matemática en la Universidad Nacional del Litoral, que pidió la admisión al Opus Dei el 13 de agosto de aquel año, y Ofelia Vitta, maestra, que lo hizo en diciembre. Por ese entonces, una joven española, Sabina Alandes, se trasladó a nuestro país impulsar el desarrollo de la incipiente labor apostólica entre las mujeres. Al día siguiente de su llegada, festividad de la Santísima Virgen, el padre Ignacio Echeverría celebró en la Basílica de Luján, en el altar lateral del Sagrado Corazón, la Santa Misa a la que asistieron Kitty y Sabina, horas antes de partir para Rosario.

“Veinticinco”

A principios de 1953, se consiguió en la calle rosarina 25 de diciembre , entre San Juan y San Luis, la casa que sería el primer centro de las mujeres en la Argentina. Allí se desarrolló una intensa actividad y varias jóvenes descubrieron su vocación al Opus Dei: María Elsa Fabri, Ana María Brun, estudiante de Lenguas; Estela Barbero, estudiante de Historia; Alba María Blotta, de Ciencias de la Educación, y Evangelina Del Forno, de Arquitectura en la Universidad Nacional del Litoral. La casa muy pronto resultó pequeña y, a comienzos de 1955, comenzó a funcionar Cheroga , la primera residencia universitaria, en la calle San Luis 401.

Los primeros supernumerarios

Un matrimonio español de supernumerarios, Carmen y Pepe Ferrer, que con sus hijos se trasladaron a Buenos Aires a principio de los años 50, más precisamente a la localidad de Adrogué, contribuyeron a contagiar, a través del trabajo profesional, el espíritu del Opus Dei.

Fue así como a mediados de la década de los cincuenta, mientras el Opus Dei se extendía a buen ritmo en y desde Rosario y Buenos Aires, pidieron la admisión los primeros supernumerarios y las primeras supernumerarias de la Argentina. Entre los rosarinos se cuentan Aurelio García, Eugenio Brusa y su esposa Delia; Marcos Ronchino, Juan Lo Celso y José Vicente Vitta. Poco más tarde, en Buenos Aires, Eduardo Grandoli, Lissy y Luis Landry; Marta y Ricardo Ballester Molina.

La primera residencia en Buenos Aires

En 1953 se alquiló una vieja casona en la calle Chacabuco 962, en el barrio de San Telmo, para instalar allí una residencia de estudiantes. Al año siguiente fue a vivir allí Miguel Gutiérrez, tucumano, doctorado en Química en Granada (España), donde había conocido el Opus Dei. Mientras tanto, en Rosario, otros jóvenes continuaban incorporándose a las labores de formación: Ernesto Don, de la localidad de Esperanza, provincia de Santa Fe, que se había trasladado a Rosario para estudiar Medicina; Ernesto García, que por ese entonces cursaba Ingeniería; Francisco Polti, actualmente Obispo de Santiago del Estero y antes de Santo Tomé (Corrientes).

Adolfo Isoardi, Ernesto García y Francisco Polti se incorporaron a mediados de la década de los años 50 al Colegio Romano de la Santa Cruz, Centro Internacional del Opus Dei, para realizar los estudios de Filosofía y Teología. Mas tarde, los tres se ordenaron sacerdotes en Roma. Con el posterior regreso al país, el apostolado del Opus Dei tomó un nuevo impulso.

Una década de expansión y trabajo

A partir de septiembre de 1956, las mujeres del Opus Dei tuvieron su primer centro en Buenos Aires, ubicado en Beruti 2926. Empezaron la labor en esta ciudad Tere Zumalde y María José Vásquez, españolas que habían llegado a Rosario un par de años atrás, y Edith Sabolo. Contaron con el apoyo de un grupo de señoras, entre las que estaban Marta Ballester Molina, Lissy de Landry y Lucrecia Sáenz de Palma.

En Rosario, en 1957, Ignacio Rodríguez, peón de las cuadrillas de limpieza del Ferrocarril Urquiza, que con el tiempo llegaría a guardabarrera, descubrió su vocación al Opus Dei y pidió la admisión como agregado.

Al comenzar la década de los 60, los miembros del Opus Dei en la Argentina no pasaban de 50, entre hombres y mujeres, casados y solteros, sacerdotes y laicos.

Entre las mujeres, las primeras fueron María Isabel Verri y Nélida Lizaso, que eran compañeras de trabajo en el Departamento de Documentación Personal de la Policía Federal, y pidieron la admisión en la residencia de Beruti. En 1959, la residencia de Beruti se trasladó a una nueva casa en la calle Paraguay y, muy pronto el crecimiento hizo que se abriera Sur, en Belgrano.

A comienzos de 1962, llegó a Buenos Aires el P. Emilio Bonell , quien sería consiliario y luego vicario regional hasta 1991. Durante todos estos años y hasta su muerte en el 2007 desplegó una intensa labor sacerdotal y alentó, siguiendo el deseo de San Josemaría, la expansión del Opus Dei por muchas ciudades del país.

En 1963, se deja la casa de la calle Chacabuco en San Telmo y se inaugura la residencia de estudiantes Los Aleros , en la esquina de Amenábar y Olaguer y Feliú. Hasta nuestros días recibe cada año a muchos estudiantes de diferentes puntos del país. Ese mismo año 1963, en Rosario, se consiguió una casa en la calle San Lorenzo 840.

En 1964, el Padre José María Fontán junto con algunos otros comenzó a viajar a Córdoba y, en 1971, gracias a la generosidad de muchas personas pudo abrirse allí el primer centro. Al año siguiente, se consiguió comprar en la localidad de Bella Vista, una antigua casona –actualmente La Chacra-, que sería utilizada como casa de retiros y cursos de formación cristiana. Cada año, desde aquel entonces, pasan por allí miles de personas.

En 1961 había surgido la idea de crear en Buenos Aires una Escuela de Hogar y Cultura para capacitar a la mujer. En 1967 se ampliaron los programas de estudio y se inauguró el ICIED (Instituto Integral de Estudios Domésticos), en la localidad de Bella Vista. En la Argentina, el ICIED ha venido a responder expresamente a las necesidades que ha planteado el desarrollo de la industria de la hospitalidad. Acompañando los cambios pedagógicos del país, el ICIED se ha transformado en el ICES y es un instituto privado de educación formal.

Otras iniciativas educativas

A principios de los años 70, como fruto de iniciativas personales de fieles del Opus Dei, con la colaboración de cooperadores y amigos, se crearon varios Centros de Formación Rural y los colegios Los Molinos y Buen Ayre. Estas instituciones educativas y de promoción humana son propiedad de asociaciones civiles y reciben del Opus Dei atención espiritual. Con el tiempo y gracias al impulso de las enseñanzas de San Josemaría, surgieron otros colegios en diferentes ciudades de la Argentina.

San Josemaría en la Argentina

El 7 de junio de 1974, San Josemaría Escrivá de Balaguer llegó a la Argentina, procedente de Brasil, como parte de un viaje de catequesis por América. Permaneció en el país hasta el 28 de junio. Durante su estancia, conversó en animados encuentros multitudinarios con personas de toda edad y condición. Se calcula que más de veinticinco mil personas pudieron verlo y escucharlo en esos días en reuniones que tuvieron lugar en La Chacra, el Colegio de Escribanos de la Ciudad de Buenos Aires, el Centro Cultural San Martín y el teatro Coliseo. El 12 de junio fue en peregrinación a la Basílica de Luján y allí rezó el Santo Rosario, junto a una multitud de fieles que se había congregado en la iglesia.

El 26 de junio de 1974, exactamente un año antes de su muerte y poco antes de su partida de nuestro país, San Josemaría dijo: “Y cuando me vaya me quedaré a los pies de Santa María de Luján; ahí dejo mi corazón (...) Hijos míos, gracias, gracias a Dios, gracias a vosotros, y gracias a Santa María de Luján: porque he venido, y porque me iré, pero volveré; y además, me quedaré”.

Después de la visita

Después de la visita de San Josemaría a la Argentina, comenzó una nueva etapa de la historia del Opus Dei en el país. En los años siguientes, llevaría su trabajo apostólico a La Plata (1980), Tucumán (1981), Mendoza (1982), Santa Fe y Santo Tomé, Corrientes (1986). En la década del 90, comenzaría la labor estable del Opus Dei en Mar del Plata (1990), Salta y Posadas (1995), y en el año 2003, en San Juan.

En 1978, por iniciativa de un grupo de profesionales y empresarios, se creó el Instituto de Altos Estudios Empresariales (IAE), que a partir de 1991 formaría parte fundacional de la Universidad Austral . En mayo de 2000 abrió sus puertas el Hospital Universitario Austral.

En los años 1992 y 2002, un buen número de personas de nuestro país asistieron en Roma a la beatificación y canonización de San Josemaría.

Desde 1992, cada año para la memoria litúrgica de San Josemaría, el 26 de junio, se celebran misas no sólo en numerosas iglesias de las principales ciudades del país, sino también en muchas pequeñas localidades y parajes, hasta los que se ha extendido la devoción al fundador del Opus Dei.