Viaje del prelado del Opus Dei a Argentina: "La alegría le da alas al alma"

Del 3 al 8 de agosto, Mons. Fernando Ocáriz realizó su primer viaje pastoral como prelado a Argentina. En esta noticia te contamos los detalles de cada día de su visita.

2 de agosto | 3 de agosto | 4 de agosto | 5 de agosto |

6 de agosto | 7 de agosto | 8 de agosto


2 de agosto

Durante los próximos días, el Padre se encontrará con grupos de fieles y amigos del Opus Dei, saludará a numerosas familias de varias provincias y volverá a visitar —ahora como prelado— algunas de las instituciones sociales y educativas inspiradas por san Josemaría en el país.

Tendrá oportunidad de recorrer los colegios Buen Consejo y Cruz del Sur, ubicados en el barrio porteño de Barracas, y que llevan adelante un proyecto integrador para casi mil alumnos provenientes de la villa 21-24 y de los barrios aledaños.

Celebrará una misa para familias en la Iglesia San Benito y recibirá el título de Rector honorario en la Universidad Austral.

Antes de continuar su viaje hacia La Paz (Bolivia) peregrinará, como san Josemaría y el beato Álvaro en 1974, al Santuario de la Virgen de Luján, Madre de todos los argentinos. También tendrá un encuentro con las promotoras y las participantes de los Talleres Marangatú, una iniciativa que busca empoderar ala mujer a través de la capacitación en oficios.

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3 de agosto

Esta mañana, el Padre llegó a Argentina desde Madrid, acompañado por Don Jorge y Don Vicente. Los recibió en Ezeiza el p. Víctor Urrestarazu, vicario regional, junto a otros amigos. También pudieron saludarlo allí Patucho e Inés.

Llegó a La Chacra entrada la mañana donde lo esperaban algunos de los primeros miembros de la Obra en Argentina, otros de distintas provincias y el equipo de jóvenes que ayudará en las actividades con familias.

Celebró la Santa Misa en el oratorio de La Chacra con el mismo cáliz que san Josemaría utilizó el 26 de junio de 1974. En una homilía breve destacó que ante las dificultades tenemos que reaccionar con fe, una fe que nos lleva a estar esperanzados y alegres.

En el Centro de Estudio y Trabajo La Chacra (CET) tuvo un encuentro con algunas universitarias de Venezuela, Bolivia, Paraguay y de distintas ciudades de Argentina. Luisa le relató sus dificultades para salir de Venezuela y el Padre invitó a todas a rezar por la situación de Venezuela y Nicaragua, secundando al Papa Francisco.

Luego del encuentro, el Padre rezó y besó la imagen de la Virgen ubicada en uno de los pasillos de La Chacra, la misma imagen ante la que san Josemaría encendió una vela y “besó con ternura”, según recuerda una placa conmemorativa.

Por la tarde visitó la ermita de La Chacra, prendió una vela y rezaron una Salve. Luego, estuvo conversando con unos y otros preparando todas las actividades de estos días.

Esperamos con ilusión seguir acompañándolo en este recorrido durante el día de mañana. Seguiremos actualizando esta noticia todas las tardes.


4 de agosto

El día de hoy estuvo marcado por los encuentros en Parque Norte para fieles y amigos de la Obra. Antes y después varias familias tuvieron la ocasión de saludarle: el Padre se detuvo especialmente con Alejandro, quien pudo compartir el dolor del reciente fallecimiento de su esposa, Mechi.

El Padre comenzó hablándonos sobre la esperanza: recordó un comentario de san Josemaría a un grupo de personas de la Obra, evocando una historia de Alejandro Magno: “viéndoos a vosotros me queda la esperanza”.

La primera pregunta fue de Adrián que, recordando la carta del 14 de febrero de 2017, le planteó cómo poner más a Jesucristo en el centro de la vida espiritual. El Padre lo invitó a decir: “Jesús, vamos a hacer esto entre los dos”, pero no como una teoría, sino como una realidad.

Luego, salieron varios temas vinculados con las familias. A partir de una pregunta de Javier, le recomendó empezar a sonreír en la puerta de su casa, antes de entrar. Guillermo (de Santa Fe) y Nacho (de Tucumán) consultaron sobre la relación con sus hijos y el Padre les propuso que sean realmente amigos de los hijos: “La amistad no es solamente que el hijo tenga confianza con el padre, le cuente sus cosas, le abra su corazón ante las dificultades o interrogantes que tenga, sino que la amistad siempre es mutua: que note que tiene una sintonía”.

Rolando compartió el desafío del cariño en la familia, que está repartida en varios países: los padres en El Salvador y hermanos en Argentina, España, Guatemala, Estados Unidos… es una familia globalizada. El Padre le propuso aprovechar especialmente los cumpleaños y aniversarios para estar pendientes unos de otros. Se despidió dando la bendición y pidiéndonos que recemos por el Papa.

A mediodía visitó la Residencia CUDES, con selfie incluida ­­—pedida y coordinada por Chicho— al finalizar una distendida sobremesa, que incluyó música, historias y bromas.

Por la tarde, el Padre volvió a Parque Norte para encontrarse con sus hijas de la Obra y cooperadoras del país y alrededores. En un ambiente muy alegre, le dieron la bienvenida con cantos y aplausos. Luego de algunas reflexiones, animó a rezar mucho por el Papa, “y no porque sea argentino, sino porque es el Papa, es el Vicario de Cristo para toda la Iglesia. Y porque lo necesita y lo pide, tiene gran fe en la eficacia de la oración y necesita la oración de todos y de todas”.

La primera pregunta fue de Marina, sobre el poder transformador del trabajo. El Padre aconsejó poner a Cristo en el centro y convertir todo en oración. A partir de la pregunta de Mechi, el Padre alentó a fomentar la amistad, también con las personas que piensan diferente, encontrando los puntos en común.

Aprovechó el pedido de Goldi y Alejandra para fomentar la ayuda a las familias desde que son jóvenes y la transmisión de experiencias vivas de unas familias a otras. Destacó que la clave está en ver a Jesucristo en los demás, en querer a todos como son.

Ana se emocionó al contarle el trabajo que realiza junto con un grupo de personas en una zona vulnerable de Rosario. El Padre resaltó la necesidad de ser cada vez más misericordiosos, de agrandar el corazón para que quepan en él las necesidades y miserias de aquellos que sufren.

Recordando una pregunta que le hicieron a san Josemaría en 1974, Verónica le pidió al Padre que dejara un mensaje para todos los argentinos. En la respuesta, subrayó que debemos querer a la gente y tener siempre interés por el bien de los demás.

El día concluyó saludando familias de distintas partes del país en La Chacra. Alegrías y penas, proyectos y bendiciones, quedaron flotando en el ambiente entre las decenas de personas que conversaron y abrieron su corazón con el Padre. También silencios, como el caso de Luis e Inés. Habían pensado contarle varias cosas, pero en el momento se emocionaron y, aunque salieron pocas palabras, fueron acompañadas por una sensación de paz y el recuerdo de algo que el Padre nos recordó hoy de diversos modos: la oración es lo más importante. Después de detenerse unos minutos con cada familia, el Padre los bendijo, animándolos a convertir todo en presencia de Dios y alegría.


5 de agosto

El domingo fue día de encuentros con jóvenes. Comenzó a media mañana en el Colegio El Buen Ayre, donde centenares de chicas de diversas provincias y países sorprendieron al Prelado con una canción compuesta especialmente para darle la bienvenida. Las animó a transmitir la alegría de conocer a Jesucristo y, nuevamente, pidió rezar por el Papa Francisco. Luego, Bernie compartió la alegría de los 50 años del Colegio El Buen Ayre y el Padre celebró el trabajo que docentes y familias realizan en esta institución.

Valentina le consultó cómo hacer para afrontar el desafío de tender puentes y dar testimonio de caridad cuando nos sentimos agredidos. El Prelado recomendó dar siempre testimonio con serenidad, queriendo a la gente. Y recordó las palabras de san Josemaría: “Yo no he necesitado aprender a perdonar, porque Dios me ha enseñado a querer”.

Gracias a las inquietudes de Anita, Cata, Mirna, Abril y María, el Padre habló de santificación del trabajo, noviazgo, solidaridad y tiempo libre.

Se vivió un momento especialmente emotivo cuando Caro, que desde hace 5 años vive en la residencia CECU (La Plata), le confió que, siendo no creyente, siempre se sintió querida y respetada en su libertad, y le consultó cómo hacer para ayudar a las personas de la Obra. Con cariño, el Padre le dijo: "aunque tú no lo sepas o no lo creas Dios te quiere muchísimo, es Él el que te está dando las fuerzas para tener ese deseo de ayudar a los demás."

Hubo momentos muy divertidos y ocurrentes, llenos de gestos, regalos y canciones. Como cierre, luego de la bendición, un grupo subió al escenario para sacarse una selfie con el Padre usando un marco preparado especialmente para la ocasión.

Antes de irse, Mons. Ocáriz tuvo un conmovedor saludo con un grupo de venezolanos que le manifestaron su dolor y preocupación por la situación del país; y les habló de la necesidad del perdón.

Por la tarde, promotores de proyectos que se dedican a la formación y acompañamiento de familias lo recibieron en el Colegio y el Prelado los alentó a continuar con esta importante misión, en sintonía con lo que ha expresado en la Carta pastoral del 14 de febrero de 2017.

El encuentro de la tarde comenzó con entusiasmo desbordante del público, a ritmo de guitarra y palmas. El Prelado se refirió al próximo sínodo de los obispos sobre los jóvenes y el discernimiento vocacional. Explicó que “todos tenemos vocación, en el sentido de llamado de Dios. Él tiene un plan para cada uno: la santidad” y llamó a rezar por el Romano Pontífice. Volvió a plantearse el tema de cómo ayudar a los adolescentes a hacer oración y llamó a manifestar el propio testimonio: “Transmitir la propia experiencia. No tanto en plan de dar una lección o una clase teórica. Entusiasmar manifestando tu entusiasmo.”

Felipe, 21 años, estudiante de Derecho en la UBA es de Mercedes, Provincia de Buenos Aires. Este año tuvo ocasión de ir al UNIV y aprovechó para plantear al Prelado cómo concretar la exhortación del Papa Francisco en la carta que mandó a los participantes de ese congreso: encontrar a Jesús en los amigos, compañeros y, especialmente, en las personas más necesitadas. El Padre lo invitó a tener siempre una “actitud interior de apertura a las necesidades de los demás”. Recordó que el Papa le había pedido en una audiencia que, desarrollando una labor en todas las direcciones, nos preocupáramos especialmente de las “periferias de las clases medias”. Y explicó: hay una periferia material, y también una espiritual. Luego, a la gente necesitada materialmente, hay que ayudarla todo lo posible y aprender de ella. Al final, el equipo de Rugby de Los Molinos le pidió que autografiara una guinda; otra selfie y un “Gracias por haber venido a verme”.

El día terminó nuevamente en La Chacra, saludando a numerosas familias, varias venidas especialmente desde Rosario. También van llegando obsequios de diverso tipo, cartas, flores, chocolates, postales, que el Padre lee, firma, bendice, reza, según corresponda.


6 de agosto

Mons. Ocáriz visitó por la mañana al Cardenal Poli en la curia porteña y luego se dirigió a Barracas, para saludar a las comunidades educativas de los colegios Cruz del Sur y Buen Consejo, de AESES.

Los chicos del Colegio Cruz del Sur recibieron al Prelado entonando “Siempre alegres”, un tema de origen salesiano, que en esa escuela llaman “la canción de san Josemaría”. Al terminar, el Padre les pidió la letra impresa y más tarde la fue leyendo en el coche de camino a su siguiente encuentro. El estribillo reza: “Nosotros hacemos consistir la santidad en estar siempre alegres” y una estrofa expresa: “el que es un santo triste, un triste santo es; servir a Dios alegres es nuestra santidad”. Martín le presentó los dibujos de la semana de San Josemaría que estaban expuestos en una pared central y regalaron al Prelado un juego de ajedrez, práctica que es sensación entre los estudiantes.

Estos colegios desarrollan un proyecto educativo de inclusión, en permanente contacto con las familias. El Buen Consejo cumplió hace poco 100 años y el Papa Francisco les envió una carta de felicitaciones a través del capellán, el padre Pedro. En su día, el Cardenal Bergoglio había bendecido una imagen de María Santísima, que hoy las alumnas obsequiaron al Prelado. Luego, Mons. Ocáriz les regaló una reliquia de san Josemaría para poner en la capilla.

“Le pedí un consejo para todas las maestras del Colegio y me dijo que no nos olvidemos nunca de infundir el amor de Jesús en el corazón de cada una de nuestras alumnas”, narró Sofia, rememorando las emociones del evento, que incluyó canciones, violines, flautas, guitarras, saludos, un ramo de flores para la Virgen y preguntas de las alumnas.

Por la tarde, se acercó a la Nunciatura para un cordial encuentro con Mons. Léon Kalenga Badikebele, llegado al país en junio pasado.

Finalmente, presidió la concelebración eucarística de la Fiesta de la Transfiguración en la Parroquia San Benito de Palermo para familias y amigos de la Obra. En la homilía, reflexionó sobre la importancia de la centralidad de Jesucristo, tanto en la historia como en la vida personal: “en Cristo se cumple todo el plan de Dios anterior a Él, toda historia converge ante Jesús, adquiere su sentido en Jesús”. Del mismo modo, propuso, recordando las palabras de san Pablo “para mí vivir es Cristo” (Fil 1, 21), que “nuestra vida adquiere su verdadero sentido en Jesucristo”, y aconsejó con san Josemaría tres pasos: “que busques a Cristo, que encuentres a Cristo, que ames a Cristo”.

Para que la centralidad de Cristo sea una realidad, invitó a “buscarlo en la vida ordinaria: en el trabajo, en la familia, en el descanso”; y también a escucharlo, con una escucha “transformadora”, que se nutre del Evangelio y de los sacramentos, especialmente de la eucaristía.

Consideró, siguiendo al papa Francisco, que necesitamos la fe “para ver a los demás como son, como queridos por Dios, como los ve el Señor” y subrayó que “de la unión con Cristo nace la fuerza apostólica”.

Concluyó con un llamado a evangelizar la familia: “¡Qué importante es el trabajo de ayudar a las familias! (…). La familia cristiana es y debe ser la Iglesia doméstica, donde crece la fe, donde crece esta búsqueda de Jesús, ese trato con Jesús, ese amor a Jesús”.


7 de agosto

Mons. Fernando Ocáriz visitó hoy la Universidad Austral, sede Pilar, de la que es Rector Honorario desde marzo de 2017. A pocos metros de la entrada, lo esperaban familias, docentes y alumnos del jardín Cauquén y los colegios Los Candiles y Los Caminos, con un pasacalle: “Padre, lo queremos. Pare, por favor”. Con una gran sonrisa, se detuvo a conversar con ellos y, además de la sensación de “misión cumplida”, se quedaron con una cariñosa bendición.

Recorrió primero el Hospital Austral; luego, el Edificio de Grado y, finalmente, la Escuela de Negocios. Puede leerse la crónica publicada por la universidad en este link.

Durante su estancia saludó también a varias familias: dos encuentros fueron especialmente emotivos. Apenas llegar, Enrique y Lili, con sus gemelos de ocho años, estaban esperándolo frente a la capellanía del Hospital. Enrique, profesor de Economía en la Universidad de San Andrés, padece un cáncer avanzado y quería agradecerle al Padre por su cercanía y entregarle encuadernados sus papers de economía publicados desde 2005 hasta la actualidad: sus horas de trabajo. Antes comentaba que san Josemaría insistía en poner las últimas piedras en la tarea profesional y que, para un investigador, llegar a la publicación es poner la última piedra.

En la sala de Neonatología está internada Clementina, recién nacida, que padece un síndrome genético severo. Carolina y Juan, mamá y papá, recibieron el consuelo del Padre y Clementina el sacramento de la confirmación, que la Iglesia permite administrar a todo sacerdote en casos como este.

Analía, mamá de Beltrán e Ignacio, mellizos que nacieron antes de la semana 30 de gestación y se están recuperando en la “neo”, tuvo ocasión de conversar con el Prelado y compartir su experiencia.

En los trayectos, el Padre fue saludando a unos y otros; estudiantes, docentes y profesionales administrativos se acercaban para bendecir fotos de la familia, entregarle cartas y regalos, pedirle oraciones o robarle una selfie.

Al dejar el campus, luego de una foto emblemática en la fachada del edificio principal del IAE, atravesó el Parque Austral y saludó a los del centro Arboleda, ubicado en ese predio.

Mientras atardecía en San Miguel, unas 20 familias de Buenos Aires tuvieron ocasión de compartir unos momentos con el Padre en La Chacra, llevarse un consejo y una alegría que queda guardada en las fotografías que, seguramente, lucirán en repisas, paredes, pantallas o mesitas de luz de más de uno.


8 de agosto

En su último día en Argentina, el Padre quiso despedirse de la Virgen de Luján. Como lo hizo san Josemaría hace 44 años, visitó a la Patrona de los argentinos y puso bajo su manto los frutos de este viaje.

Antes de su paso por la Basílica, tuvo un encuentro con un grupo de mujeres que lleva adelante los Talleres Marangatú, impulsado por fieles y cooperadoras del Opus Dei para favorecer el desarrollo integral de la mujer y la familia. Le acercaron una cartulina con un collage de fotos de los distintos talleres que se dictan y quiso escribirles una dedicatoria muy suya: “Siempre fieles, siempre alegres”.

También saludó a las autoridades de la Fundación Marzano: institución inspirada en el mensaje de san Josemaría, que promueve el desarrollo rural y la inclusión social en nueve escuelas en las provincias de Mendoza, Santa Fe y Buenos Aires. Los felicitó por el nuevo proyecto lanzado en Luján: el Centro de Formación “Los Aromos”. No faltó el aliento ante los desafíos –“Es un trabajo imponente el que realizan”, les dijo–, y los animó a que trabajaran muy unidos. En una foto que le entregaron con la cronología de los nueve Centros de Formación Rural que desarrolla la fundación desde 1974, el Padre escribió estas palabras: “Con mi bendición más cariñosa para todas y todos los que sacáis adelante esta magnífica labor de los Centros de Formación Rural”.

Pasadas las 13 horas, el Prelado de la Obra ingresó en la Basílica y Santuario Nuestra Señora de Luján, rodeado por el cariño de un grupo de fieles de la Prelatura y amigos, quienes lo acompañaron hasta el Camarín de la Virgen. Después de un intenso y sereno momento de oración culminado con una Salve ante la imagen que quiso quedarse en tierras argentinas en el año 1630, Mons. Ocáriz se dirigió a una de las capillas laterales en donde se encuentra la imagen de san Josemaría, entronizada en el año 2009, junto a una placa que recoge unas palabras emblemáticas del Fundador de la Obra, pronunciadas en Buenos Aires el 26 de junio de 1974, un año antes de su fallecimiento: “Yo tengo hambre de quedarme con vosotros. Y cuando me vaya me quedaré a los pies de Santa María de Luján; ahí dejo mi corazón. Hijos míos, gracias, gracias a Dios, gracias a vosotros, y gracias a Santa María de Luján: porque he venido, y porque me iré, pero volveré; y, además, me quedaré”.

Antes de dejar el Santuario, el Padre pudo ver el libro de firmas de visitantes ilustres. Varias páginas después de las que san Josemaría, san Juan Pablo II y el Papa Francisco –cuando fue arzobispo de Buenos Aires– escribieron su dedicatoria, el Prelado de la Obra escribió estas palabras que quedaron también a “los pies de Santa María”: “Con la alegría de haber rezado en este santo lugar a la Santísima Virgen de Luján, siguiendo los pasos de san Josemaría, pongo mis intenciones ante la intercesión de María, pidiendo por toda la Nación Argentina”. Después de firmar el libro, el P. Lucas, sacerdote de la Basílica, le obsequió unas estampas de la Virgen de Luján con trocitos de un manto usado por Ella.

Mientras se dirigía hacia el auto que lo llevaría al Aeropuerto de Ezeiza, se repetían los saludos llenos de cariño y emoción: “¡Gracias Padre! ¡Gracias por venir! ¡Vuelva pronto!”. Poco antes de las 16 horas, partió en avión rumbo a Bolivia, donde continuará su gira pastoral por tierras de Latinoamérica.