Desde chiquita me decía: “Tenés que luchar para llegar a ser algún día Santa Celina”

Celina Díaz Melo, graduada del Colegio Buen Consejo, empezó este año a estudiar comunicación en la Universidad Austral; es beneficiara de la Beca del Bicentenario. Cuenta en primera persona cómo cambió su relación con Dios a partir de su paso por el colegio.

¡Muchísimo, muchísimo! A través del colegio conocí a San Josemaría y le tomé mucho afecto. Yo siempre rezaba a la noche porque mi mamá me había enseñado. Pero en el colegio nos enseñaron lo que San Josemaría decía, que podías hacerte santo con lo que hacías. Y el Padre Pedro nos decía que teníamos que aspirar a ser “santos y santas de altar”. Desde chiquita me decía: “Tenés que luchar para llegar a ser algún día Santa Celina”. Todo eso lo fui tomando y me ayudó muchísimo, el saber que uno podía hacer una oración estudiando, y que lo podías ofrecer a Dios. Creer en la intercesión de los santos, de San Josemaría. Le tengo muchísimo cariño a la Virgen María como madre nuestra que está ahí cuidándonos. Nos hacían ver siempre la imagen de nuestra patrona, Nuestra Señora del Buen Consejo, que está con el niño Jesús apoyando la cabecita sobre su pecho. Así nos decían que teníamos que estar nosotras, escuchando la voz de la Virgen María, porque siempre nos va a decir lo que es la voluntad de Dios. Después de mi Confirmación, nos decían que ahora éramos apóstoles de Cristo y que teníamos que hacer las cosas por Cristo, dar la cara por Cristo…. Me di cuenta que tenía que hacer algo, empecé a dar clases de catequesis, preparo chicos para la Primera Comunión y también estoy en un grupo de jóvenes de la parroquia: vamos a misionar. Lo que más me marcó fue que me enseñaron a “ver a Jesús en los demás” y que si estás triste probablemente sea porque estás pensando en vos misma y haciéndote la víctima. En 7mo grado hice un click y dije: “Basta de pensar en mí, el de al lado también tiene problemas”. Empecé a tener más sensibilidad por los demás, siempre era la primera en darme cuenta si alguna estaba mal, aunque no fuera mi amiga.