Jordania y la alianza de civilizaciones. Paz, razón, islam y cristianismo

Pablo Blanco examina los tres días del Papa en Jordania en los que, entre otras cosas, el Santo Padre se ha referido al islam.

Ya en el avión, Benedicto XVI hizo saber su estrategia secreta en este viaje: oración, ética y razón. «Nosotros no somos un poder político, sino una fuerza espiritual que puede contribuir al progreso del proceso de paz. Veo tres niveles: como creyentes, estamos convencidos de que la oración es una verdadera fuerza. […] Segundo punto: intentamos ayudar en la formación de las conciencias. [...] Y un tercer punto, interpelamos también –¡es exactamente así!– a la razón [,... para] apoyar las posturas realmente razonables. Esto lo hemos hecho ya, y queremos hacerlo ahora y en el futuro»[1]. A partir de ese momento el Papa alemán habló de libertad religiosa, de diálogo y respeto, de convivencia entre las tres grandes religiones –islam, judaísmo y cristianismo–; pero también de los derechos de la mujer y de los cristianos en países musulmanes, de igualdad de oportunidades para minusválidos e impedidos físicos, de razón y amor en definitiva.

No ha dudado tampoco en usar el término y pedir una «alianza de civilizaciones», en cuyo centro estuviera la defensa de la razón y de la libertad religiosa de todos los ciudadanos

No ha dudado tampoco en usar el término y pedir una «alianza de civilizaciones», en cuyo centro estuviera la defensa de la razón y de la libertad religiosa de todos los ciudadanos. Benedicto XVI ha dedicado a Jordania los tres primeros días de su viaje a Tierra Santa. En los anteriores viajes papales la parada en este reino musulmán había sido más fugaz. Con el papa Ratzinger, por el contrario, la relación con el islam ha estado visiblemente en el centro de la primera parte de su viaje. Naturalmente, la impronta general que Benedicto XVI dio desde el comienzo a su viaje fue la de la peregrinación cristiana, muy atenta a las raíces hebreas. Pero es en relación al islam que Benedicto XVI ha dicho en Jordania las cosas más argumentadas, sobre todo en dos momentos: cuando bendijo la primera piedra de una nueva universidad católica en Madaba, para estudiantes en gran parte musulmanes, y cuando visitó la mezquita Al-Hussein Bin Talal, de Amman.

«La fe en Dios –dijo en la futura universidad– no suprime la búsqueda de la verdad; por el contrario, la alienta. San Pablo exhortaba a los primeros cristianos a abrir las propias mentes a todo “lo que es verdadero, noble, justo, a lo que es puro, amable, lo que es digno de honor, lo que es virtud y lo que merece alabanza” (Flp 4,8)»[2]. Y siguió reivindicando la razón como patrimonio común de cristianos y musulmanes. Pero ha sido en Amman, al visitar la mezquita Al-Hussein Bin Talal, cuando Benedicto XVI ha entrado más directamente en el núcleo de la cuestión. Quien presentó los saludos de recibimiento al Papa fue el príncipe Ghazi Bin Muhammad Bin Talal, quien inspiró la Carta abierta “Una palabra común entre nosotros y vosotros”, dirigida al papa y a los líderes de las otras confesiones cristianas, firmada en octubre de 2007 por parte de 138 representantes musulmanes de numerosos países. Esa carta ha sido la consecuencia más importante, en el campo musulmán, de la apertura al diálogo efectuada por Benedicto XVI con su memorable exposición en la Universidad de Ratisbona el 11 de setiembre de 2006.

La Carta de los 138 ha dado origen a un foro permanente de diálogo católico-musulmán, cuya primera sesión se desarrolló en Roma, desde el 4 al 6 de noviembre de 2008, y que concluyó con un encuentro con el Papa[3]. El portavoz vaticano hablaba así de «una crisis superada» en lo que se refiere a las relaciones entre el islam y la Iglesia católica[4]. El príncipe Ghazi le dirigió al Papa un largo discurso de bienvenida, al cual le siguió la intervención de Benedicto XVI. Allí planteó el Romano pontífice una difícil e inquietante pregunta: «¿no se da también el caso que muchas veces es la manipulación ideológica de la religión, a veces con fines políticos, el catalizador real de las tensiones y de las divisiones, y no por casualidad también de la violencia en la sociedad?». Ante tal manipulación ideológica de la religión, proponía: «Musulmanes y cristianos, […] deben esforzarse hoy para ser conocidos y reconocidos como adoradores de Dios, fieles a la oración, dispuestos a comportarse y vivir según las disposiciones del Todopoderoso»[5].

"Cuando la razón humana consiente humildemente en ser purificada por la fe, está lejos de ser debilitada por ésta; más bien es fortalecida para resistir a la presunción de ir más allá de sus propias limitaciones"

Tras lo cual, Benedicto XVI siguió con un discurso que recordaba al de Ratisbona en escala reducida: aquella polémica intervención pronunciada en la ciudad del Danubio cinco años y un día después del 11 de septiembre de 2001. «Distinguidos Amigos –decía allí–, hoy deseo referirme a una tarea que he tratado en diversas ocasiones […:] el desafío de cultivar –para el bien, en el contexto de la fe y de la verdad– el vasto potencial de la razón humana. […] En realidad, cuando la razón humana consiente humildemente en ser purificada por la fe, está lejos de ser debilitada por ésta; más bien es fortalecida para resistir a la presunción de ir más allá de sus propias limitaciones». Razón y fe se libran de las respectivas patologías, y son la mejor garantía para la paz y el respeto de la dignidad y los derechos humanos. Tal vez la solución al problema de la violencia en Oriente Medio no esté tan solo en la fe, sino también –y tal vez en primer lugar– en la razón.

Pablo Blanco Sarto

Facultad de teología

Universidad de Navarra

[1] Respuestas de Benedicto XVI a los periodistas en el vuelo a Jordania, (8.5.2009).

[2] S. Magister, La segunda vez de Benedicto XVI en una mezquita, www.chiesa.it (11.5.2009).

[3] S. Magister, La segunda vez de Benedicto XVI en una mezquita, www.chiesa.it (11.5.2009).

[4] Cf. Portavoz vaticano: Benedicto XVI logra dos objetivos en Jordania, «Zenit» (10.5.2009).

[5] Discurso en la mezquita Al-Hussein Bin Talal (Ammán, 9.5.2009).