- Miércoles, 4 de octubre, llegada a Lisboa
- Jueves, 5 de octubre, Fátima
- Viernes, 6 de octubre, Lisboa
- Sábado, 7 de octubre
- Domingo, 8 de octubre
8 de octubre, Lisboa
La visita de Mons. Fernando Ocáriz a Portugal continuó el domingo 8 de octubre con varios encuentros, clases de formación, celebración de la misa dominical y meditaciones.
Una de esas actividades consistió en una reunión con decenas de sacerdotes procedentes de todo Portugal: desde el Algarve hasta el Miño. Visiblemente contento, el prelado destacó al inicio del encuentro: “Me da mucha alegría ver a tantos sacerdotes, de diferentes edades, algunos más jóvenes, otros mayores y ya con mucha experiencia. En el fondo, como decía san Josemaría, todos tenemos la edad de Jesucristo, porque nuestra identidad, especialmente en el momento de la Misa y de la consagración, es ser el mismo Cristo”.
Al comentar que un sacerdote puede llegar al mundo entero con el poder de su oración, don Fernando mencionó las tremendas guerras desatadas en Israel y en Ucrania: “Cuando nos lleguen noticias, no veamos nada como ajeno, porque todo es nuestro; en todo hay almas, en estas situaciones hay dolor de Dios y de los hombres”.
Varios sacerdotes hablaron sobre los desafíos de su vida sacerdotal y parroquial: vivir con firmeza pero sin rigidez; gestionar el celular con sus posibilidades y sus sombras; mejorar la misión del confesor en el sacramento de la reconciliación; amortiguar el impacto de las dificultades inesperadas del día a día; descubrir estrategias para superar la rutina al celebrar Misa…
Una de las preguntas se centró en el conflicto entre la primacía de la oración, teóricamente tan clara, y el torbellino de la vida que nos aleja de esta prioridad. La recomendación del Prelado fue poner orden en la jornada y en las tareas: “Hay mil maneras de organizarse la vida, pero en cualquier caso lo más importante en nuestra vida es el trato con Jesucristo. Absolutamente: es lo más importante de todo. ¿Por qué? Porque de ese trato con Jesucristo depende también la capacidad que tenemos de ayudar a los demás”.
También se contaron historias inspiradoras, como la de un párroco, de las afueras de Lisboa, que decidió iniciar la Adoración Eucarística perpetua y la sorpresa que se llevó con alrededor de quinientas personas que se ofrecieron como voluntarios para cubrir todos los turnos; o la iniciativa de un sacerdote del Opus Dei que inició un curso para novios y que en este momento ya cuenta con más de ciento cuarenta matriculados.
No faltó un comentario del Prelado sobre el amor que todos debemos tener por el Papa. Una manifestación del amor es dar “ejemplo de unión con él y con los obispos, porque es algo fundamental en la Iglesia. Nos une una visión sobrenatural: el Papa es vicario de Cristo, y los obispos son los sucesores de los apóstoles”.
El lunes, a primera hora de la tarde, mons. Fernando Ocáriz se dirigió al aeropuerto de Lisboa, con destino a Roma. Dijo que no se despedía, pues siempre está muy unido con todos, en particular con quienes forman parte de la familia del Opus Dei. Se mostró agradecido por estos días pasados en el país y expresó el deseo de que en Portugal se recojan muchos frutos del Espíritu Santo.
Sábado, 7 de octubre
El sábado 7 de octubre se celebró el segundo gran encuentro con familias del viaje del prelado del Opus Dei a Portugal. En el Aula Magna de la Universidad de Lisboa, cerca de 1.500 personas disfrutaron de un ambiente familiar y distendido.
Para comenzar, Mons. Fernando Ocáriz pronunció unas breves palabras sobre cómo el amor transforma lo ordinario en algo extraordinario, y recordó la eficacia del Rosario, ya que ese día estaba dedicado a Nuestra Señora del Rosario. Siguiendo las enseñanzas de San Josemaría, destacó que todo puede ser una forma de oración, incluyendo el trabajo, el descanso y el tiempo de ocio, cuando se ofrece a Dios.
Luego, los presentadores, la joven pareja Leonor y Francisco, dieron la palabra a algunos de los presentes que, como es habitual, tenían historias que contar y buscaban consejos del prelado. Rita contó que había encontrado a Dios en medio de grandes dificultades, cuando quedó viuda a una edad temprana y cómo sus amigas del Opus Dei y algunos sacerdotes la ayudaron mucho. También hubo momentos divertidos, como la historia de las "gallinas felices" de Fátima o el desafío del profesor de tenis Tiago, quien invitó al Padre a jugar un partido de tenis.
En medio de las intervenciones, hubo un hermoso momento musical. Simão pidió silencio y su esposa Carmo, acompañada por dos guitarristas, cautivó al público con un fado: un Avemaría escrito por el escritor Fernando Pessoa. Las preguntas prosiguieron con Simão, quien quiso saber cómo ayudar a las parejas que atraviesan dificultades en su matrimonio, a lo que el Padre respondió destacando la importancia de “cuidar el amor, no como un sentimiento que se recibe, sino como un esfuerzo por hacer feliz al otro, nutrido por la oración”.
Luego fue el turno de Armando, quien había trabajado como voluntario en la JMJ. Armando preguntó cómo podría mantener el deseo de formar a las personas a su alrededor y hacer que la Obra continúe siendo una gran catequesis. El Padre enfatizó que “más importante que transmitir información y ayudar a las personas a comprender la doctrina, es ayudarlas a vivir de acuerdo con esa misma doctrina, un desafío que se experimenta en el ámbito de la amistad personal”. También hubo una historia de Gonçalo, quien, al final, no tenía preguntas, sino agradecimientos a las personas que habían ayudado a su padre a vivir bien sus últimos momentos tanto humanamente como espiritualmente.
Mons. Ocáriz dio por concluido el encuentro pidiendo a todos que rezaran mucho por el Papa y otorgando su bendición a los presentes.
De manera similar, finalizó el encuentro de la mañana del sábado con un grupo de chicas que reciben formación en varios Centros del Opus Dei. La charla fue muy participativa y animada, con numerosos momentos musicales. Una de las participantes le pidió al prelado que, cuando se encontrara nuevamente con el Papa Francisco, transmitiera los agradecimientos de los portugueses por haber estado con nosotros en la Jornada. Y de manera inesperada, divirtiendo mucho a Mons. Fernando Ocáriz y a todos los presentes, entró un Minion -conocido personaje de películas infantiles- con un kit de voluntario para regalar al prelado.
Se plantearon diversas preguntas sobre los desafíos que enfrentan estas jóvenes, como: "Padre, queremos hablar de Dios en entornos universitarios sin que las personas piensen que estamos tratando de imponer nuestros valores, ¿qué nos aconseja?" o "¿Qué hacer cuando nos enfrentamos a preguntas difíciles? ¿Qué más podemos hacer además de recibir una buena formación?" o incluso "Padre, voy a empezar a liderar clases de catequesis cristiana. ¿Qué consejo me da para que no sean solo una conferencia más?" La respuesta no se hizo esperar: "¡Escuchar y llevarlo en el corazón! Cada semana quedarse con un propósito práctico para luchar...".
Al final de la charla, siguiendo una tradición universitaria en momentos especiales y solemnes, las capas de aquellos que estaban vestidos de manera tradicional se colocaron en el suelo del escenario para que Monseñor Ocáriz las pisara al salir.
6 de octubre, Lisboa
El prelado se reunió con varias personas el viernes 6 de octubre, incluyendo a un grupo de jóvenes que participan regularmente en las actividades del Opus Dei. Las preguntas fueron variadas: desde quien pidió un consejo sobre cómo distinguir la voz de Dios de nuestra propia voz, hasta quien quiso saber qué había pedido el Prelado a la Virgen María el día anterior en Fátima. Mons. Ocáriz aconsejó a los jóvenes que siguieran el camino de la amistad, explicando que la oración es un diálogo con Dios y no una introspección, y que se requiere abandono en el amor de Dios y confianza en el sacramento de la Confesión.
Antes, algunas personas de la dirección y colaboradores de la AESE Business School también habían tenido la oportunidad de saludar a Mons. Ocáriz. Uno de los temas abordados fue la Jornada Mundial de la Juventud en Portugal, en la que la AESE colaboró con la organización mientras el Papa estuvo en Lisboa. El prelado recibió un silbato de patrón de la Marina Portuguesa para guiar al timonel de la embarcación al tocarlo.
El día comenzó con la visita de Mons. Fernando Ocáriz a los colegios Mira Río y Planalto, que reciben asistencia pastoral del Opus Dei. En ambas sedes, el Prelado tuvo la oportunidad de conocer personalmente a algunos padres, profesores y empleados, así como a algunos alumnos. En Planalto, bendijo una imagen de Nuestra Señora y recibió una camiseta del equipo de rugby con su nombre en ella.
La visita a Mira Rio concluyó con unas palabras en las que destacó que la formación nunca termina: “Durante toda nuestra vida debemos formarnos para ser mejores, para ser mejores personas y, sobre todo, para identificarnos más con Jesucristo, esa es la formación a la que tiende toda la formación”.
5 de octubre, Fátima
En Fátima tuvo lugar el primer encuentro. Ese día era festivo nacional. Más de dos mil personas estuvieron con Mons. Ocáriz, quien abrió la conversación comentando los textos de la misa del día y pidiendo oraciones por el Papa.
Después intervinieron algunos de los presentes: “Padre, ¿qué hacer cuando vivimos en un sitio donde no hay misas con frecuencia?”; “¿Cómo desarrollar amistades en el mundo empresarial cuando se teletrabaja y las reuniones son siempre por Zoom?”; “¿Cómo podemos ayudar a las familias en crisis a empeñarse por llevar adelante su proyecto familiar?”.
Esas preguntas y otras similares las realizaron personas que intentan vivir su fe en la vida ordinaria: Rita y Fernando, dueños de una ferretería; Zé Rui, estudiante de Bellas Artes, y su madre Cecilia; Gabriela, orfebre; Olga, subdirectora de una prisión; Inês y Francisco, padres de una familia numerosa... A todos contestó el Prelado, dando un consejo o realizando una reflexión. La conclusión en todos los casos se resumía en una idea central: “¡Hay que rezar!”.
Dos niños ofrecieron a Mons. Ocáriz una réplica de una sopera que se hizo famosa en una de las visitas de san Josemaría a Portugal, porque el fundador explicaba que esas soperas rotas, unidas con trozos de hierro, seguían siendo útiles y eran incluso más bellas que antes. Así se veía él ante Dios.
Por la tarde, el prelado rezó en la Capelinha -uno de los lugares donde se apareció la Virgen- y se reunió con un grupo de matrimonios que se dedican a dar cursos sobre la familia. Cuando alguien le agradeció la visita, Mons. Ocáriz contestó con alegría: “Yo no estoy de visita, ¡estoy en casa!”.
4 de octubre, llegada a Lisboa
El prelado del Opus Dei, Fernando Ocáriz, llegó a Lisboa el día 4 de octubre a última hora de la tarde. En el aeropuerto le esperaban tres familias que le dieron la bienvenida a Portugal