En el estudio del número 70 del boletín Romana, se recoge un artículo con especial énfasis en “las profesiones del cuidado”, entre las que se encuentran, por ejemplo, la enfermería y el trabajo en el hogar, portadores de valor humano en una sociedad tecnificada.
La autora es María Pía Chirinos (Perú), doctora en Filosofía, especialista en antropología del trabajo y actualmente directora de Relaciones Institucionales y Proyectos Estratégicos en la Universidad de Piura. Recogemos algunos párrafos del estudio, como invitación a la lectura. La versión completa puede leerse en este enlace.
- “Nuestro lugar en la tierra y el momento que vivimos nos sitúan claramente con una misión originaria, explícita y difícil: recuperar el valor del cuidado en la vida cotidiana y de modo especial en nuestro trabajo. El COVID-19 nos deja esta gran lección y nos abre un profundo desafío”.
- “Trabajo y cuidado aparecen como actividades profundamente humanas y participación del poder divino”.
- “La invitación racionalista a considerar al ser humano desde la res cogitans y en detrimento de su condición corpórea y vulnerable sigue siendo un bastión casi inexpugnable”.
- “Muchas tareas que antes eran exclusivamente humanas ahora las pueden llevar a cabo las máquinas gracias a la misma capacidad que Dios le ha dado al hombre de crearlas artificialmente. Por eso es preciso entender a fondo el texto del Génesis: el ser humano debe aprender a cuidar su entorno, a los otros miembros de su especie y a toda la naturaleza. Y el cuidado es una actividad estrictamente humana que acompaña al trabajo –aunque no exclusivamente– y surge para atender del mejor modo las necesidades, la vulnerabilidad, el bienestar de la persona y también –por qué no– de otros seres”.
Las profesiones del cuidado se erigen para contrarrestar el déficit de humanidad del que adolece nuestro mundo
- “La cultura moderna fue alejándose progresivamente del ideal, tan profundamente arraigado en la antigüedad, de la hospitalidad como acogida del extraño, del pobre, del necesitado”. “Realización personal, cooperación con otros y cuidado de la materia y del vulnerable, a través de un trabajo manual y cotidiano: estas son las propuestas [de autores como Alasdair MacIntyre o Richard Sennett] que se amplían también al trabajo intelectual. Todo trabajo debería entenderse como un oficio o craft, llevado a cabo con un sentido artesanal y con una impronta más humana y social y menos tecnológica e individual”.
- “La nota más distintiva del trabajo en el mensaje de san Josemaría es precisamente su dimensión social, de aportación al bien común, de servicio”.
- “El trabajo, para Escrivá, no se reduce a una actividad dominadora del trabajador, reflejada en el producto de las manos o de las máquinas. Por el contrario, el sujeto del trabajo –el ser humano, racional, corpóreo, vulnerable y dependiente– se ha de relacionar con su obra huyendo de la autoafirmación o del perfeccionismo”.
- “Cuidar es, por tanto, amar y para Escrivá, está intrínsecamente unido al trabajar: «Por eso el hombre no debe limitarse a hacer cosas, a construir objetos. El trabajo nace del amor, manifiesta el amor, se ordena al amor»”.
- “Si bien para Escrivá cuidar significa amar, no se queda en solo amar: cuidar al otro se traduce en respetar su libertad, previo ejercicio de una gran empatía para descubrir «todos los problemas y preocupaciones de los hombres, puesto que son vuestras mismas preocupaciones y vuestros mismos problemas»; y –en esa medida– servir a nuestros iguales y a la naturaleza”.
- “Ahí donde hay corporeidad, hay vulnerabilidad y la vulnerabilidad implica necesidades que son descubiertas empáticamente por otros para ayudarnos a solventarlas. En esa ayuda, se desvela nuestra dependencia: necesitamos del cuidado de los demás, del ejemplo de los demás, del sostén de los demás. Y los demás nos necesitan a nosotros. El cuidado por tanto es una respuesta humana a nuestra condición vulnerable”.
- “Nuestras necesidades no son desperfectos mecánicos sino manifestaciones de un cuerpo vivo, con una biografía, con un propósito y también con emociones y sentimientos, imposibles de resolver con un manual de instrucciones”.
- “Los trabajos que crean hogar cuidan «la vida humana» en su dimensión corpórea e inciden en la dimensión psíquica”.
- “La inmediatez –o, dicho con otras palabras, la empatía y el cuidado– de cada enfermera y de cada enfermero con el dolor del enfermo y muchas veces con su muerte, bien puede definirse como una invalorable labor sacerdotal, que en cierto sentido hace realmente presente el consuelo de Dios y que además está en condiciones de acercar a quien vive sus últimos momentos a su fin trascendente”.
- “Las profesiones del cuidado –realizadas con profesionalidad y con sentido de servicio que reflejan valores hondamente cristianos– se erigen en conditio sine qua non para contrarrestar el déficit de humanidad del que adolece nuestro mundo”.