Pollos, frutas y verduras

"Como otros muchos días, vengo al mercado de abastos de Santiago desde mi pueblo, para vender productos de la huerta". Mercedes trabaja en el mercado de abastos de Santiago de Compostela.

'Todo comenzó con un sacerdote de mi pueblo que me presentó a unas mujeres de Valencia del Opus Dei cuando yo era joven'

Como otros muchos días, vengo al mercado de abastos de Santiago desde mi pueblo, para vender productos de la huerta. Me suelo colocar en el mismo sitio, desde hace años, y rezo cada día para vender todo lo que traigo. 

Pasamos bastante frío a veces; otras nos mojamos, pues nuestro puesto está en la calle y en Santiago llueve mucho. A veces pienso que así puedo ofrecer algo por mis clientes y por tantas personas que tienen necesidades.  

'Todo comenzó con un sacerdote de mi pueblo que me presentó a unas mujeres de Valencia del Opus Dei cuando yo era joven'

Algunos días yo misma me sorprendo del volumen de ventas. Hace poco traje 22 docenas de huevos camperos y a las 11 ya no tenía ninguno. Mis compañeras no vendían tanto, y me preguntaban qué hacía para conseguirlo. ¿Será por lo que he rezado, pensé? 

Procuro también ser amable y servicial con la gente que viene a comprar. Algunas me cuentan sus problemas familiares, y les recomiendo que recen, que tengan paciencia, y no pierdan la esperanza. Yo también las encomiendo, a ellas y a una frutería que veo vende poco, y procuro animar a personas que pasan por nuestra calle, a las que veo tristes y sin recursos. 

Aprender a trabajar y rezar a la vez

Tengo que decir que trabajar y rezar, rezar y trabajar a la vez, no es algo que yo supiera hacer desde siempre. Todo comenzó con un sacerdote de mi pueblo que me presentó a unas mujeres de Valencia del Opus Dei cuando yo era joven. Necesitaban chicas para llevar la Administración de un Colegio Mayor, y pensé que era una buena oportunidad. 

'Más adelante descubrí mi vocación como supernumeraria, y eso fue una nueva etapa en mi vida...'

La verdad es que aprendí a llevar una casa con profesionalidad y, de paso, también aprendí a querer más a Dios. ¡Nunca he olvidado esos años en Valencia, que me ayudaron tanto!. Me admiraba sobre todo ver cómo cuidaban las cosas que hacían referencia al Señor, en la capilla. 

Una nueva etapa en mi vida

Al cabo de unos años, volví a mi pueblo, me casé y tuve dos hijas. Una de ellas trabajó también en la Administración del Colegio Mayor La Estila, hasta poco antes de casarse. Me pareció que así recibiría una buena educación, mientras aprendía a trabajar.

Seguí participando en actividades de formación y con el tiempo comencé a cooperar, con los recursos que pude, para sacar adelante algunas iniciativas sociales que la Obra promovía en diversos lugares. 

'Ahora estoy viuda y mis hijas son mayores. Sigo cuidando la huerta y llevo mis productos al mercado tres días a la semana'

Más adelante descubrí mi vocación como supernumeraria, y eso fue una nueva etapa en mi vida. Yo era la misma y no era la misma. Hacía lo mismo, pero más alegre, más consciente de mi compromiso cristiano, y con muchas ganas de ayudar a todo el mundo…

En la parroquia del pueblo

Ahora estoy viuda y mis hijas son mayores. Sigo cuidando la huerta y llevo mis productos al mercado tres días a la semana. También ayudo en la parroquia del pueblo: ahora aplico allí lo que aprendí en Valencia, y mientras preparo las cosas para el Señor aprovecho y le cuento cosas,  y rezo por mi familia y la gente del pueblo. 

Desde que mis hijas hicieron la primera Comunión, empecé a dar catequesis. Es algo que me gusta mucho, y procuro prepararme bien, con esfuerzo. Las familias lo agradecen. Rezo a diario por mi marido, que era un hombre de fe. Recuerdo que si veía que algún día no iba a Misa me decía: “¿Y luego, hoy no vas a Misa?”. 

'Este año jubilar he procurado ir con algunas personas a ganar el jubileo, pues es una suerte especial vivir cerca de Santiago'

También acudo habitualmente a San Josemaría para muchas necesidades y la verdad es que me ayuda en bastantes cosas que le pido (vender en el mercado, que la gente encuentre a Dios…). 

Tuve la suerte de ir a Roma a la Canonización, cuando aún no era de la Obra, con las de la administración de La Estila, y me alegró ver allí tantas personas de distintas razas y países. Me dejaron un libro para leer, de San Josemaría, y desde entonces lo repaso con frecuencia.

Cerca de los peregrinos del Camino

Procuro aprovechar el tiempo, pues hay que hacer muchas cosas. Una amiga me decía el otro día, en broma, al verme andar ligera: “Mercedes, no vas a tener tiempo ni para morir”, pero la verdad es que, con la ayuda de Dios, hay tiempo para todo. Yo misma me sorprendo de llegar a tantas cosas, aunque a veces con esfuerzo. 

Este año jubilar he procurado ir con algunas personas a ganar el jubileo, pues es una suerte especial vivir cerca de Santiago. Ver a tantos peregrinos que llegan aquí es una alegría grande, y desde mi puesto en el mercado, pido también por ellos, para que descubran cuánto les quiere Dios y reciban las gracias del año jacobeo….