“Cuando María (pseudónimo, n. del a.) vino a visitarnos en Policlínico, estaba muy preocupada. Temía que sus familiares se desmoralizaran al verle perder el cabello a causa del tratamiento”.
Quien cuenta esta historia es Gemma, voluntaria y estudiante de la Universidad Campus Bio-Medico de Roma, que acogió a María en el centro hospitalario. “María llegó a Roma desde Nápoles para tratar por segunda vez un tumor. No podía caminar”, dice. Gemma ayuda en el ‘Banco de la peluca’, un proyecto dedicado a los pacientes de cáncer que, debido al tratamiento con quimioterapia, pierden el pelo.
"María no quería volver a casa sin una peluca. Para ella era importante ocultar la enfermedad para que su padre, ya anciano, no se preocupase"
En este proyecto, un grupo de voluntarios ayuda a las personas que se someten a la quimio a encontrar la peluca que oculte su calvicie. La iniciativa se desarrolla gracias al trabajo común de la Asociación de Amigos de la Universidad Campus Bio-Medico y la ONG Fundación Prometeo.
“Maria tiene algo más de 50 años. No quería volver a casa, a Nápoles, sin una peluca. Para ella era importante ocultar la enfermedad para que su padre, ya anciano, no se preocupase”, explica Gemma. Es en el hospital san Giovanni Addolorata donde se reúnen para estudiar cada caso, escoger la peluca que resulte más adecuada y salir con una enorme sonrisa.
Sonreír de nuevo
“Aunque parezca un detalle, aleja a los enfermos durante unas horas de los aspectos más negativos de su dolencia, y les permite sonreír de nuevo. María, por ejemplo, vino con una foto del tipo de peluca que quería y el material apropiado. Le hicimos dos pelucas, y ese mismo día regresó a Nápoles con más alegría y ganas de seguir combatiendo”.
El proyecto es también una oportunidad preciosa para los voluntarios. “Les asesoramos y les animamos en el proceso de caída del cabello, que en algunos casos causa un cierto impacto. En el pasado, una persona de mi familia padeció cáncer y eso me ayuda a estar más cerca de otros pacientes. Esta actividad da valor a mi tiempo libre y me ayuda a aprender tanto de quien lucha como ellos”.
Las enfermeras del departamento de Oncología del Campus Bio-Medico, obra corporativa del Opus Dei, también han organizado un curso de maquillaje. Rossella, experta en belleza que trabaja para una empresa internacional de cosméticos, dirigió el grupo. Ella misma tuvo que someterse a quimioterapia desde enero de 2016 hasta abril de 2017.
“Aunque parezca un detalle, aleja a los enfermos durante unas horas de los aspectos más negativos de su dolencia, y les permite sonreír de nuevo”
“Durante el tratamiento he experimentado lo agotador que resulta seguir cuidando tu imagen, incluso para personas acostumbradas a hacerlo como yo”, explica. “Gracias a la colaboración de mis colegas, que en los últimos meses han sido para mi como una familia, hemos podido organizar dos clases de formación para otras mujeres en la misma situación”. En las dos sesiones participaron 25 pacientes que aprendieron a hacer frente a efectos como la pérdida de las cejas o la aparición de manchas en la piel.