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Torreciudad (18-21 de agosto)
Mons. Fernando Ocáriz celebró la santa Misa en el santuario de Torreciudad el día 20. Durante la homilía (clique aquí para leerla), dio gracias a Dios por el 50 aniversario de la ordenación sacerdotal, y propuso a las personas que participaban en la ceremonia -y a quienes la siguieron por YouTube- que pidieran al Señor que nos aumentara la fe para saber descubrir el amor de Dios, también en el dolor: “Esto sólo es posible con la fe y mirando a la Cruz de Jesucristo, procurando identificarnos con Él. Esta fe nos da luz sobre esta maravillosa verdad: Dios es verdaderamente Amor; Dios nos quiere con locura, con una locura que le llevó a la Cruz para salvarnos”.
Durante esos tres días mantuvo varios encuentros con grupos de personas que participaban en diversas convivencias. Algunas chicas y chicos le plantearon la ilusión de llevar a Cristo a sus amigos: “Como decía nuestro Padre (San Josemaría) -contestó el Prelado-, cuando nos presentaba el panorama inmenso de la Obra de poner a Cristo en la cumbre de todas las actividades humanas, decía que para eso es necesario que seáis hombres de vida interior, almas de oración, almas de eucaristía. Y ahí está toda la clave: es la fuerza del Señor mismo”.
El Prelado, en Milán: “Cristo y los demás, prioridades del cristiano”
«Para un fiel de la Obra –ha dicho el Prelado–, lo más importante es su relación con Cristo y su preocupación por los demás. Para ello, necesitamos formación y humildad para ser capaces de abrir nuestra alma al Amor de Dios». La cercanía a Cristo hará, ha continuado, que no nos conformemos con ‘refugiarnos’ en un ambiente cristiano, sino “que deseemos practicar un auténtico apostolado ad gentes, es decir, acercando la Palabra a todos”. Así hicieron los primeros cristianos con los gentiles –los no creyentes– en los primeros siglos.
Angela, que es policía, ha contado al Prelado el trabajo que ha desarrollado en la acogida de inmigrantes en Lampedusa y Siracusa. En las costas italianas, ha entrado en contacto con el sufrimiento de estas personas, y ha podido ayudarles físicamente y rezar por ellas y su futuro. Angela ha impulsado unas clases de formación cristiana y espiritual con sus colegas en Siracusa.
Sara explicó las actividades de voluntariado que ha llevado a cabo con jóvenes estudiantes y cómo el trabajo de dedicación a los demás ha llevado a muchas chicas a conversar con el Señor sobre cómo identificar y responder a la misión que cada una y cada uno recibe de Dios.
En encuentros con pequeños grupos de personas, el prelado del Opus Dei ha podido saber algunas de las historias de la región donde más ha afectado la pandemia en Italia. Por ejemplo, Piergiorgio le ha contado que su tía, ya anciana, estaba muy contenta porque había podido charlar con un sacerdote y acudir a los sacramentos tras meses de confinamiento en una residencia.
Preguntado por el próximo centenario del Opus Dei, en 2028, Mons. Ocáriz ha dicho que “una institución de la Iglesia que cumple cien años está aún cerca de sus inicios. Tenemos la certeza de que el Opus Dei no hay que reinventarlo, sino que debemos vivir el espíritu que san Josemaría nos ha transmitido como si fuese nuevo cada día, para que el don que Dios nos ha dado dé fruto”. Además, ha animado a todos a prepararse para el centenario personalmente, en el propio corazón, para ofrecer al Señor una fidelidad cada día más madura.
Antes de proseguir su viaje de regreso a España, Mons. Ocáriz ha dicho que “aunque nos despedimos, en la comunión de los santos permanecemos siempre unidos. No nos separamos nunca”.
Viaje pastoral a Budapest, Zagreb y Liubliana
Mons. Fernando Ocáriz estuvo en Budapest (Hungría) el pasado 3 de agosto. Allí, compartió algunos momentos con personas del Opus Dei y sus familias. “Soñad y os quedaréis cortos”, dijo con frase de san Josemaría. “Los cristianos tenemos la misión de llevar el mundo a Dios. Nos puede dar pena que el mundo esté tan lejos de Él, pero su ausencia tiene que alentarnos a desarrollar un apostolado más intenso”.
En encuentros con fieles del Opus Dei, el Prelado les invitó a “estar abiertos a todos, y desarrollar la amistad con las personas que nos rodean”. Un cristiano lleva a Dios a los demás si “se acostumbra a hacerlo todo con Él, en su presencia”. Y cuando las cosas “parecen más difíciles o experimentamos más nuestra debilidad, tenemos que recordar que lo que no cambia es el Amor de Dios por nosotros, que es la causa profunda de nuestro optimismo y alegría”.
Tras su breve visita a Budapest, el prelado del Opus Dei viajó a Zagreb y Liubliana. En la primera ciudad, Mons. Ocáriz subrayó la importancia de la amistad, que “cuando es real y profunda es la forma de amor en la que podemos compartir lo que llevamos en el corazón. Dios nos invita a todos a cooperar con Él para que su Palabra llegue a todos. Dos amigos no solo cambian impresiones sobre la sociedad, el mundo o la propia profesión. Cuando hay amistad verdadera, se produce también una sintonía espiritual”, explicó.
En uno de los encuentros, Blaženko contó al prelado que el día antes de su llegada había pedido ser admitido en el Opus Dei, por lo que le pidió consejo para dar sus primeros pasos en ese camino cristiano. “San Josemaría te diría que la Obra es ya responsabilidad tuya. Depende de tu oración, de tu trabajo... Todos en el Opus Dei formamos parte del Cuerpo místico de Cristo, por eso, gracias a la comunión de los santos todos sostenemos con Él la Obra. Aprovecha bien los medios de formación cristiana, para conocer cada día mejor la fe y la vocación”.
Ksenija, por su parte, pidió consejo para descansar en el Señor, y evitar el agobio: “Hay dos puntos fundamentales para descansar en el Señor, recuperar la alegría y ser capaces de darnos a los demás: son la Eucaristía y la oración. Estos momentos son la fuente de la verdadera paz, la verdadera seguridad y la verdadera alegría”.
El jueves 5 por la tarde llegó a la capital de Eslovenia. En Vintgar, una residencia de estudiantes universitarios, tuvo una tertulia con diversas familias. El prelado del Opus Dei subrayó la necesidad de rezar por cada uno en la oración, para aprender a querer a los demás más y mejor. “Pedid al Señor que os dé un corazón como el Suyo, para que cada día llevemos su amor a todos”.
Cecilia le contó que le gusta charlar con sus amigas de muchos temas, pero que tantas veces es difícil hablar de fe y de vida espiritual. “No podemos pretender que una amiga nos abra su interioridad si no le abrimos la nuestra, porque eso es lo propio de la amistad. La amistad requiere sinceridad, interés y afecto por la otra persona, y para eso hace falta tiempo y perseverancia, pues no siempre es fácil hacer amistad”.
Kati recordó que Eslovenia está celebrando los 30 años de independencia. El prelado invitó a todos a mirar al futuro con mucha esperanza: “El futuro está en vuestras manos. Poned vuestra esperanza en Dios, que nos sostiene continuamente”.
El prelado del Opus Dei, en Austria: «Ser apóstoles es amar a las personas»
El prelado del Opus Dei ha invitado a las personas que ha encontrado en Viena (Austria) a confiar en Dios: “Tenemos la seguridad de que lo imposible es posible, porque la gracia de Dios no nos falta. ¿Que cada uno de nosotros está llamado a ser santo? ¡Puede parecernos imposible! Pero nos damos cuenta de que no depende sólo de nuestras propias fuerzas, de nuestro empeño, sino sobre todo de la gracia de Dios, que es quien nos llama”, ha dicho.
Recordó que san Josemaría sólo tenía veintiséis años cuando fundó el Opus Dei, no tenía medios y la sociedad estaba dividida. Casi cien años después, su invitación ha llegado a miles de hombres y mujeres, que desean descubrir su vocación de cristianos en medio del mundo.
Según el Prelado, en muchos países “se vive en una sociedad postcristiana, pero eso no es motivo para desanimarse. En el mundo hay mucha gente buena que está esperando conocer a Dios, a un Dios que nos ama, nos ayuda y nos fortalece”. Al mismo tiempo, ha recordado que también “Dios quiere nuestro amor”, por eso la oración será siempre uno de los fundamentos de nuestra vida espiritual.
“No podemos amar a Dios de verdad si no amamos a nuestro prójimo", continuó. El amor también es el motor para llevar a los demás la fe, sin tratarles “nunca de arriba abajo, sino de tú a tú. El celo apostólico no significa querer convencer a otros de algo, o imponer a otro las propias ideas. Ser apóstoles es amar a las personas”.
Otros temas tratados en este encuentro fueron: la educación cristiana de los hijos, la dedicación de los padres a la familia y a una vida profesional intensa, el apostolado cristiano en una sociedad postcristiana, la oración por la iglesia y el Papa, la contemplación en medio del barullo diario, saber aceptar la vocación de los hijos y la alegría como señal del cristiano.
Bernhard comentó al Prelado que a veces no es fácil ver que los hijos, cuando se hacen mayores y después de haberles impartido una educación cristiana, no quieren saber nada de la fe y viven alejados de la Iglesia. “Reza siempre por tus hijos –dijo Mons. Ocáriz– también cuando crecen y dejan el hogar. Cuida la amistad con ellos. Todo lo que recéis por vuestros hijos dará fruto, nada se pierde”.
Petra le preguntó por el cuidado que merecen los enfermos. “El prelado me dijo que un enfermo no puede pensar que es un peso para los demás, sino un regalo. Para quienes le atienden, es un don estar a su disposición y servirle”.
Durante su estancia en Viena, el Prelado rezó ante la Virgen de María Pötsch que se encuentra en la Catedral, ante la que también rezó san Josemaría. El 3 de agosto continuó su viaje en dirección a Budapest y Zagreb.
El Prelado, en Zúrich (Suiza): «Todo puede ser ocasión de encuentro con Jesús»
Mons. Fernando Ocáriz ha estado en Zúrich (Suiza) del 27 al 30 de julio, donde ha mantenido varios encuentros de carácter pastoral con personas del Opus Dei. Además, ha podido visitar la tumba de Toni Zweifel, ingeniero en proceso de beatificación que fue fiel de la Prelatura.
En su visita pastoral a Zúrich, Mons. Ocáriz ha centrado su mensaje en torno a tres cuestiones: el espíritu de familia en la Obra, la oración y la alegría. Además, ha pedido que se rece vivamente por el Papa y por la Iglesia.
La vocación al Opus Dei, ha dicho, es “una misión omnicomprensiva que conlleva la responsabilidad de ser apóstoles siempre, en el trabajo, en el descanso, en la familia, en la Universidad…”. Para los fieles, "todo el día es Opus Dei" puesto que, ofreciendo el día a día a Dios, “todo es ocasión de encuentro con Jesucristo y todo puede transformarse en oración”.
En los distintos encuentros han participado principalmente fieles casados y cooperadores, que han transmitido a Mons. Ocáriz alegrías, anécdotas y también contrariedades a las que se enfrentan, especialmente en tiempos de pandemia, como enfermedades o situaciones familiares complicadas.
El Prelado ha destacado la necesidad de que toda circunstancia de nuestra vida esté “impregnada de alegría” también en las dificultades, porque “podemos ser felices con la fe” independientemente de las circunstancias. La fe, ha añadido Mons. Ocáriz, “es para estar contentos, pase lo que pase, por el Amor de Dios por nosotros”. Además, esto “nos ayuda a darnos a los demás y olvidarnos de nosotros mismos”.
En uno de los encuentros, Sara de 29 años preguntó cómo podía mantener viva y constante la unión con el Señor y a la familia en un ambiente poco creyente. Mons. Ocáriz le animó a buscar la presencia de Dios, especialmente en la Eucaristía y en la oración, donde encontramos la fuerza para afrontar las dificultades también en entornos distintos.
Galà, rusa afincada en Zúrich le ha contado que está intentando acercar a sus amigas a la fe. “Una misión de todo cristiano es, efectivamente, ayudar a las personas a abrir el corazón a Dios, reforzando los lazos de amistad, escuchando de verdad a cada uno”. Además, le animó a sostener su empuje evangélico con la oración que “es el principal medio de apostolado”.
Una cooperadora del Opus Dei ha regalado al Prelado un saco de harina del molino donde trabaja su hijo, el cual provee de este alimento para producir las hostias que se utilizan en los centros de la Obra.
Además, Mons. Ocáriz ha podido saludar a algunas personas enfermas y ha charlado por videoconferencia con una persona de la Obra que cumplía 91 años, pidiéndole oraciones por los frutos de su viaje pastoral. También rezó unos momentos ante la tumba de Toni Zweifel, un ingeniero suizo que falleció con fama de santidad.
En Barcelona: «La sonrisa en el rostro lleva la alegría al alma» (25-27 julio)
Mons. Fernando Ocáriz aprovecha el verano para realizar varios viajes pastorales. La primera parada ha sido en Barcelona. El lunes 26 visitó la Basílica de la Merced por la mañana -como hizo san Josemaría en tantas ocasiones- y por la tarde tuvo dos encuentros con fieles de la prelatura del Opus Dei, con todas las medidas sanitarias necesarias.
En la basílica, el rector, el P. Fermín Delgado, saludó al prelado. Luego, acudieron juntos a rezar ante la Virgen y ante el bajorrelieve que se encuentra detrás del camarín, en el que se ve a san Josemaría rezando a los pies de la Merced.
Mons. Ocáriz dejó escritas estas palabras en el libro de firmas: “Con mucha alegría, he venido a rezar a Nuestra Señora de la Merced, uniéndome a la oración y las intenciones con que rezó aquí san Josemaría”.
Por la tarde del lunes 26 de julio, mantuvo dos encuentros con fieles de la prelatura, muchos de ellos supernumerarias y supernumerarios. El tema principal del que habló fue la formación, recalcando que “todos estamos siempre en tiempo de formación” y explicó el porqué de su importancia: “La formación va dirigida a que cada vez en nuestra vida se haga realidad lo que decía san Josemaría, que lleguemos a ser ipse Christus, el mismo Cristo. Pero Cristo, para nosotros, no sólo es un modelo exterior, sino que estando dentro de nosotros el Padre y el Espíritu Santo, llegará el momento en que seremos el mismo Cristo, tendremos los mismos sentimientos de Jesús, la misma manera de reaccionar ante las circunstancias diversas”.
Isabel, de Lleida, le contó que su marido había fallecido por el Covid al inicio de la pandemia. Fue muy rápido y en una etapa en que todo el mundo estaba confinado, pero se sintió muy acompañada por las oraciones de los fieles de la Prelatura. Mons. Ocáriz comentó que estamos llamados a “ser niños ante Dios y fuertes ante las dificultades. Esto se consigue siendo almas de Eucaristía y almas de oración, y pidiendo luz en la dirección espiritual para tomar las decisiones sobre el propio camino cristiano”.
Elena, madre de seis niños, pidió consejo sobre la educación de los hijos en un entorno adverso. El prelado le sugirió “fortalecer la propia vida espiritual y evitar aislarlos. La solución es más bien formarlos más y mejor. Esto se logra con la amistad con los hijos: madres y padres, sed amigos de vuestros hijos. Educar no es solo dar pautas, sino transmitir el afecto y la propia experiencia. En eso consiste la amistad”.
"ser pacientes es una forma de amar a las personas"
Paco quiso saber cómo mantener el buen humor. “La fuente de nuestra alegría está en el Señor -recordó Mons. Ocáriz-. Hay algo que puede parecer pequeño y sin importancia, pero que es muy importante: la sonrisa. La sonrisa en el rostro lleva la alegría al alma”.
Inma quiso saber cómo animar a más personas a colaborar en iniciativas de impacto social. Mons. Ocáriz subrayó la importancia de la amistad para ayudar a la gente a soñar, “sobre todo con personas que no han tenido la ocasión de recibir formación cristiana. Hay que proponerles una amistad auténtica, verdadera, sin prisas. Como las plantas, las almas tienen su tiempo para madurar, para crecer. No se puede coger una planta recién salida de la tierra y tirar de ella hacia arriba para que crezca más rápidamente, porque entonces no se la hace crecer, sino que se la mata. La paciencia auténtica surge del afecto. Ser pacientes es una forma de amar a las personas”.
Rocío, madre de tres hijos adolescentes, preguntó cómo compaginar todas las ocupaciones de la jornada. “Nuestra vida no está hecha de compartimentos estancos: la vida espiritual, profesional, familiar, deportiva... No. Todo es lo mismo: cada momento es la vida de Cristo en nosotros”.
Un padre preguntó qué actitud tomar cuando los hijos se preguntan sobre la propia vocación cristiana: “En primer lugar hay que transmitir la experiencia propia y compartir la alegría de la vocación. A veces, cuando la vocación comporta el celibato puede surgir el miedo, pero el celibato no es renuncia, es don de Dios. También es don de Dios la vocación matrimonial, pero el don mejor para cada persona es lo que Dios le pide a cada uno y a cada una. Por eso, hay que estar abiertos y propiciar un discernimiento sincero y generoso”.
Al concluir su visita pastoral a Barcelona, el prelado viajó a Suiza, donde compartirá otros encuentros de catequesis con personas que participan en los medios de formación que ofrece el Opus Dei.