Jaume Pujol Balcells tomó posesión como arzobispo de Tarragona en el trascurso de una ceremonia que contó con la presencia de tres mil personas. Asistieron 35 obispos, incluidos el nuncio Manuel Monteiro de Castro; el arzobispo de Barcelona, Lluís Martínez Sistach; el cardenal de Madrid, Antonio María Rouco; el prelado del Opus Dei, Javier Echevarría, y los abades de Montserrat y Poblet. Durante el acto, el nuevo arzobispo manifestó el deseo de que su pontificado siga transitando por el camino trazado por los obispos catalanes. "Quiero que la colegialidad y el diálogo rijan mi pontificado: voluntad de escuchar, acoger y aprender de todos, de ser arzobispo de todos", señaló. También tuvo una mención específica para el Opus Dei y su prelado: "Quiero agradecer públicamente los incontables bienes espirituales que he recibido a lo largo de más de 40 años en el Opus Dei", dijo. ENTREVISTA
Jaume Pujol Balcells (Guissona, 1944) pertenece al Opus Dei desde 1961 y ha ejercido durante treinta años la docencia en la Universidad de Navarra. Es autor de 23 libros y numerosos artículos en revistas científicas y en el campo pastoral. Sus más estrechos colaboradores le definen como "catalán, pastor, catequista, hombre del Vaticano II y profesor universitario".
Su nombre aparecía ya en las primeras quinielas como posible arzobispo de Barcelona. Finalmente, ha sido nombrado arzobispo de Tarragona, ¿cuándo le hicieron la propuesta?
El día 2 de junio. Fue personalmente el nuncio Manuel Monteiro de Castro quien me comunicó que el Santo Padre Juan Pablo II me nombraba arzobispo de Tarragona. Fue un momento de intensa emoción para mí. Amo mucho Tarragona, tierra a la que me siento unido por mis raíces de Guissona y donde he estado a menudo. A pesar de que mi aceptación no ha tenido otra razón que la plena disponibilidad de servir a la Iglesia donde sea necesario, doy muchas gracias a Dios de que haya sido llamado precisamente a Tarragona. Hace pocos días, al acabar el consistorio que aprobó la beatificación del estimado doctor Pere Tarrés en Roma, el Santo Padre quiso darme una bendición especial para todos los fieles de esta diócesis.
Su nombramiento rompe esquemas. No es un obispo, sino un sacerdote, quien accede al arzobispado y al primado de la Tarraconense. Además, es el primer arzobispo del Opus Dei en Catalunya y España.
El nombramiento ha sido también para mi una auténtica sorpresa. Sé que el episcopado es una grave responsabilidad, pero es aún más un gran don de Dios. Confío sobre todo en su gracia y en la plegaria de todos, a quienes desde el primer momento he sentido cerca. Por otra parte, los sacerdotes de la prelatura del Opus Dei, como todo el mundo sabe, son sacerdotes seculares, igual que los otros, en todas las diócesis del mundo.
Sectores de sacerdotes, religiosos y laicos se muestran reticentes porque consideran que accede al episcopado una persona sin experiencia pastoral diocesana, y además en un momento crucial de la Iglesia en Catalunya.
Me siento sinceramente agobiado por las muestras de afecto que he recibido estos días de toda clase de personas: de los que, después de mi consagración, serán mis hermanos en el episcopado, los obispos de Catalunya, y de muchos sacerdotes, religiosas, religiosos y fieles. Se lo agradezco. Comprendo perfectamente que haya otros que, en cambio, no hayan expresado los mismos sentimientos. A estos quiero decirles que tienen todo mi afecto y disponibilidad, igual, o más si es posible, que los otros.
¿Su experiencia pastoral...?
Desde que he recibido el encargo no quiero tener otro horizonte que el de servir a todos como lo haría Cristo, independientemente de qué piensan, también sobre la cuestión, bien natural, por otra parte, que menciona. Pienso que Dios Nuestro Señor me ha ayudado a desarrollar una tarea pastoral muy amplia como sacerdote desde que fui ordenado en 1973. Doy por ello particulares gracias a Dios porque he podido atender a otros sacerdotes, muchos de ellos del tercer mundo, también en sus necesidades materiales. Otro campo en el que he podido trabajar ampliamente es la catequesis. Naturalmente, no he desarrollado la función episcopal, pero tengo gran esperanza en los sacerdotes que actualmente trabajan en Tarragona, que son para mí los necesarios colaboradores. Por otra parte, no querría perder este talante pastoral y evangelizador característico precisamente de la Iglesia que ha dibujado el Concilio Vaticano II.
También se han expresado reticencias porque el nuevo arzobispo sea del Opus Dei. ¿Qué supone su nombramiento para el Opus Dei?
Para el Opus Dei este nombramiento supone tener que buscar quien me supla en las tareas académicas y pastorales que venía llevando a cabo en Pamplona. Ahora ya sólo me debo a la archidiócesis de Tarragona y a todos los tarraconenses, en dependencia exclusiva del Santo Padre. En este terreno, el Opus Dei no tiene nada que decir.
¿Cómo ve a la Iglesia catalana: sus características, sus problemas?
Con una extraordinaria vitalidad y riqueza, también histórica, de la que me siento parte, porque mis raíces son catalanas. En este último capítulo histórico, la archidiócesis de Tarragona, primada, tiene precisamente un papel único. Los cristianos de nuestra hora recibimos una gran herencia, no sólo aquellos que son llamados a ser sus pastores. Además de las cuestiones específicas -para las cuales como se comprenderá, hay que esperar al encuentro con los otros obispos en este espíritu de plena colegialidad- incide la fuerte secularización que sufre todo Occidente. Es una hora de fe y de esperanza para los cristianos, ya que el pluralismo conseguido nos abre una oportunidad histórica para dar razón de la propia fe, de evangelizar, siempre con toleranza, pero quizás de una forma más interiorizada, más real dentro de la propia conciencia. Dándole vueltas a esta idea estoy pensando escoger como lema episcopal una frase de san Pablo, que está tan unido a Tarragona: "Lo que has escuchado, enséñalo" (2 Timoteo 2,2). Desearía que pronto llegase mi estímulo a todos los que trabajan, de una u otra manera, en diferentes tareas de evangelización.
Su hermano Joan es sacerdote diocesano del obispado de Urgell. ¿Han comentado su nombramiento?
Es verdad que somos una familia muy unida y numerosa. El mayor de la familia es vicario general de la diócesis de Urgell y no ha dejado de decir cosas bonitas de mí en todas partes. Se lo agradezco, sobre todo porque es verdad que nos amamos. Por encima de todo, doy gracias a Dios por la fe y el amor que dio a mis padres -que están en la base de todo esto-, de mis tíos, y tantas otras familias catalanas con quienes me he relacionado. Este es un gran tesoro con el cual querría trabajar en adelante: la familia y, concretamente, la familia cristiana.
¿Cuál es la principal cuestión abordada en el Instituto de Ciencias Religiosas de la Universidad de Navarra que usted ha dirigido hasta ahora?
Una de las tareas principales del Instituto de Ciencias Religiosas es la formación de profesores de religión, catequistas, agentes de pastoral, etcétera. Es decir, los agentes de evangelización. Una formación que tenga una serie de dimensiones, como que sean en primer lugar testimonios de Jesucristo, vinculados a la fe y a la vida de la Iglesia, al servicio del hombre de hoy, transmisor de la verdad y que sean capaces de comunicar aquello que han recibido. En Tarragona funciona el Institut Superior de Ciències Religioses Sant Fructuós, que tengo muchas ganas de conocer a fondo.