Durante los viajes de estos meses, me llena de agradecimiento al Señor ver cómo en tantos sitios, hijas e hijos míos ponen en marcha y desarrollan proyectos para que el mensaje de Cristo y su llamada a la santidad alcance a muchas almas. Algunas de esas iniciativas son grandes, otras son más pequeñas, y siempre acompañadas por el espíritu de servicio y el trato de sincera amistad con las personas. Es bonito ver en todas partes un mismo espíritu y con rostros tan variados.
También es motivo de alegría y agradecimiento a Dios comprobar que esas actividades apostólicas cooperan, junto a las que realizan otras instituciones, al progreso humano personal y social en amplios sectores de muchos países.
No dejéis de uniros a mi oración por todas y por todos.
Buenos Aires, 6 de agosto de 2018
Transfiguración de Nuestro Señor